Traslado del Arca, 2016
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Un año más los vecinos de Almarza y San
Andrés han celebrado uno de sus días grandes, el Traslado de la Arca,
destinado a ser acto, costumbre o fiesta de interés, al menos, regional.
De un antiguo conflicto entre las dos
localidades y los hoy despoblados de Cardos y Pipahón, tiene su origen
esta fiesta. Se trata de una arca donde se guardan los documentos
generados por la posesión de una dehesa, propiedad mancomunada. La arca,
plena de documentos ya catalogados y publicados, permanece cada año en
una de las dos poblaciones. Este año le toca el honor a San Andrés, que
tiene habilitado un espacio protegido en el Museo Etnográfico, tal vez
el mejor conservado de toda la provincia.
La ceremonia,
laica, salvo por sendas misas que se celebran en las dos iglesias, a la
misma hora, está revestida de toda solemnidad y protocolo, acompañada
por autoridades, y amenizada por gaiteros. Las dos comitivas se unen a
mitad de trayecto, en el Canto Gordo, para llevar a cabo el trasvase,
previa apertura con dos llaves y comprobación de que los documentos,
perfectamente conservados, se encuentran en su interior. Desde
principio
del siglo XVIII se realizaba el traslado en el mes de enero entre los
días 15 y 28, algunos años en febrero, y en alguna ocasión en abril. Las
fechas quedan referenciadas, desde 1726, gracias a la anotación que se
hace del vino que se pagaba a los mozos para su traslado, se datan
nueve quartos que
costo una azumbre de vino para combidar a los que llevaron el arca de
los privilegios.
Desde hace
algunos años se trasladó al día de Reyes y sirve como colofón de las
fiestas navideñas.
En la alocución de Ascensión Pérez, la
alcaldesa, ésta ha anunciado una propuesta para que ese arcón-archivo
siga llenándose con documentos relacionados con los pueblos que componen
su municipio.
El invitado de este año de 2016 ha sido
Javier Pérez Andrés, periodista de referencia en cualquier medio de
comunicación, conductor del programa de la televisión autonómica El
Arcón, entre otros. Durante años, Pérez Andrés, defensor de la
municipalidad, como le definió Ascensión Pérez, ha recorrido cientos de
miles de kilómetros desempolvando ritos y costumbres, sacando de ese
arcón (hermano mayor de la Arca), viejos platos cocinados al amor de la
lumbre, vestidos para distintas actividades, narraciones y canciones
que, de no ser por personas como él, quedarían en el olvido y, en
comunidades pequeñas, directamente desaparecerían.
El
Arca - Archivo
Almarza
y San Andrés son dos interesantes localidades situadas al norte de Soria,
entre las sierras de Tabanera, Alba y Montes Claros y al pie de los
Cameros. El río Tera se encarga de animar sus términos y la vegetación
exhuberante a base de roble, pino, carrasca, tejo, haya y mil especies
más en su sotobosque, hace las delicias de gran número de animales
salvajes.
En
la actualidad Almarza es cabecera de municipio y agrupa los lugares de
Cubo de la Sierra, Gallinero, Portelárbol, San Andrés, Segoviela,
Sepúlveda de la Sierra y Espejo de Tera. El censo de 1998 nos decía que
en este municipio vivían 632 almas, que diría Madoz; la mayor parte de
ellas se las reparten Almarza y San Andrés. Los que nos estén leyendo,
si a la vez nos siguen, sabrán que no resulta raro hallar comarcas tan
pobres de almas en Soria, pero podemos asegurar que las hay más
deshabitadas. Nos perdonarán los almarceños y convecinos si, renunciando
por unas líneas a nuestras convicciones, damos más importancia al
entorno, conscientes de que sin el hombre nada sería como es. Pero es que
esta gran comarca abunda tanto de naturaleza que despista del hombre.
Además de las sierras que ya hemos mencionado, forma parte del entorno el
acebal de Garagüeta, lugar que se nos presenta humanizado, sin que el
hombre tenga mucho que ver, alcanzable, a la medida, con unos tonos de
verde que sólo la naturaleza es capaz de conseguir, y unos hongos como
puestos a propósito, con animales dibujados acordes con el maravilloso
decorado.
