Me pide María Luisa
que le haga algo sobre Piquera para su página de los Pueblos.
No sé si seré la persona más apropiada para esto,(*) pero como me he
comprometido, vamos a ello. Intentaré suplir, si es posible, mi falta de
sapiencia con mucho esfuerzo e ilusión. ¿Que os voy a contar de Piquera?
Pues, que es un pueblo como muchísimos otros, con unas pequeñas
peculiaridades que le hacen único, sobre todo para mí.
Todo pueblo tiene
su iglesia, una por lo menos; Piquera también tiene la suya,
aunque antiguamente hubo otra más, de la que no hay recuerdo en la gente
del pueblo. Una iglesia con todo lo que suelen tener todas las iglesias.
Yo, concretamente, os voy a hablar un poco de las campanas. ¿Cómo
se pueden expresar de forma tan diferente? ¡Qué escalofrío! cuando
tocan de forma lastimera en los clamores por algún difunto, ¡Qué
alegría y qué bullicio! cuando repican al empezar la procesión
de la fiesta de San Roque. Recordemos también algunos antiguos
toques de campanas: el toque del Alba (para iniciar el día), el de
oraciones (al atardecer, para dejar el trabajo hasta el día
siguiente) o el de rebato (con volteo de campanas a una hora no
habitual para un oficio religioso, que servía para avisar de alguna
incidencia en el pueblo, un incendio, por ejemplo).
Todo pueblo tiene,
o ha tenido, su olmo en la plaza; nosotros también.
Hasta hace unos treinta años tuvimos un olmo varias veces centenario que
se secó. Pocos años después logramos sacar otro nuevo adelante, a
pesar de la grafiosis que ha hecho estragos irreparables en la mayoría de
las olmedas.
En todos nuestros
pueblos, también, se ha jugado a la pelota a mano. En Piquera
hemos tenido la suerte de disponer de frontón para no tener que
jugar, como en otros pueblos, en alguna pared de la iglesia. La verdad es
que aquí resulta un poco complicado pelotear en cualquiera de las paredes
de la iglesia.
Siguiendo el
circuito que estamos dando por Piquera, ahora nos vamos a la fragua.
¡Qué ilusión nos hacía mover la palanca que sirve para cargar de aire
el fuelle de la fragua! Ilusión que era sabiamente administrada por Paco,
el herrero, en función de si quería mantener el fuego vivo o deseaba
economizar carbón.
De la fragua nos
vamos a la fuente que está muy cerca. Lugar de reunión de
jovencitos y jovencitas en las noches estivales como quizás hace unos años
hiciesen sus padres y sus abuelos. Lo que ya no entiendo es porqué la luz
de la farola no está fundida. Cállate, Salva, no inspires malas ideas.
El agua sobrante
de la fuente llegaba al lavadero que es un lugar destinado para
lavar todo tipo de prendas domesticas y personales, no como en otros del
norte de la provincia de Soria que estaban destinados, en plan industrial,
para el lavado de los vellones de la lana de oveja. Relacionado con el
lavadero voy a recordar el jabón elaborado con restos de la grasa del
cerdo y con sosa cáustica, antecesor del famoso jabón
"Lagarto", y el célebre "azulete" que servía
para convertir el blanco amarillento de las prendas en blanco luminoso.
Y
ya que estamos fuera del pueblo vamos a seguir en el campo. Podremos
encontrar dos montes de encina y chaparro; un pinar, no muy extenso; y una
gran cantidad de chopos en las orillas del río Pedro, de sur a norte en
todo su recorrido. En este río vierten sus aguas los arroyos de El
Henar y de Vegamorena, con un caudal de agua mucho más regular que el del
río en el que desembocan. En el apartado de la fauna podremos observar
como huyen los corzos cuando detectan nuestra presencia, o como corretea
algún conejo o salta alguna liebre, y una muy variada lista de animales
salvajes o ¿porqué no? algún rebaño de ovejas. Estate dispuesto
a usar tus sentidos al máximo porque te embriagarás con el olor del
tomillo y el espliego, sobre todo después de haber llovido; tendrás
ocasión de observar una amplia gama cromática en las hojas de los
árboles, especialmente cuando llega el otoño. Disfruta al máximo y
respeta la naturaleza.
