Como
decíamos en nuestro reciente libro
"Juegos populares
sorianos", las
manifestaciones culturales de distintos pueblos, a veces muy distantes entre sí, son muy
parecidas, idénticas en ocasiones. Y su transmisión, sin necesidad de medios de
comunicación, ha sido, desde siempre, un hecho incuestionable. Desde Mesopotamia mediante
sus tablillas de escritura cuneiforme y desde Egipto con sus jeroglíficos. Los romanos a
través de sus conquistas, los fenicios mediante sus mercadeos, los griegos con su teatro,
Europa a través del camino de Santiago, las Cruzadas con su ir y venir en su afán
protector, la trashumancia, y así un largo etcétera que serviría, entre otras
alegrías, para desmontar el papel indispensable que, a juicio de la mayoría, juegan los
actuales medios de comunicación.
En este tablero de culturas que es España, o los distintos estados de
este país, o como queramos llamar a la península ibérica con sus islas, resulta
emocionante constatar cómo han influido unas y otras costumbres y ritos, haciendo que se
conserven las autóctonas, mezclándose en ocasiones con las foráneas, formando un
interesante entramado donde etnólogos y curiosos pueden investigar, desbrozar y lanzar
hipótesis, a veces hasta disparatadas, y otras quedarse en el simple enunciado o
divulgación para que se pueda seguir investigando en el camino abierto.
Las pasadas Navidades, tras unos largos meses de quietud obligada,
decidimos madre, hijos y Sergio-nieto practicar un ojeo cultural-turístico por la comarca
del Tarragonés, donde reside parte de la familia. Y allí, tras una ardua labor de
desbrozo llevada a cabo mentalmente desde la arena de la playa hasta el núcleo urbano
sobre el otero, descubrimos una deliciosa comarca. Fue duro, pues se hizo necesario
eliminar edificios en primera línea de playa, vía férrea, edificios en segunda línea
de playa, carretera y autopista, urbanizaciones en tercera línea y, por fin, allá
arriba, Creixell, o Altafulla, o Tamarit, o Torredembarra, o Roda de Bará, o la Pobla de
Montornés. Poblaciones todas ellas ya con poca tierra para dedicar al cultivo
mediterráneo, pues buena parte de ella ha sido utilizada para esas "segundas,
primeras y terceras líneas de playa", aunque todavía, en lugares más alejados de
la vorágine turística, crecen por allí olivos que dan aceite del mejor, avellanos y
almendros con los que poder elaborar el romesco y viña para conseguir el vino
denominación Penedés, Tarragonés o el mismísimo Vino de Misa, de Terra Alta. Incluso
en algunos lugares, como Roda de Bará, pervive una buena zona de huertos donde se cultiva
la escarola para el xató y habas para cocinarlas a la catalana.
Todos esos pueblos de la franja costera del Tarragonés conservan entero
como Tamarit o Altafulla- o en parte sus castillos, torres de defensa y restos de
murallas de cuando tenían que luchar contra los moros o los piratas; sus pasadizos
intrincados e intercomunicados para, a la voz de "moros en la costa", como nos
contaría Amadeu, perderse por ellos. Mientras en Castilla se creaban líneas defensivas
con los ríos como limes, allí era el mar por donde llegaba el peligro y frente a él,
desde los castillos, esperaban los alcabuceros para reventarles la nave a los moros. Ya en
este siglo, y por los mismos túneles, se perdería el contrabando llegado muchas veces
desde Mallorca "las barcas del March"-, después banquero y primera
"cartera" de España. Desde Torredembarra saldrían barcos con vino del
Tarragonés para Cuba y regresarían con ron para Cataluña, creciendo así una industria
tonelera que ha llegado hasta hace pocos años.
Ese afán conservador de la cultura, las costumbres y la historia que
admirablemente muestran los catalanes, se vio reflejado en nuestra conversación con el
señor Amadeu Vila, el peluquero de Torredembarra, nacido, como su esposa Montserrat, en
la Pobla de Montornés. Él mismo es un ejemplo de ese conservadurismo nada que ver
con ninguna corriente política- pues tanto su nombre como su profesión se ha transmitido
a su nieto, pasando previamente por su hijo. La charla con el señor Amadeu y el almuerzo
en una casita de Altafulla, propiedad del señor Jaume nos dio argumentos para el presente
trabajo. Desde hace años se reúnen para almorzar un grupo de amigos de todas las edades
y procedencias, a las nueve de la mañana de los sábados, a base de contundentes
productos de la tierra, vino de la comarca, orujo gallego y bizcocho hecho cada sábado
para la ocasión. Ni un solo sábado fallan los almuerzos de Altafulla.
