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El lugar de
Tozalmoro, perteneciente al Ayuntamiento de Arancón, se encuentra a unos
veinte kilómetros de Soria capital, y se accede por un desvío de la
carretera N-122, dirección Ágreda. Limita al Este con Peroniel y Omeñaca;
Oeste con Fuentetecha y despoblado de Cabrejuelas del Río, según el
Catastro de la Ensenada; Norte con Arancón; y Sur con Carazuelo, Ojuel y
Mazalvete. Todo su término está dedicado al cultivo del cereal, aunque a
la entrada puede verse, desde hace unos años, placas solares para la
obtención de energía. A lo largo del año son dos o tres los vecinos que
tienen residencia fija, aunque en verano, como en toda la provincia,
crezca algo la población. Buenas vistas panorámicas
desde el
Cerro Cencejo.
Históricamente, Tozalmoro perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de
Soria, sexmo de Arciel.
En 1270 su topónimo era
Toçalmoro. El topónimo se explica por "tozal", de origen prerromano, con
el significado de "cima de un monte o cerro". "Moro" podría explicarse
por la ubicación en la zona de algún yacimiento o torre de vigia.
Son pocos
los datos que pueden encontrarse de este pueblecito, por eso, como en
otros casos, hemos acudido al Catastro del Marqués de la Ensenada, para
recabar alguna reseña más de este lugar.
El 29 de
noviembre de 1751 acude a Tozalmoro, desde Martialay, don Francisco
García Cerraton, juez subdelegado para llevar a cabo la estadística. Dio
orden de que se notificara su presencia al alcalde pedáneo del lugar,
Manuel Jiménez, a fin de que nombrara dos peritos agrimensores “personas
prácticas e inteligentes de las tierras que comprende el término de este
lugar para que asistan a las diligencias…”. Debían hacerlo junto a
Manuel Gómez y Miguel García, nombrados por el juez subdelegado. El
alcalde, nombra a Manuel Castillo y a Silvestre Ximénez, vecinos de
Tozalmoro. Se les convoca a todos, junto al cura del lugar, don Joseph
Pedro de Canos, para el día siguiente. Los vecinos debían aportar las
relaciones con sus propiedades, que después eran reconocidas por la
comisión.
En base a
las respuestas dadas a las cuarenta preguntas del Catastro, podemos
saber que Tozalmoro era lugar de realengo, por lo que pagaban al rey
todos los impuestos, a excepción de los correspondientes a la Iglesia,
es decir, alcabalas, cientos, millones, nuevos impuestos y servicio
ordinario y extraordinario. La Iglesia, por su parte, percibía los
diezmos y primicias, este último al cura del lugar “por razón de la
administración de sacramentos”. Los diezmos, como era habitual, se
repartían entre el rey, el obispo de Osma y varias iglesias de Soria.
Las medidas
del término, que suponemos idénticas a las actuales, eran de Este a
Oeste 5625 varas; de Norte a Sur 6250; y de circunferencia 20230 “que se
andan en seis horas por ser el territorio muy áspero y con algunas
cuestas y lastras”.
En el siglo
XVIII el cultivo estaba más diversificado que en la actualidad, se
recolectaba trigo puro, trigo común, centeno, cebada, avena, yeros,
alberjones, guijas, berza y hierba. Se aprovechaba la bellota para los
cerdos, y la leña de las escasas encinas que poblaban el término.
Ya por
aquellas calendas eran escasos los vecinos, once, más tres viudas (que
contaban a efectos de leña e impuestos como medio vecino), más el cura.
Se dedicaban al laborero de las tierras, seis; al pastoreo del lanar,
tres; y otro vecino era sacristán. Residían en 13 casas, y además de
éstas, se catastran dos vacías, tres caídas, la consistorial, una para
la composición de rejas para los labradores (la fragua), y tres chozas
en el campo para encerrar el ganado, que se componía de: 914 cabezas de
lanar, 23 de vacuno, 1 yegua, 6 mulas, 11 asnos y 16 cerdos.
Eran propios
del Común, o propiedad del pueblo, dos tierras de sembradura, una
dehesa, y un monte de secano. La dehesa estaba destinada, como era
habitual, para el pasto de los ganados de labor. Poseían también una
casa para las juntas del Concejo y la fragua. Arrendaban cada año el
agostadero de la espiga a don Joaquín de Cabriada, vecino de Peroniel,
por 540 reales, y otra parte del agostadero al vecino de Narros,
Francisco del Río, por 423 reales. A segundo año arrendaban “el
Salobral”, por 60 reales cada dos años. Contaban con taberna, panadería
(horno), y mesón, que los vecinos servían por turnos.
De los
gastos anuales, el más importante era “un aniversario perpetuo que tiene
el lugar en días votados al cura”, que les suponían 60 reales. El
siguiente era el destinado a soldados pobres y cristianos nuevos, 30
reales. De limpiar arroyo, fuente y balsa, 20 reales. Otros tantos se
llevaba el contador de impuestos. Componer calles y caminos, 12 reales.
