Alrededor de cincuenta
personas habitan el cuidado -y hasta mimado- pueblo de Fuentecantos.
Muchos de ellos son niños, de lo que se deduce que la mayoría son
jóvenes. La cercanía a la capital, doce kilómetros, facilita el trabajo
en Soria y la residencia en Fuentecantos. También el alcalde es joven.
Juan Carlos García, de Podemos, cuenta con poco más de veinte años. Como
seña de identidad, ha renunciado al sueldo que le correspondería por
ejercer el cargo de primer edil.
Nunca ha sido Fuentecantos un
pueblo demasiado habitado, y siempre ha sido de realengo. En agosto de
1751, cuando se recogieron los datos para la elaboración del Catastro de
la Ensenada, eran 30 los vecinos además de dos viudas, por lo que si
estimamos cada vecino por cuatro miembros y teniendo en cuenta que cada
dos viudas se contabilizaban por uno, eran alrededor de 120. Un siglo
después, Pascual Madoz anotaba 164 personas residiendo en Fuentecantos.
Tampoco, pese a que por su término discurre la Cañada Real Soriana
Oriental, eran propietarios de muchas cabezas de ganado; además de los
propios para las labores del campo, poseían 166 cabezas de lanar.
A tres kilómetros se asienta
Chavaler que aprovechaba bien el paso de la Cañada, ya que tenía un
importantísimo lavadero de lanas, propiedad de los marqueses de
Alcántara. Poseían entonces -y suponemos que todavía- dos dehesas:
Juncares y Reedores, “de pasto privativo de los de Fuentecantos desde
tiempo inmemorial, con exclusión de los otros pueblos comuneros, desde
el 1 de marzo hasta el día de san Martín de cada año, en virtud de
cierta Real Ejecutoria que se conserva en el archivo de la Casa de la
Tierra”. Prestaban sus servicios un médico, un boticario, un cirujano y
un herrero. Eran propietarios, además de las dehesas, de la casa-concejo
y una fragua. Dos despoblados tal vez en la Edad Media, recoge tanto
Pascual Madoz como Gonzalo Martínez Díez en su importante obra sobre las
Mancomunidades de Villa y Tierra. Arquillo, a algo más de un kilómetro
al oeste, en torno a la actual majada de Arquillos, y El Henar (o Lenar),
1700 metros al SO, lindando con el camino de Tardesillas, a la derecha
del arroyo Fuencaliente, junto a las aguas.
El presente de este bello y
cuidado pueblo es halagüeño. Además de la juventud de su población (que
forman una Asociación Cultural) y del propio alcalde, cuya familia y él
mismo residen en el pueblo, mantienen rincones merecedores de una
visita. Uno de ellos es el conjunto de fuente y lavadero, con escultura
de mujer lavando en él, rodeado de árboles tal vez varias veces
centenarios.
Otro la iglesia de San
Miguel, patrón del lugar, con portada románica, elementos góticos, y
restos de pintura en sus paredes.
No menos interesante es el
Museo Etnográfico que han instalado en la antigua fragua. Con todo mimo
y acierto, conservan el magnífico fuelle, el yunque, los viejos libros
de la escuela, mapas antiguos, capazos, algunos documentos e
instrumentos que han logrado reunir de los vecinos. Dominando el pueblo
un relativamente moderno depósito de agua. En fin, lo dicho,
Fuentecantos, a la entrada de la comarca de El Valle, merece una visita
o una merienda a la orilla de la fuente.
©soria-goig.com,
2020