Soria Pueblo a Pueblo
Fuentecambrón
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Habitantes
censados: 80
Altitud: 1.025
Lugar.
Su ayuntamiento agrupa al de Cenegro.
Acceso:
N-122 hasta San Esteban de Gormaz. N-110, dirección Segovia.
Kilómetros: 87
Gentilicio:
fuentecambronenses.
Apodo: chibarros.
Industria:
cereal: trigo, cebada, centeno, avena; girasol. Viñas. Colmenas. Ganadería
lanar.
Flora y fauna:
encina. Tomillo, espliego (se destilaba), salvia, manzanilla, sanguinaria
(depurativa), ruda, sabuco, rosa tabaquera (para las infecciones). Discurre
el río Pedro. Jabalí, corzo, liebre, conejo, perdiz, codorniz, tórtola y
torcaz.
Fiestas
principales: 15 de
julio.
Tradiciones perdidas:
el día de Nochebuena encendían hogueras. Cuando se casaban, los novios
pagaban, él, una arroba de vino y dos bacaladas; ella, tortas y miel.
Durante un tiempo no se celebró la festividad de la virgen del Rosario,
según algunos, debido a las malas cosechas; ahora vuelven a festejarla el 18
de junio.
Tradiciones conservadas:
juegan al soga-tira en las fiestas.
Guiso típico:
cordero al horno; cocido; judías blancas con liebre.
Generalidades:
Iglesia de la Virgen del Rosario. Despoblado de Santuy, donde se ubica la
ermita de la Virgen del Val y las ruinas de un molino; guardan en
Fuentecambrón la imagen de la virgen y un campanillo, del despoblado;
celebran una fiesta el jueves después de Pentecostés; contó esta imagen con
una importante cofradía, cuya concordia la formaban casi todos los pueblos
de alrededor: Aldea de San Esteban, Atauta, Morcuera, Olmillos, Peñalba de
San Esteban y Piquera de San Esteban, entre otros.
Lagares en ruinas. Palomares.
Había un ventorrillo.
Toponimia: El topónimo indica "lugar construido
alrededor de una fuente donde abundan los cambrones".
©
Isabel y Luisa Goig, Soria pueblo a pueblo y
Diccionario de habla soriana
Fuentecambrón,
vino, palomares y Concejo Abierto
Finalizaba octubre cuando
decidimos volver a Fuentecambrón. En 1995 lo habíamos visitado a fin de
recabar información para “Soria, Pueblo a Pueblo”. Entonces, y sin
saberlo, llegamos en plenas fiestas y pudimos fotografiar a unas señoras
que jugaban al soga-tira. Diecinueve años después y bastantes habitantes
menos, nos encontramos con otra grata sorpresa, la familia Rincón, de
Fuentecambrón, pero residente en el País Vasco, había acudido a su
pueblo para prensar la uva.
Hay cierto debate sobre el
nombre del lugar. La toponimia, ya se sabe, da para mucho. Pero, según
el principio de Ockham, que advierte que en igualdad de condiciones la
explicación más sencilla suele ser la correcta, se puede deducir que el
nombre se deba al arbusto que, como cambrón, cerval o espino negro
purgante, aparece en las enciclopedias.
Sea como fuere, en nada
altera el entorno de este singular lugar, limítrofe con la provincia de
Segovia, por donde discurre el río Pedro. Abundan los palomares
circulares, se divisa al fondo la Sierra de Pela, y tienen una zona de
bodegas excavadas en el monte, como en todos los pueblos de alrededor,
donde se conserva el vino de un año para otro. El caserío, bastante bien
conservado, está construido con bloques de caliza, lo que le confiere un
aspecto de solidez.
Dicen las estadísticas que su
población se fija alrededor de los cuarenta habitantes. Pero, tal y como
sucede en toda la provincia, esas personas, pese a estar censadas, no
residen en el pueblo, haciéndolo en núcleos de población sorianos más
habitados, como San Esteban de Gormaz, por ejemplo, e incluso fuera de
la provincia.
Su agregado es Cenegro y el
despoblado de Santuy pertenece también al término de Fuentecambrón. Este
conjunto forma Concejo Abierto. El despoblado tiene una historia
interesante que merece ser investigada. Tuvo título de villa y era de
señorío, concretamente de Melchor Jerónimo de Olasco, Olaso, o Laso y
Queipo de la Vega, vecino de Aranda, aunque Pascual Madoz le otorga la
vecindad en Valladolid. Era también señor de Velilla de San Esteban,
donde poseía un mesón o posada, sita al borde de la carretera.
Fuentecambrón, también de señorío, lo era del marqués de Villena y conde
de San Esteban, a quien se le pagaban los impuestos de martiniega y
alcabala, según el Catastro del Marqués de la Ensenada. Por este censo
se sabe que a mitad del siglo XVIII residían en Fuentecambrón 19
vecinos, 2 habitantes y 3 viudas. En los cultivos no refiere viñas, pero
sí todos los cereales, berza, lana basta, corderos, cabritos, miel y
cera.
Tenían también el cargo anual
de 58 fanegas de trigo y cebada por mitad, y seis gallinas, que debían
pagar al marqués de Quintanar. Un ascendiente todavía sin título,
Francisco Chaves Girón, vecino de la villa de Ayllón, dio en 1603 a
censo perpetuo al Concejo, vecinos y regidores del lugar de
Fuentecambrón, el prado boyal y toda la demás hacienda raíz de tierras,
prados y dehesas que le pertenecían en dicho lugar y sus términos
desde la hoja del monte hasta la piedra del río y desde la piedra del
río hasta la hoja del monte, según que todo ello está amojonado y
deslindado y según que vos, el dicho Concejo, lo habéis tenido y gozado
teniéndolo de mi a renta y de mis antecesores muchos años. Debían
pagar la renta el día de San Miguel de septiembre, conocido en el mundo
rural como San Miguel pagador, ya que era la fecha escogida para
hacer frente a todas las deudas una vez cosechado el cereal.