A la Santa Casa de Jerusalén, 11,50 reales. El convento de la Trinidad
de Burgos, para la redención de cautivos, 7 reales. Para el mismo fin,
al convento de la Merced de Soria, 6 reales.
Como puede
verse, tanto en impuestos como en gastos, la mayor parte de ellos iban a
parar a la Iglesia por cualquiera de las vías.
En esas
fechas de final del año 1751, residían, como hemos escrito más arriba,
once vecinos y tres viudas. En el Catastro de la Ensenada no aparecen ni
los segundos apellidos, ni los nombres de las esposas. Estos eran:
Manuel
Jiménez, alcalde pedáneo, labrador, casado, padre de una hija menor,
tenía contratados dos pastores y un criado, que le trabajaría las
tierras.
Don Martín
de Lavanda, del estado hijosdalgo, casado, labrador, dos hijas menores y
dos hijos, también menores, una criada.
Juan José de
Rueda, casado, labrador, un varón y dos hembras menores, y contratado un
pastor.
Patricio
Alcázar, casado, labrador, un hijo varón, dos mujeres, un criado, y un
pastor.
Manuel
Castillo, casado, labrador, dos hijos varones mayores de 18 años.
Juan Sanz,
casado, pastor.
Nicolás
Jiménez, casado, pastor, un hijo varón menor.
Silvestre
Jiménez, casado, labrador, un hijo varón.
Bernardo de
Ciria, casado, labrador.
Juan
Jiménez, casado, labrador, un hijo.
Manuel José
Abad, casado, sacristán, un varón y una hija.
María
Romero, viuda, dos hijos varones y dos hijas.
Bernarda
Calvo, viuda, una criada.
María de
Lázaro, viuda.
Se puede
decir que serían alrededor de cincuenta las personas que vivían en
Tozalmoro, en aquella época.
No sabemos
el número de habitantes que habría hacia la mitad del siglo XIX, o sea
un siglo después, toda vez que en el Diccionario de Pascual Madoz
(1845-1850), se interrumpe, por error de imprenta, los datos de
Tozalmoro. Sólo podemos saber que había veinte casas, además de la
consistorial que servía de cárcel y escuela de instrucción primaria a la
que acudían diez alumnos de ambos sexos.
En este
pequeño pueblo se conserva una de las iglesias románicas más
interesantes y mejor restauradas de la provincia, la iglesia de San Juan
Bautista, de la que dice la Enciclopedia del Románico que es edificio de
sillería, ábside semicircular, presbiterio cuadrado y una nave, con
espadaña a los pies. Una portada se abre al norte, donde está el
cementerio, y la principal al sur, precedida de un amplio atrio. De sus
canecillos destacan tres: uno muestra una figura masculina onanista;
otro una figura femenina contorsionista mostrando el sexo; y un tercero
parte de un hombre barbado, probablemente tocándose el sexo.
Tiene
Tozalmoro una ermita dedicada a la virgen de la Cuesta. De ella dice
Janáriz en su estudio, no publicado, sobre las ermitas de la Diócesis de
Osma, y más concretamente de su imagen vendida: “Los entendidos
quisieron llevar esta imagen a la Exposición Mariana de Sevilla, el año
1929, pero, por razones especiales, no se verificó. El famoso arqueólogo
Sr. Mélida elogió el mérito de la imagen, la valoró en ocho mil pesetas
y afirmó ser uno de los mejores ejemplares del siglo XIV. En el año
1934, el señor párroco D. Laureano Sanz, debidamente autorizado, vendió
la imagen y colocó otra en su lugar (…) la ermita se halla a 500 metros
del pueblo sobre un montecito y rodeada de campos de pan llevar que
constituye la riqueza del vecindario de Tozalmoro. Es de mampostería y
muy sencilla en todo: carece de sacristía, coro, espadaña y campana. La
fiesta principal se celebra el domingo de Quasimodo con misa, panegírico
y procesión. Por la tarde bajan la Virgen procesionalmente a la
parroquia donde la tienen hasta el primer domingo de octubre en que
después de misa la vuelven a la ermita cantando el Rosario”. Esta ermita
ha sido restaurada en dos ocasiones, la última, hará unos seis años, por
Jesús Antón Rodrigo.
De una
casona nobiliaria o perteneciente al alto clero, sólo pervive un muro y
una gran puerta de arco adovelado.
La fuente
fue instalada, en 1912, a expensas del vecindario, como reza en la
piedra. Próximo a ella, restaurado en 2005, está el antiguo lavadero.
©
soria-goig.com
«Haciendo Jabón»
soria-goig.com
Peroniel
del Campo y Tozalmoro, enclaves Templarios
Tozalmoro,
en el blog de Juan Carlos Menéndez
Tozalmoro
- caminosoria.com
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