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Oncala recibe de nuevo a las
merinas. 2022
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Tras dos años de ausencia a causa de la
pandemia del Covid, las ovejas merinas de los hermanos Pérez, de
Navabellida, han vuelto a Oncala para ser recibidas por el público
que las esperaba con impaciencia.
El hermoso pueblo de Oncala,
cuidado, limpio y restaurado, adornado de nogales para sorpresa del
amigo Frías Balsa, y de Pinus mugo, o pino de montaña,
regalaba, a todos los que allí esperábamos, un día muy soleado, con
distintas actividades relacionadas con el oficio de la Trashumancia:
esquileo, venta de cencerros, fritura de asadurillas, caldereta y
migas pastoriles.
A lo largo del día se pudo acceder a dos
interesantes museos, el Pastoril y los tapices que cuelgan de la
iglesia de San Millán. Delante del frontón, Abel de Vicente llegaba
hasta el alma de la madera para extraer de ella la de un pastor.
©
soria-goig.com
Oncala. Un año más llegan las
merinas. 2018
En días como este de julio y en Oncala, se
agradece vivir en Soria, no residir, Vivir, con mayúsculas. La
primavera lluviosa y un verano que no acaba de arrancar, con
temperaturas suaves y el suficiente movimiento de aire como para
mezclar todos los olores (buenos y malos, vida en definitiva)
convierten aquel rincón de Tierras Altas que es Oncala en lo más
parecido a un paraíso, a un festín para los sentidos.
A los pies del barrio alto discurre el río
Mayor o Linares recién nacido, que va a discurrir por espacios y
lugares tan queridos para nosotras, mil veces recorridos para
ensanchar, no sólo las vías respiratorias físicas, sino también las
del alma. Y a todo esto hay que añadir la propia manera de ser y
estar de los serranos trashumantes que han dejado a sus
descendientes una herencia que va mucho más allá de la material, la
solidaridad, la ayuda mutua tan necesaria cuando se recorren caminos
solitarios, la amabilidad y, en fin, esos sentimientos, esas
actitudes, capaces de convertir una vida dura y difícil en otra
amable.
Nos recibió un precioso cachorro de mastín
blanco y, a continuación, el rebaño de los hermanos Pérez, de
Navabellida, siempre dispuestos a mostrar cómo era la vida por la
cañada. Este año alrededor de cincuenta personas han hecho un trozo
de camino con ellos.
Después, recibimiento, calderetas, migas,
rosquillos, esquileo, galardones muy merecidos a los trashumantes
mayores y, por nuestra parte, el agradecimiento a los hermanos
Pérez. Los dos museos abrieron sus puertas para que se pudieran
disfrutar los tapices sobre cartones de Rubens en la magnífica
iglesia de San Millán, y el de los Pastores, donde, además, podía
visionarse un reportaje sobre el tema que se celebraba allí, la
Trashumancia.
Hermoso día, como siempre, con todo el pueblo
implicado, los residentes y aquellos que, en su día, se bajaron a la
capital y vuelven a arrimar unos hombros cada año más necesarios.
Relato: "Caldereta serrana"
©
soria-goig.com
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Oncala. De nuevo llegan las merinas. 2016
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El domingo, 10 de julio, asistíamos de nuevo a la llegada de
las ovejas merinas a Oncala. Fueron 1303 cabezas, propiedad de los
hermanos José María, Ricardo y Basilio Pérez Martínez, a quienes les
cabe el honor de ser de los últimos trashumantes de la Sierra
soriana. Las jornadas dedicadas a rememorar la Trashumancia habían
dado comienzo el viernes, 8 de julio, en Soria capital, teniendo la
oportunidad de participar durante tres días en la actividad
trashumante.
Mayores y niños disfrutaron del día grande, el domingo, unos
rememorando una parte sustancial de sus vidas, los más pequeños con
actividades apropiadas a su edad, además de las propias de lo que
allí se conmemoraba, porque los niños son capaces de asombrarse
observando qué hicieron sus abuelos cuando tenían la edad de jugar.
Hubo esquileo y juegos pastoriles. Pudimos ver hacer los
vellones, en el interior de los cuales se colocan cuidadosamente las
vedijas para que nada se desperdiciara. Se cocinó caldereta, migas y
asadurillas. Se podían adquirir productos como queso, miel y
derivados, cencerros y artesanía hecha con cuero. Fue día de puertas
abiertas en los dos museos de Oncala, el de pastores, gestionado por
la Asociación El Redil, y el de los tapices, que cuelgan de las
paredes de la Iglesia de San Millán.
