Ángel Campos
Bueno en el recuerdo
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Si un pueblo puede
calificarse de hermoso, digno de ser conocido pero no maltratado por
turistas desconsiderados, ese es Espejo de Tera. Al pie de la
Sierra de Carcaña,
se accede al pueblo por un puente medieval empedrado. Majestuosos robles
sin vestimenta (era invierno cuando lo visitamos), jalonan los caminos y
salpican el suelo mullido. Un soto de melancólicos fresnos, además de
los álamos y sauces cerca de la humedad de los ríos, el Razón y el Tera,
que se juntan al pie de las viviendas, completan la flora, al menos la
más visible a simple vista. El caserío, de piedra, se sitúa en círculo
alrededor de un espacio que se conoce como la Era, aunque también se
encuentran viviendas diseminadas, siempre cerca de ese círculo que
alguien aficionado a las ciencias ocultas pensaría en un nemeton.
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En un pequeño altozano, a dos
niveles, se alza la iglesia de San Bonifacio, un románico rural de
pobreza constructiva, pero muy antigua, tal vez del siglo XII. En un
estudio llevado a cabo por Concepción Abad, que nos prestó amablemente
Abel del Campo, se dice podría estar construida sobre los restos de una
majada. O, tras las distintas catas, se aventura que la iglesia
primitiva se trataba de un pequeño edificio, tal vez una ermita. En las
excavaciones aparecieron monedas que van desde la época de los Reyes
Católicos hasta Felipe IV. Cinco enterramientos y tres paquetes de
huesos aparecieron también en las excavaciones. Para la última
rehabilitación, cuando se arregló el ábside, se llevó a cabo una
subasta. Su interior alberga la pila bautismal, de arenisca, y la
aguabenditera de la misma época, románico. Restos de pinturas han sido
dejadas al descubierto en alguna de las obras.
Históricamente Espejo de Tera
no ha tenido excesiva relevancia, su mayor valor es la naturaleza que lo
rodea. Cuando, en 1752, se elaboró el catastro del marqués de la
Ensenada se supo que Espejo de Tera era de realengo, el rey cobraba
todos los impuestos: alcabalas, cientos, millones, servicio real y
martiniega, total 180 reales/vellón/año. Aparte las tercias reales, 150
reales. Como era habitual en la época, los diezmos y primicias se
repartían entre el rey y varios estamentos religiosos: el obispo, el
cura de la iglesia, los curas de las iglesias de Soria, el arcediano y
colegio de la Compañía de Jesús de Soria, convento de santa Clara de
Soria, entre otros. Las lindes con otros pueblos difieren entre los que
afirma el catastro referido y el Diccionario de Pascual Madoz. Por
levante, en la Ensenada linda con Molino de la Mata mientras que en el
Madoz lo hace con Sepúlveda de la Sierra, lo que advierte de un hoy
despoblado. Otras diferencias se deben a la fusión de ayuntamientos a lo
largo de los años.
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Tenían, en el siglo XVIII, un
molino harinero propio del marqués del Vadillo “y por moler sólo la
menor parte del año le renta once medias de trigo común cada año más 200
reales que le da de utilidad al molinero”. Sólo vivían siete vecinos y
un habitante. El Común contaba con propiedades: dos yugadas y cuarto de
tierra de sembradura de primera, nueve yugadas de segunda y media de
tercera. Una dehesa de secano con fresnos llamada el Soto, de catorce
yugadas. Un ejido de secano de primera de cinco, otra dehesa de secano
con robles en la Tejera de 120 yugadas, un monte poblado de robles de
240 yugadas, una fragua y una tejera. Residía en el pueblo un maestro de
molino de aceitunas que, posiblemente, se desplazara al Sur en la
temporada de la elaboración del aceite, como era frecuente entre los
vecinos de los pueblos con poca o ninguna oferta económica.
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A lo largo de la historia se
han producido abandono de pueblos, demasiado, pero en algunos no se
comprende, aunque se rumorea que les hicieron la vida difícil para
lograrlo. Porque un lugar como este debe dar mucha pena abandonarlo.
Próximo a Almarza (de donde depende administrativamente), lugar que ha
sido desde siempre foco de atracción por el mercado semanal y el potente
comercio hasta hace relativamente poco. No demasiado lejos de Soria
capital. Con abundante agua y vegetación. En fin, todo eso lo vieron
vecinos de la capital que, final del pasado siglo, comenzaron a
trasladarse, unos habitualmente, otros los fines de semana y compensar
lo que había sucedido años antes. Después llegaron los conciertos en
vivo de jazz y de ahí surgió otra iniciativa que fue llevada a cabo en
la capital, nos referimos a
enViBop,
también música en vivo, de quien fue alma máter Ángel Campos,
recientemente fallecido, por desgracia, y a una edad todavía temprana.
"El
Rincón de Espejo" es una casa rural de alquiler
completo, da igual la ubicación, todo Espejo de Tera, tanto su caserío
como su entorno, es lugar privilegiado, en este caso se trata de una
casa de piedra, junto a la iglesia. Por otro lado, los jóvenes han
restaurado la vieja fragua para sus reuniones. Estamos en uno de los
pueblos más bonitos de Soria que tuvimos el placer de visitar guiadas
por Ángel Campos a quien, a su vez, guiaba su precioso perrito.
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