Hemos escrito mucho, y publicado en nuestra web, sobre ese
interesante pueblo de La Rinconada que es Trébago. Vecinos ha
tenido, y tiene, que se ocupan con cariño de la historia de este
lugar y, muy especialmente, de los oficios a que se dedicaron
tradicionalmente. La revista
La Voz de Trébago es su heraldo, el espacio donde dan a conocer
sus vivencias y cultura. La magnífica iglesia con el torreón, el
viejo pósito, las escuelas, las calles empinadas, la ermita de la
Virgen del Manzano, las leyendas, los bailes y gastronomía. Nosotras
hemos reflejado todo esto en nuestra web y en ella está publicado
también el magnífico trabajo que sobre las fuentes de la provincia
de Soria hizo Juan Ignacio Esteban Jáuregui, quien catalogó en
Trébago veintiuna. Fuentes
de Trévago, por José Ignacio Esteban
Nos faltaba (entre otras muchas cosas pues la historia de los
pueblos no se agota), interesarnos por el Centro de Canteras
Molineras, inaugurado hace pocos años. Aunque de los propios
yacimientos, y en la sección dedicada a Trébago de nuestra web, está
publicado el atlas de las piedras de molino de Francia y Europa -Meulières.eu-
donde aparecen los yacimientos de la provincia de Soria: Velilla de
Medinaceli, El Espino, Fuentelárbol, San Felices, Villar del Campo,
Muro, Calderuela, Canos, Canredondo, Cortos, Portelrubio, Urex,
Valdegeña, Valdelagua, Villar del Campo, Vilviestre de los Nabos,
Vinuesa, Matalebreras, y el propio Trébago.
Canteras
de piedra de molino en Castilla-León
Desde el Paleolítico existió la necesidad de moler,
especialmente las bellotas (además de otros frutos) con las que se
elaboraba el pan. En el Centro de Canteras Molineras de Trébago
puede verse una muestra de esos primitivos molinos de vaivén,
rotatorios, así como en el Museo Numantino de la ciudad y la más
extensa muestra en el yacimiento de Numancia. Más tarde, en el
Neolítico, con la agricultura, se hizo lo propio con los cereales,
por lo que, hasta fechas muy cercanas, funcionaron los molinos
harineros. Es difícil no hallarlos en cualquier pueblo de la
provincia de Soria, incluso en aquellos por donde discurría un
pequeño río, en cuyo caso sólo molía por temporadas, cuando el agua
era suficiente. Su existencia ha propiciado abundancia de protocolos
notariales, ya que la mayoría de los más importantes eran propiedad
de los nobles o de la Iglesia. Algunos de estos edificios se han
restaurado, y otros aparecen como ruinas de las que solamente
sobresalen las piedras de moler. Piedras que, en ocasiones, se
muestran medio enterradas en los cauces de los río, o como adorno en
las fachadas de los pueblos y, a veces, sobre soporte mecánico, son
utilizadas como afiladoras.
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Historias de molinos y molineros, canciones populares
referidas a ellos, refranes (“cuando no tiene agua el molino, el
molinero no tiene vino”), hechos acaecidos en fechas relativamente
recientes cuando existió el racionamiento, abundan en los pueblos,
donde el molinero o la molinera, eran figuras relevantes en la
sociedad, aunque con frecuencia tachadas de poco conocedoras de los
pesos y medidas.
Para que ellos y la molienda existieran, eran imprescindibles
las piedras para moler (una fija y otra volandera) y, a su vez, las
canteras de donde extraerlas, junto con las herramientas para
hacerlo. La Peña del Mirón, en Trébago, ofrece una cantera de
material de conglomerado ideal para ello. Y aunque en Soria
predominen los molinos harineros (sólo conocemos un trujal para
aceite en Villarijo, aunque podría haber más), se extraían también,
aunque en menor cantidad, piedras para trujales de localidades
vecinas donde abunda el cultivo de olivos y viñas.
Todo ello se hacía con herramientas de hierro y empuñaduras de
madera, que pueden verse también en el Centro de Canteras Molineras
de Trébago. Mazo, cuña, pico, palanca, bujarda, escuadra, compás...
El oficio de molero, ya desaparecido, no se limitaba a la
formación de piedras para moler, ya que los desechos se aprovechaban
para construir corrales u otras dependencias ganaderas, aprovechaban
el tiempo en la cantera para vigilar los animales que pastaban
alrededor, o pulían sillares para otras construcciones. Además de
esto, era necesario considerar, y mucho, el transporte, por lo que
era conveniente que la cantera estuviera lo más cerca posible del
pueblo. Un primer transporte se producía desde donde se había
extraído la piedra hasta un lugar adecuado para seguir trabajándola,
y después había que llevarla hasta donde había sido demandada. Para
ello se aprovechaban las vías pecuarias y distintos tipos de carros
tirados, primero por bueyes, más tarde por mulos. Hay que tener en
cuenta que pesaban entre quinientos y mil quinientos kilos.
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Un oficio este, el de molero, que requería de otros, como el
herrero y la carretería, tanto para la fabricación de carros como
para el transporte que, a buen seguro y para que según qué
distancias, sería realizado por los carreteros.
Desde el año 2012 funciona en Trébago el Centro de Canteras
Molineras. Un sábado del mes de febrero lo abrió el alcalde para
nosotras. El Ayuntamiento y PROYNERSO son los principales artífices
del mismo, con la colaboración de fondos europeos, la Junta de
Castilla y León y el Ministerio de Medio Ambiente. PALEOYMAS, Sonia
Montanel Tramulla y Santiago Osácar, se han ocupado de la
realización, textos, fotografías e ilustraciones.
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