Como estamos en
una zona vinícola deberé hablar algo de las bodegas y de los lagares. ¡Qué
ratos inolvidables a la puerta de la bodega o en la intimidad del
subsuelo!
De los lagares
voy a sacar a colación el conjunto de machones y tablones que servían
para hacer una plataforma al lado de la ventana del lagar para poder
acular los carros y descargar y pesar la uva. Todo este maderamen, una vez
depositados y pisados todos los racimos en el lagar, servía para
formar "el castillo", un entrecruzado de machones, con
los tablones haciendo de base, que conjuntado con la viga y el pilón se
empleaba para extraer el máximo de mosto de las uvas.
Como todos los
pueblos también hemos tenido un pasado. Nombres de topónimos como Los
Villarejos conjeturan una cultura romana, otros como El Castro
o el Cerro El Castro dan indicios de culturas anteriores a la
romana. De tiempos posteriores hay recuerdos del despoblado de Bascones
(sí, está bien escrito, es palabra llana) sin restos constructivos
visibles, pero sí documentales. Pero, sin ninguna duda, el despoblado más
querido es el de Santuy. Santuy fue una pequeña villa que estaba
situada en lo que es el límite de los términos de Piquera y Fuentecambrón,
emplazada en su mayor parte dentro de este último. Merece la pena darse
un paseo andando desde Piquera, poco más de media hora. Allí podréis
beber agua de su fuente, está exquisita, pero la tendréis que
beber de bruces, o acercándoosla con las palmas de vuestras manos en
forma de vaso, porque la fuente está conforme la creó la
naturaleza, sin ningún caño.
Todo esto que os
he contado, y mucho más, lo podéis encontrar en la carretera que lleva
de San Esteban de Gormaz a Segovia y a Madrid. En el kilómetro 81 veréis
unos carteles que ponen PIQUERA DE SAN ESTEBAN, aquí tomáis una
carretera local y pasados quinientos metros habréis entrado en mi pueblo.
Si queréis disfrutarlo más plenamente no os quedéis en entrar en mi
pueblo, dejad que mi pueblo entre en vosotros. Recordad que por estas
tierras estuvieron antes reyes (como Juan II de Castilla y su hermana, doña
María, reina consorte de Aragón) o literatos (como don Juan Manuel y el
marqués de Santillana).
Hasta aquí una
exposición necesariamente parcial de lo que es mi pueblo vista de una
forma un poco nostálgica. Si no he recogido las piezas más importantes
para esta exposición o lo he hecho de una forma indebida, solamente se
puede achacar a mi ignorancia y mi torpeza, por lo cual os pido,
humildemente, disculpas. Muchas gracias.
CURIOSIDADES
A poco más de un kilómetro de Piquera se encuentra la ermita de la Virgen
del Val, se ve perfectamente desde la carretera nacional. Esta ermita está
en ruinas y la talla de la virgen titular se halla en la parroquia de
Fuentecambrón
En Piquera se dice que fue robada por los de Fuentecambrón, éstos, por el
contrario, alegan que fue llevada a su pueblo, juntamente con el
campanillo de la ermita, por un hombre que estaba loco. En cualquier caso,
los fuentecambronenses no deben sentirse propietarios de dicha
talla, sino meros depositarios de una imagen que pertenece a una amplia
concordia que agrupaba a un buen número de pueblos. En una consulta
precipitada del libro de dicha cofradía, catalogado dentro de los
documentos de la parroquia de Piquera, he podido apreciar como miembros de
dicha concordia los siguientes pueblos: Alcozar, Atauta, Ayllón, Berzosa,
Carrascosa de Abajo, Fresno de Caracena, Fuentecambrón, Ines, Miño,
Morcuera, Olmillos, Peñalba, Piquera, Quintanarrubias de Abajo,
Quintanarrubias de Arriba, Rejas, San Esteban, Santuy, Soto, Torraño y
Torremocha. Es fácil que agrupe a bastantes más pueblos.
© Salvador Barrio (*)
Bajo la modestia de Salvador Barrio,
se encuentra un estudioso y laborioso investigador
de su pueblo, podéis comprobarlo visitando su magnífica web:
Piquera de San Esteban
de Salvador Barrio |