Fueron galardonados siete merineros jubilados: Florián
Berdonces García, Florián Crespo, Isabel Fernández del Río, María
Revilla, Jerónimo García, Félix García Gil y Arcadio González.
Reproducimos parte de lo que don Blas Taracena Aguirre
(Soria, 1895- Madrid, 1951), arqueólogo, director que fue del Museo
Numantino, escribió sobre esta antigua actividad.
(…) Mi
cicerone de las cumbres contaba ya 72 años de vida activa y
trajinera, 52 campañas en Andalucía y 10 de retiro forzoso, con el
nostálgico recuerdo de la dulce soledad pastoril en los “quintos” de
Soria o Cameros y en los feraces pastizales béticos.
Fuerza de su
poco provechosa vida andariega le impulsó a ofrecerse para llevarnos
a puerto seguro a través de los puertos de la Sierra. Encogido,
sarmentoso y ayudándose en un cayado de roble, no parecía demasiado
seguro para excursión de tan rudo camino, pero su crédito de
conocedor de todas las veredas, del escondrijo de todas las fuentes
y del nombre de todos los picachos nos hizo confiar que, en pleno
estío, este hombre de 104 veranos (52 castellanos y para él otros 52
andaluces), que no conoció en las cumbres otra nieve que de la
Agosto, brillante y perezosa para fundirse bajo el sol, sería
conductor práctico y el más instruido de saber popular.
Al amanecer
emprendimos la subida por dura pendiente donde la vereda se abre
difícil paso entre las ramas bajas de los robles. Desmontados, en la
mano el ramal de las mulas y guardando difícil equilibrio, cruzamos
el cantarral de una “ensecada” cuyas piedras rodaban bajo los pies.
Algo más
arriba el verde oscuro del roble cambia por el cerúleo del acebo de
hojas espinosas y más aún, en la frontera del acebo, brota diáfana y
con engañosa profundidad una fuente de álveo profundo donde hacemos
el primer descanso salpicado de comentarios a la vida de los
pastores trashumantes.
La Sierra ha
estado nueve meses desierta. Desde fin de Septiembre a este fin de
Junio en que florecillas primaverales blancas y azules esmaltan las
verdes praderas y desde Extremadura o Andalucía llegan los primeros
rebaños de merinas, no la holló planta humana y ha permanecido
“triste y oscura” como dice el cantar pastoril sabiamente publicado
por Benedito. Bajo el cielo plomizo del Otoño, cruzada sólo por
algún campesino que buscó la rapidez de los atajos con desprecio a
la comodidad de los caminos, fue inhóspita y deshabitada y después,
en el invierno (“ivierno”como aquí dicen) tras las primeras y
tempranas nieves, cuando la blanca mortaja la sepultó, la dominó el
cierzo y la cellisca llenó barrancos y ocultó matorrales, las
cumbres fueron solo tierra de Dios y de las alimañas de Dios, que
inútilmente buscaron presa sobre el suelo helado.(…)
En nuestro
descanso el guía fue contando la despedida al marchar los pastores,
la triste situación invernal de estos pueblos merineros donde todos
los varones útiles van con los ganados dejando en la aldea las
mujeres, los viejos y los niños que todavía no pueden servir de
“zagales”; después los 25 días de lento caminar tras el rebaño por
las cañadas cada año más angostas, luchando con la falta de pastos;
anécdotas de episodios ya viejos del cruce de Sierra Morena,
confiando el dinero del viaje a la carlanca del mastín más fiero
para librarla del asalto de los bandidos; y por último la llegada al
riente cielo andaluz, promesa de blanda hospitalidad y descanso que
unos invertirán incidiendo colodras con imágenes de Santos, otros
bordando en los bellos chalecos de estezado flores o pavos reales
que desconocen en su tierra natal y los jóvenes cosiendo y bordando
faltriqueras que en el verano servirán de amoroso presente para sus
prometidas.
Notas folklóricas de la divisoria entre Duero y Ebro. Por Blas
Taracena Aguirre. Publicado en la revista Berceo en 1946, editada
por el Instituto de Estudios Riojanos. Reproducido por el Museo
Numantino en el Día Internacional de los museos 2016.