Los
hombres también dejaron su impronta, y lo harían a través de la
ganadería trashumante con toda la cohorte de mestas, mestillas, cañadas,
veredas, cordeles, prados, documentos que amparaban a mayorales, pastores,
ayudantes y zagales y, por encima de todos ellos, los grandes
propietarios, quienes serían agraciados con títulos nobiliarios, y,
nobleza obliga, ellos se verían obligados a engrandecer los pueblos
costeando iglesias y capellanías, blasonando las casas de piedra, la
noble piedra ya por ella misma, y dejando para la posteridad un patrimonio
digno de ser enseñado. Anduvieron por esta zona los Medranos –después
condes de Torrubia-, los Vinuesa, Ríos, Montenegro, marqueses de Vadillo,
de Zafra, condes de Guendulain, Gómara, Puebla de Valverde... Y, mientras
la trashumancia iba desapareciendo, la nobleza se hacía innecesaria y los
colonos recobraban sus tierras, los escudos se iban dorando y
embelleciendo más, libres ya de pesos. Lo que fuera casa fuerte de los
Medranos se fue convirtiendo en quesería, la casa de los López
Montenegro en colegio, el solar sobre el que se autorizó el marquesado de
Vadillo se hundió ...
Cada
año, por la festividad de los Reyes Magos, dos pueblos de esta tierra,
Almarza y San Andrés, se unen para llevar a cabo una ceremonia, por lo
sencilla, entrañable, ya que recoge el respeto de unos pueblos por su
historia. Los siglos pasan pero unos documentos unen ese pasado desde el
año 1367 hasta hoy mismo. Esos documentos se encuentran guardados en un
arca de madera y, en ella, se concentra la historia de una comunidad que
fue, que es y que será, gracias a ellos y a la voluntad de todos por
conservarla. Y esa historia, dentro del arca, cada año, se traslada de un
pueblo a otro para ser custodiada por todos, con sus alcaldes a la cabeza.
Decimos del "Traslado del Arca".
Hace
unos días, con la ceremonia que requiere el acto, el Arca fue llevada al
Archivo Histórico Provincial para que sus técnicos procedan, por espacio
de dos meses, a la filmación de todos esos nombres, fechas, cifras y
firmas reales, para que estos puedan ser estudiados por los investigadores
que lo deseen. Es una forma más de colaborar con la Historia. Pero ya
hace más de sesenta años, Blas Taracena Aguirre hizo una relación de
estos documentos, e inventarió 38. Por ellos sabemos que la dehesa, sus
privilegios y organización, era compartida por cuatro lugares: Almarza,
San Andrés, Cardos y Pipahón, estos dos últimos despoblados en la
actualidad.
A
la espera de investigar sobre ellos y extendernos más en una próxima
entrega, diremos que de estos dos enclaves existe primera noticia en el
censo elaborado en 1270. Cardos, perteneciente a Almarza, se ubicaba a mil
metros al sur, a la derecha, lindando con la carretera de Almarza a Soria,
frente al punto kilométrico 21,500; este lugar se conoce también como
San Miguel. Por su lado, Pipaón, en el que fuera término de San Andrés,
estaba a unos doscientos metros a la derecha del río Tera, y a unos
trescientos de la confluencia del arroyo Celadillas. Los datos los recoge
el padre Gonzalo Martínez Díez, en su muy interesante obra "Las
Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana".
Vayamos,
como adelanto de lo que en un futuro puedan ser nuevas investigaciones, a
pasar la vista por lo que Blas Taracena recogió de este arca. Los
documentos, en su forma externa, están escritos unos sobre pergamino –los
correspondientes a las fechas de 1367 a 1497-, otros mixtos
pergamino-papel, algunos son de papel pero forrados en pergamino, los hay
encuadernados, otros envueltos en cantorales, un cuaderno de papel forrado
en piel roja y dos enormes sellos de plomo, por hacer un inventario
somero.
El
más antiguo de estos documentos –número 1 de la clasificación de
Taracena- es el "Traslado de una carta de privilegio dada por el rey
don Alfonso amparando a los cuatro Consejos de Almarza, San Andrés,
Cardos y Pipahón en la posesión de la dehesa. Fecha 15 de junio era
1367. Dada en ¿Madrid?". La mayor parte de los legajos dan por hecho
que la posesión de la dehesa boyal es compartida por los cuatro lugares:
San Andrés, Almarza, Pipaón y Cardos. A lo largo de la historia,
diferentes reyes confirman los privilegios, siempre reconociendo la
co-propiedad. Los contenciosos eran mantenidos con otros lugares y
entidades. Así, en hoja de pergamino, el rey Enrique confirma el
privilegio dado por el rey Juan en Burgos, el 20 de agosto de 1417, en el
que ordena a la ciudad de Soria "que no les inquiete –a los cuatro
lugares- en la posesión de la dehesa y que no les interrumpa el disfrute
de la misma". Contencioso también debieron mantener con la Mesta,
según se desprende del documento 9 del inventario Taracena,
"ejecutoria ganada contra el Concejo de la Mesta por Almarza en el
mes de agosto de 1463"; el número 13 recoge asimismo el pleito
mantenido contra la Mesta y doña Teresa Vinuesa Salcedo "sobre hacer
baldear la dehesa".
