Hará ahora unos veinte años uno de los últimos planes concebidos por el
régimen anterior y que pretendía mantener y asentar la población de una de las zonas
más deprimidas de la provincia tuvo como efecto precisamente el contrario, despoblar
definitivamente un conjunto de más de diez pueblos de la antigua Tierra de San Pedro, en
el norte provincial.
Se
expropiaron los términos municipales y en los años siguientes se roturaron en forma de
bancales y se repoblaron con pinos. Se pensaba que la mano de obra necesaria para efectuar
estas tareas y, posteriormente, la necesaria para mantener este tipo de repoblación
sería suficiente para asentar a los pobladores. Por el contrario, la emigración a zonas
limítrofes (especialmente Navarra y La Rioja) fue rápida y en pocos años todos los
pueblos quedaron deshabitados. Esto sucedía ya a mediados de los setenta.
Desde entonces esta amplia zona ha visto como las casas iban poco a poco deteriorándose
mientras la repoblación por pinos tenía éxito en algunos lugares y no tanto en otro. El
resultado, en todo caso, es toda una comarca "fantasma" y llena de encanto para
el viajero que busque la soledad, los paisajes de ensueño y las evocaciones que puedan
brindarle los paseos por pueblos abandonados.
La ruta es practicable con un vehículo normal siempre que no haya llovido recientemente y
que el trayecto se haga con calma y precaución, ya que no hay carreteras sino caminos y
pistas forestales. En cualquier caso es fuertemente aconsejable un todo terreno, si bien
algunos pueblos sólo son accesibles a pie o en caballería. Es conveniente proveerse de
buenos mapas, los mejores siguen siendo los 1:50.000 o 1:20.000 del ejército, que pueden
comprarse en el Instituto Geográfico y Catastral de la capital soriana (plaza Jurados de
Cuadrilla), aunque incluso estos son a veces bastante inexactos. Es frecuente, sobre todo
de noche, encontrarse con abundante caza, como perdices, conejos o jabalíes. Sin embargo
todo esta zona está acotada.
La ruta parte de San Pedro Manrique, que habremos de abandonar en dirección a
Yanguas y
tomar el desvío, a la derecha, que encamina a Taniñe, pueblo éste antaño abandonado, y
ahora recuperado por una comunidad juvenil. Sin entrar, si no se desea, a Taniñe, habrá
de cogerse la pista que serpentea hacia la derecha e ir ascendiendo por sus meandros. Al
coronar una altura cuidado con una cerca que permanece cerrada y que habrá que abrir para
pasar, volviendo a cerrarla, pues evita que escape el abundante ganado bovino de la zona.
Buimanco
Tras varios kilómetros por zona de repoblación, donde son frecuentes
pinos y robles se llegará al primer pueblo - que habremos entrevisto antes en los recodos
del camino -, que es el de Buimanco. Alguien le llamó el "pueblo de las vacas"
pues por sus calles pueden verse con frecuencia estos animales que a veces llegan a subir
las escaleras de las casas. Desde Buimanco puede dominarse una magnífica vista pues
culmina la zona del valle del Linares.
Buimanco
Valdemoro
Siguiendo por el mismo camino se accede a Valdemoro, pueblo que hasta hace
poco estaba casi totalmente cubierto por las zarzas y era difícil de visitar. Las
umbrías que rodean el camino suelen estar llenas de verdor y puede escogerse algún
paraje cercano al riachuelo para comer o descansar. el pueblo mismo, ya muy deteriorado,
puede visitarse con precaución por posibles derrumbes. Hay casas todavía en buen estado,
típicas de la arquitectura serrana de los Cameros y en la medio caída herrería, donde
ya alguien se ha llevado el yunque, está el fuelle que usaba el artesano.
Armejún
La
siguiente cita es, tras un sinuoso recorrido, Armejún, localidad situada en la ladera de
un monte y que antaño debió tener un agradable aspecto. Aquí, antes de entrar en el
pueblo mismo, al otro lado de la carretera, hay una acogedora fuente de agua clara y unos
lavaderos techados, lugar también más que adecuado para el descanso o el refrigerio. En
esta misma ladera, hoy cubierta de maleza, debieron abundar las huertas y los árboles
frutales, hoy abandonados. En Armejún, y en otros pueblos de esta misma zona, debido al
microclima ya casi riojano, en el pasado se podían cultivar frutas y verduras impensables
para nuestra provincia. Es esta ya zona del olivo, quizá de los únicos olivos en toda
Soria. También pueden verse higueras. Según las memorias de un cura de aldea que vivió
en Armejún, en sus cercanías hay una torca o sima de grandes dimensiones, y por los
aledaños pueden encontrarse formaciones cúbicas de marquesita, muy brillantes en
ocasiones, a las que antes se llamaba "oro de los tontos". En tiempos estas
marquesitas se vendían en Guipúzkoa y Francia, donde se elaboraban para hacer
pisapapeles, cruces, etc.
En Armejún hay también casas arcáicas de curiosa construcción, como una de ellas, en
forma de torre, donde en un pequeño espacio, superpuestas una encima de otra, está la
cuadra, la cocina, el dormitorio y el somero o desván.
Villarijo
Villarijo y Ezequiel Solana
Desde aquí el camino va perdiendo nivel hasta llegar a Villarijo, pueblo
natal del pedagogo Ezequiel Solana, que está ya a nivel del río Linares, que serpentea
entre formaciones rocosas.
En Villarijo existe el único trujal (molino de aceite) de la provincia y, por lo demás,
es también pueblo de amena visita, rodeado de olivos, encinas y una vegetación
abundante.
Miguel Martínez, secretario que fuera de San Pedro Manrique en el siglo XVIII dice de
esta zona:
"Todos los lugares de este sexmo y los tres barrios, son de una tierra áspera de
montes, sierras y cerros inaccesibles, barrancos profundos".
Pero también, como hemos dicho, de una gran fertilidad:
"poblada de frutales, cerezos, guindos, melocotoneros, camuesas, pomas, ciruelas, que
son muy regaladas, especialmente las guindas y cerezas garrafales, sin ponderación se
puede decir que habrá muchas tan buenas, pero mejores no en todo el reino".
También añade:
"Río abajo, por la derecha, hay una losa en que nace una fuente de agua tan cálida
como la de los baños y que las mujeres lavan los lienzos a distancia de algunos pasos de
su origen, conservándose el agua bastante caliente".
Antaño, en Villarijo, se celebraban, como en San Pedro Manrique y en Sarnago, las fiestas
de Móndidas, cuyo "climax" solía ser una "caracolada", según dicen
los vecinos que todavía lo recuerdan. Es muy posible que en estas fechas estivales el
pueblo, abandonado el resto del año, presente cierta animación, pues habitualmente sus
antiguos moradores regresan de vacaciones.
©
Antonio
Ruiz Vega
Mapa de la Sierra (145 KB)
(100kb,
incluye sendero GR 86)
Villarijo y Ezequiel Solana
Buimanco
Asociación
Amigos de Armejún
Villarijo,
Jesús Manuel
Pastor Pérez
Sembrando
Tierras Altas
Tierras
Altas - Despoblación
Rutas
Tierras Altas
Rutas
de la Despoblación
Despoblación
Fotos de Despoblados
Donde comer y dormir
Centro de
Turismo Rural Los Cerezos de Yanguas
Centro de
Turismo Rural El Rimero de la Quintina
Volver a Rutas
Despoblación y Tierras Altas
Volver a A pie por
Soria
Y aún hay más en otras Webs sorianas, inténtalo con el
|