©
soria-goig.com
Oncala. Llegan las merinas. 2014 |
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Un año más, éste en
Oncala, han entrado las merinas procedentes de tierras del Sur, de
extremo, de donde Soria es cabeza. Qué decir de Oncala que no hayamos
dicho ya, y qué decir, también, de esta fiesta conmemorativa que no se
encuentre reflejado en este sitio web. Y no por ello, cada año, uno en
Los Campos y el otro en Oncala, deja de sorprendernos la esencia de esta
actividad tan auténtica como importante, que todavía en algunos pueblos
de Tierras Altas se sigue practicando.
Es necesario, y no
resulta difícil al menos para nosotras, despojar de todo lo superfluo (y
necesario a la vez para darlo a conocer a los visitantes) la fiesta que
se vivió el sábado, día 21 de junio, en Oncala, capital de la
Trashumancia. También hay que eliminar de la visión cámaras
fotográficas, por ejemplo, y fijarse en lo que suponía para los
trashumantes regresar a casa, a la familia, después de meses en tierras
lejanas (convertidas en parte de su existencia generación tras
generación) después de días y días caminando. Volver y encontrarse con
un nuevo hijo, tal vez con la ausencia de alguno de sus mayores, noticia
recibida ya en extremo, y durante unos meses recuperar la normalidad
mantenida por las mujeres, verdaderas cuidadoras del hogar y la familia.
Ver desde el puerto
las casas arracimadas, sobresaliendo la iglesia de San Millán, saber que
en minutos se encontrarían con la familia, debía ser una emoción
profunda, sólo controlada por el carácter fuerte y telúrico de una casta
de ganaderos que, cuando el último de ellos deje esta vida, no volverá a
repetirse. Porque los que quedan podrían tomar el relevo, lo llevan en
los genes, pero sabemos que la Trashumancia, tal y como era, nunca podrá
volver a ser.
Tanto los vecinos de
Los Campos como los de Oncala, con sus alcaldes al frente, apoyados y
auspiciados por la Mancomunidad de Tierras Altas, echan el resto cada
año para que todos comprendamos qué fue y significó esta actividad. Como
decíamos, este año le correspondía el honor a Oncala, hermoso pueblo de
la Sierra, que lucía limpio y auténtico. Allí se dieron cita personas de
los pueblos vecinos, trashumantes algunos todavía, como los hermanos
Pérez, de Navavellida, y personas llegadas de otros lugares, además de
aquellos que durante tres días habían acompañado a las merinas por la
cañada, desde Soria a Oncala.
Entre ellos
destacaban, sin que ellos lo pretendieran, incluso sin que los
visitantes se percataran, los que fueron trashumantes oncaleses, o sus
hijos y nietos, que se ocupaban de hacer el chozo, por ejemplo, ese
refugio que, colocado cerca de los animales, con el pastor dentro,
servía para avisar de llegadas no deseadas de lobos hambrientos. Otros
enseñaban a guisar la caldereta. Contaban las merinas, esquilaban,
vareaban lana, la tejían, comían migas, en fin, todo aquello que, de no
ser por la iniciativa y el esfuerzo de todos los habitantes de los
pueblos de Oncala este año, y de Los Campos el anterior y el próximo, se
perdería para siempre.
Día, además, de
puertas abiertas en los dos museos, el Pastoril y el de tapices, en la
iglesia de San Millán, que por fin, este año, y después de treinta
incoado, se ha visto declarado Bien de Interés Cultural.
Puestos de miel,
dulcería, panadería, artesanía y cencerros, estaban situados en la
plaza, dando color, más si cabe, a la fiesta. Y este año se han unido
dos puestos de tintes naturales. Uno de ellos, Mundo Lanar, de Romi y
Ato, con mucho investigado sobre la actividad, que se basa en la
utilización de todo aquellos que la naturaleza ofrece (muy acorde con la
fiesta que se vivía) para teñir la lana.
www.mundolanar.com
Felicidades, un año
más, a los trashumantes en general y a los oncaleses en particular.
Esperamos poder felicitar, el año 2015, a los vecinos de Los Campos. Si
actividades, todavía vivas, existen en Soria y sus pueblos, es esta de
la Trashumancia la más representativa de todas ellas, también de las más
duras, o la más, y no por ello menos querida y añorada por los que
fueron y ya no son. Casi rito ya, y cultura todavía, en estado puro.
Por todo ello, para
que esta riqueza cultural, etnológica y etnográfica, no se pierda, es
necesario unir fuerzas y pedir, una vez más, que la Trashumancia de
merinas, con todo lo que conlleva, con su entorno, sus lugares de
procedencia y de arribada, sus vías pecuarias, sea declarado, de una vez
por todas, Patrimonio de la Humanidad.
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soria-goig.com
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