Cuando
puedan consultarse todos estos papeles, se sabrán las penas sobre los
ganados que entren a la dehesa (provisión real dada en Madrid el 20 de
febrero de 1530) según las ordenanzas dadas por el emperador Carlos y la
reina Juana, su madre. Sabremos detalladamente de la sentencia sobre la
Casa de Vadillo impidiéndoles "gozar el camino que está por cima
del molino de los herederos de Manuel Gonzalez vecino de Almarza", o
de la ejcutoria ganada en Valladolid, el 21 de junio de 1652, contra don
Antonio de Salcedo, y que le impedía pasar con sus ganados por la dehesa.
De 1675 se conserva una escritura de compromiso hecha entre los lugares de
Almarza y San Andrés con el de Gallinero sobre que estos últimos no
puedan entrar "con vara alta" (1) en el término común de los
primeros.
Existen,
entre todos estos legajos guardados cuidadosamente en el Arca, algunos que
se refieren a otros pleitos por la posesión de la ermita de los Santos
Nuevos, firmados por el venerable Palafox, obispo de Osma, que
comentaremos en un próximo trabajo para el que seguiremos al padre
Damián Janáriz y su investigación sobre las ermitas de la diócesis de
Osma.
Hemos
acudido al Catastro del marqués de la Ensenada para ampliar la
información del objeto físico de toda esta documentación. En 1754, para
aportar los datos al catastro que hacemos referencia, según la pregunta
12 del formulario, ésta se interrumpió para proceder al protocolo:
"Se suspendió esta pregunta hasta la concurrencia de los alcaldes
regidores y peritos del lugar de San Andrés para responder uniformemente
con los de Almarza sobre el procedido de la dehesa común de uno y otro
pueblo (...) [comparecieron] Gregorio Santa Ana y Manuel Ventosa Moral,
alcaldes de San Andrés, y Juan Martínez Tejado y Pedro Tierno,
regidores, Francisco Sanz y José Hernández, peritos...". Dijeron
que "la dehesa es común de uno y otro pueblo pro indiviso", era
considerada de primera calidad y estaba poblada de robles y hayas.
Solamente la parte perteneciente a Almarza ocupaba 1.762 yugadas (2) de
las 4.886 para todo el término. Por razón de pasto, leña y bellota
produce 4 reales de vellón/año/yugada".
(1)
Según el Diccionario de Autoridades, "entrar con vara alta" es
una expresión con que se dice de cualquiera que quiere ostentar
superioridad o mando.
(2)
Una yugada correspondía a 3.200 varas castellanas cuadradas; cada vara
mide 83,59 cms. Pero ya yugada era también considerada la porción de
tierra de labor que podía arar una yunta en un día; también equivalía
a cincuenta fanegas.
©
Isabel Goig Soler
Documentos del Arca-Archivo, María Pía Senent Díez
En
la sección de Artículos de La
Voz de Almarza, podéis leer sobre el Libro Documento del Arca-Archivo
El traslado del Arca, 2013
Como
cada año, en la festividad de los Reyes, los habitantes de Almarza y San
Andrés se dan cita en Canto Gordo para traspasarse la responsabilidades
de la guarda y custodia de los documentos que hacen referencia a la
Dehesa de la Mata, propiedad de ambos pueblos así como de los de Cardos
y Pipahón, despoblados, en una fiesta, o rito, denominada Traslado del
Arca. Este año de 2013 el encargado de pregonar la fiesta ha sido el
librero y editor César Millán, cuyo texto publicamos a continuación.
Pregón del Traslado
del Arca
César Millán
Vecinos
de Almarza y San Andrés, de San Andrés y Almarza, autoridades y aquellos
que nos acompañan hoy: Buenos días.
Es para mí un gran honor, no exento de
responsabilidad, el haber sido invitado a presenciar uno de los momentos
más importantes y excitantes que unen tradición y comunión en esta
nuestra provincia de Soria, el traslado del Arca, en esta ocasión, de
San Andrés a Almarza; una demostración más de la importancia de cada uno
de los acontecimientos que se producen en nuestros pueblos.
La historia, por mucho que algunos se sigan
empeñando en señalar lo contrario, se hace de las pequeñas cosas, la
construyen los pueblos y sus habitantes en aras de preservar el legado
de sus mayores y conservarlo para cederlo a sus descendientes. Y para
ello es la tradición y la propia historia la que debe encargarse de
recordar, y mantener, cada uno de los momentos importantes del año, pues
no olvidemos que sois vosotros los verdaderos custodios de la historia y
que gracias a los documentos que en el Arca se guardan hemos comprobado
lo que fueron, y en cierta medida lo que somos, los habitantes de
nuestros pueblos. No hay que olvidar que aquellos pueblos sin tradición
se sienten faltos de sentimientos, de esa unidad clara para avanzar
apoyados en un bien común.