De la antigua iglesia
románica se aprovechó para la construcción de ésta, que no tendrá más de
dos siglos y está dedicada a la Inmaculada Concepción, la portada. A la
entrada del recinto pueden verse dos estelas funerarias antiguas, y en
la espadaña hay tres campanas, la situada más alta, el campanil como lo
llaman, es de la iglesia del despoblado de Santui.
Discurre la Cañada Real
Soriana Occidental a la que se ha unido, en el mojón de Peñalba de San
Esteban, Piquera y Fuentecambrón, la colada que se dirige a Miño de San
Esteban y Valdanzuelo.
©
soria-goig.com
En el web de
Piquera encontraréis amplia información de Fuentecambrón, del despoblado de
Santuy y de los pueblos de alrededor:
Piquera de San Esteban
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El prado boyal de Fuentecambrón
José
Vicente Frías Balsa
Debido a la distancia existente entre la capital de la Provincia y los
pueblos limítrofes con las provincias que nos circundan, existe una
serie de lugares, pueblos y villas que no han sido muy tenidos en cuenta
por los historiadores que, desde lejos, se han ocupado de estudiar la
historia y tradiciones de algunas de nuestras entidades de población. Un
caso curioso lo constituye la zona rayana con las tierras de Segovia, a
excepción de Cuevas de Ayllón municipio del que se ocupan, con cierta
periodicidad, Silvano Andrés de la Morena y Carme Muñoz Gimeno. Por eso
traemos hoy a estas páginas un caso como el del censo enfitéutico del
prado boyal de Fuentecabrón, que así se cita textualmente en el
documento conservado en el Archivo Histórico Municipal de Segovia, en su
rica sección de Protocolos Notariales. Y permítasenos recordar al obispo
Saturnino Rubio Montiel (1945-1969) del que aseguran que nunca pronunció
el nombre de este pueblo, refiriéndose a él, si es verdad lo que nos han
contado, como al pueblo que mal suena.
Se trata de la escritura censual por la que Francisco de Chaves Girón,
vecino de la villa de Ayllón, daba a censo perpetuo, para siempre jamás,
al Concejo, vecinos y regidores del lugar de Fuentecambrón, jurisdicción
de la villa de San Esteban de Gormaz, el prado boyal y toda la hacienda
que le pertenecía en dicho lugar y sus términos desde la hoja del
monte hasta la piedra del río y desde la piedra del río hasta la hoja
del monte, según que todo ello está amojonado y deslindado y según que
vos el dicho Concejo lo habéis tenido y gozado.
El Concejo y vecinos que al presente eran, y los que después de ellos
vinieran, se comprometían y comprometieron a pagar, anualmente, a
Francisco de Chaves Girón y a sus sucesores, cincuenta y ocho fanegas de
pan, mitad trigo y mitad cebada, y seis gallinas buenas para el
día de San Miguel, el 29 de septiembre. La primera paga la abonarían el
citado día del año 1604 y, caso de no hacerlo, correrían, además, con
las costas, daños e intereses que se hicieran al arrendatario.
Otra condición era que el prado le habían de tener perpetuamente bien
tratado, labrado y mejorado de todas las labores y edificios que en ello
fueren necesario para que siempre esté en ello cierto y seguro. Caso
de no hacerlo, se podía labrar y reparar a costa de los vecinos de
Fuentecambrón e por lo que en ello gastare seáis ejecutados... con
sóla la declaración del que lo gastare sin otra probanza ni averiguación
alguna, sin otra diligencia ni citación alguna.
No podían partir ni dividir el prado boyal y si por algún caso
fortuito del cielo o de la tierra: de piedra, secano, lluvia u otro
cualquiera que en el dicho prado y heredad acaezca (lo que Dios no
permita) y no se cojan frutos no por eso habéis de dejar de me pagar
enteramente el dicho censo perpetuo. Estaban obligados, además, a
hacer reconocimiento y renovar el censo, cada dos años, a costa de los
lugareños, corriendo por su cuenta, también, los gastos de
amojonamiento, debiendo de dar un traslado del deslinde al propietario.
Tampoco estaban facultados para vender, cambiar ni cargar otro censo
por ningún voto ni causa a iglesia ni monasterio, cofradía y hospital ni
a caballero ni escudero, dueña ni doncella ni otra persona alguna
prohibidas por derecho, salvo a personas lega, llana y abonada, y
esto último siempre con la carga y condiciones de dicho y previa la
licencia y consentimiento de Francisco de Chaves Girón.
El propietario, por razón del señorío directo que tenía sobre la
hacienda, les hacía entrega de la misma por dicho precio, que
consideraba era su justo valor; y en el caso que más valga de la
demasía -asegura- os hago gracia e donación.
La escritura se protocolarizó 19 de mayo de 1603, hallándose presentes
los vecinos del lugar de Fuentecambrón: Miguel de Alonso, Alonso
Labrador, regidores, Luis García, Pedro Peñalba, Lucas Peñalba, Juan de
Carazo y Hernando Macarrón. Se cita, también, a Pedro Francés que estaba
ausente y confesamos –dicen los primeros- ser todos los
[vecinos] que al presente hay. Fueron testigos, entre otros,
Antón de Arcos, vecino de la villa de Ayllón, Pedro Moreno, vecino del
lugar de Miño y Miguel Rupérez vecino que era del lugar de La Morcuera.
© José Vicente
Frías Balsa |
Piquera de San Esteban
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