Aquí hoy, 6 de enero, como cada año nos encontramos
en Canto Gordo, en ese símbolo real de la perfecta identificación y
comunión de dos pueblos (en la memoria se mantienen Cardos y Pipahón),
en la unión para mantener viva la tradición y mostrar al mundo del siglo
XXI que todavía hay gentes, en este bello rincón de la Celtiberia,
preocupadas por mantener viva la esencia de sus pueblos. No debe, pues,
extrañarnos el comprobar la cantidad de los aquí reunidos, la emoción de
la espera y el júbilo de llevar a cabo la entrega unos y la recepción
otros. Por no hablar de cómo somos acogidos quienes llegamos de fuera,
que vemos, con un asombro difícil de ocultar, el arraigo de esta
ceremonia, de esta tradición que se nota corre por vuestras venas y que
logra trasladarnos a los que os oímos hablar del Arca una sensación tan
fantástica que produce un cosquilleo interior, unos nervios increíbles
por sentirnos partícipes, en pequeña medida, de un acto que ahonda en
los sentimientos y en esa tradición que logramos percibir todos los
sorianos y aquellos amantes de la Cultura con mayúsculas.
Y es gracias a la generosidad, a la unión de San
Andrés y Almarza, de Almarza y San Andrés, hoy seguimos, como hace al
menos 684 años (1329), celebrando la perfecta convivencia entre ambos
pueblos. El logro de caminar tantos años de forma unitaria, manteniendo,
eso sí, cada uno sus peculiaridades, y de soportar cambios y momentos
duros de la historia. Es la defensa común, la participación de ambas
poblaciones la que ha logrado, y sigue logrando, que se conserve viva y
latente esa historia y que avance a paso mucho más firme que en otros
lugares de nuestra geografía.
Nunca he creído en fronteras, al menos tal y como
se traducen en las lindes y los mojones de nuestros pueblos. Y soy de
una zona donde los litigios han sido el pan de cada día entre los
diversos núcleos rurales, de Covaleda. Y son múltiples los juicios en
que la historia ha sido testigo entre este y los pueblos vecinos siempre
por esas cuestiones territoriales, de pastos y de usufructo.
Por eso no dejo de asombrarme, y de verlo con sana
envidia, de vuestro logro, vecinos de San Andrés y Almarza, de Almarza y
San Andrés, para tener "el derecho igual al usufructo de la dehesa de la
Mata -"la dehesa de los cuatro lugares"-, el monte, las ordenanzas
comunes sobre riegos y el mutuo derecho a la pila de Santos Nuevos". Y,
por encima de todo, la total ausencia de documentos de litigio, la
perfecta unión a lo largo de estos casi 700 años. Pues pienso que dejan
verdadera constancia de la perfecta convivencia.
Podríamos hablar de historia, de esas fechas y
momentos históricos, de esos documentos que fervientemente guardáis en
el arca. Datos y cifras que forman parte de vuestra propia
idiosincrasia, del privilegio de Alfonso XI en el siglo XIV; del primer
libro de cuentas allá por el año de 1724; el cargo de los gastos del
vino para los mozos dos años después; los distintos litigios con la
Tierra de Soria, el Honrado Concejo de la Mesta y de tantos y tantos
momentos documentados, libros y leyendas en torno a vuestra tradición y
que hoy, aquí, en esta frontera irreal, se mantienen testigos de lo que
sois.
Es el Arca, y esta ceremonia que hoy celebramos, el
símbolo claro de que ambos pueblo sois capaces de custodiar, en perfecto
hermanamiento, vuestra propia historia. Y hacerlo, además, con una carga
sentimental digna de destacar y que nos llena de asombro a aquellos que
podemos participar junto a vosotros. Pues son tradición y sentimiento,
dos de los valores que mejor sabéis atesorar y que mantienen viva la
propia esencia de vuestros pueblos.
Y es que sois, todos vosotros, además de herederos
de los documentos que atesora este Arca de roble, los testigos presentes
de lo que debe transmitirse al futuro, un futuro que se abre claro con
todos estos niños y niñas que en breve serán ellos también portadores de
tan singular archivo. Y aunque parte de camino está andado queda ahora,
aunque cueste más de lo que debiera, ampliar nuestros horizontes y unir,
de nuevo, vuestras fuerzas y de aquellos que nos asomamos de soslayo,
para lograr que de una vez por todas este traslado, esta ceremonia, esta
fiesta comunal se convierta en Fiesta de Interés Turístico, regional
primero y luego, porqué no, nacional.
El traslado del
Arca, 2011
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