El Rescate de las Cien Doncellas
Pues bien, entre una historia y unas costumbres marcadas por el
Mediterráneo, que podrían definirse en principio como muy distintas a las sorianas,
encontramos algunas cosas que las relacionan, siendo, tal vez la más llamativa, el
Rescate de las Cien Doncellas, en Vila-seca de Solcina, comparable a las
*Móndidas
de San Pedro Manrique. Sabíamos de la leyenda y la información nos fue ampliada en el
Ayuntamiento de Vila-seca, donde tuvimos ocasión de hojear un libro, todavía embalado en
cajas, recién editado, sobre la leyenda y los distintos pueblos donde se sigue
practicando algún rito relacionado con ella: Bagá (Barcelona), Vila-seca (Tarragona),
las dos con el nombre de El Rescat de les Cent Donzelles; Sanmartín del Rei Aureliu
(Asturies) con el nombre de El Tributu de les Cien Doncelles; en Betanzos (A Coruña),
donde se la conoce como O Tributo das Cen Doncellas; en León Las Cantaderas; en
*Sorzano (Logroño) como Fiesta de Doncellas; en Sainza y Rairiz de Veiga (Ourense)
como Combate entre moros y cristianos; Las Siete Mancas, en Simancas (Valladolid) y en
Soria Las Móndidas, tanto de San Pedro Manrique como de su área de influencia: Sarnago y
Ventosa de San Pedro.
La leyenda, de la que se asegura nacida en Bagá (Barcelona), capital de
la baronía de Pinós, fue difundida por Pere Tomic, por la escuela histórica de Santes
Creus y por la devoción popular a San Esteban. Tal y como ha sido difundida y como es
representada, esta leyenda, concretamente, puede decirse que nació en Bagá, pero esta
leyenda y todas las que, con unos u otros ingredientes y con distintas variantes, tratan
de rehenes en forma de doncellas para los gineceos de la morisma, forman parte del acervo
legendario de este país, inmerso en la lucha entre cristianos y musulmanes durante la
friolera de siete siglos. Todas ellas se fundamentan en un elemento de origen pagano, el
rescate; y un milagro, la intervención de un santo o la virgen para excarcelar al preso y
evitar con ello que las doncellas llegaran a incrementar los harenes de los musulmanes.
La leyenda de Bagá-Vila-seca, con fondo histórico, tiene como personajes
al conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, organizador de una expedición a fin de poner
fin a las tropelías de los piratas musulmanes, y al capitán de su ejército, Galcerán
de Pinós, heredero del señorío de Bagá. (Pinós está en los apellidos del condado de
Santa Coloma, relacionado con Tarragona y con Soria, concretamente en el que ostentaba el
título en1787). Tienen éxito en la expedición, pero el heredero de Bagá y uno de sus
escuderos son apresados por los sarracenos. Para devolverles exigen al señor de Bagá
"cien mil doblas de oro, cien trapos de brocado de oro, cien caballos blancos, cien
vacas bragadas y cien doncellas". El señor consigue todo menos las doncellas, las
cuales son ofrecidas por sus vasallos. Mientras la comitiva se encaminaba hacia Salou
lugar escogido para el intercambio- San Esteban, a quién el joven Pinós se llevaba
encomendando a lo largo de todo su cautiverio (5 años), le liberó depositándole en el
puerto de Salou sin necesidad de que tuviera que hacer el viaje con sus carceleros, s
decir, le transportó milagrosamente. Heredero y escudero se encaminaron hacia Tarragona y
a medio camino, en un carrascal, en término de Vila-seca, se toparon con las cien
doncellas y la comitiva que acudía a Salou para el intercambio. Las muestras de
agradecimiento fueron muchas, tanto para las doncellas, como para las familias, como para
el santo Esteban. Como recuerdo de aquellos hechos, en Bagá se representa el Rescate
durante la Semana Medieval, organizado por la Asociación Medieval de Bagá. En Vila-seca
de Solcina se representaba el Baile de San Esteban hasta 1896. En 1965 se volvió a poner
en escena en catalán, en homenaje al nuevo monolito ubicado en el lugar donde se
encontraron Galcerán y su escudero, liberados milagrosamente por San Esteban.
Recordemos que en Soria existe un milagro parecido al de San Esteban, en
este caso gracias a la intervención de la virgen de la Llana, de Almenar. Nos referimos
al *"El
Cautivo de Peroniel", también en poder de la morisma, el
cual, fuertemente atado con cadenas, en el interior de un arca, fue transportado hasta
Almenar. En el caso soriano el meollo de la leyenda es una historia de amores imposibles
entre un criado y la hija del marqués, lo que motiva el alejamiento del muchacho y
posterior encarcelamiento y venta a un amo despótico, ruegos a la virgen y
transportación. Cada año se celebra romería y se conserva el arca y las cadenas.
Las relaciones entre el Rescat de les Cent Donzelles y las Móndidas en
San Pedro Manrique y otros lugares de Tierras Altas sorianas, se halla, además de en la
tradición popular y legendaria derivada de esos siglos de luchas, en el número de
doncellas solicitadas. Mantiene la tradición que en la zona soriana y riojana sí se
pagó por un tiempo el tributo de las cien doncellas ofrecido por el rey Mauregato de
León (hijo ilegítimo de Alfonso I y de la mora Sinsandra), al moro invasor si le
apoyaban en su coronación. Después, Alfonso II el Casto se negaría abiertamente al
tributo y la batalla de Clavijo, con aparición del Apóstol Santiago incluida, acabaría
con el temible tributo. La base histórica de esta leyenda se encuentra, casi con
exclusividad, en que tanto Mauregato como Alfonso II "El Casto", fueron reyes de
Asturias, el primero reinó seis años, sucedió a Silo y murió en 789; y el segundo
sucedió a Bermudo "El Diácono", reinó alrededor de cuarenta años y murió en
el 842.
Tan arraigadas se encuentran a veces las leyendas en el sentimiento
colectivo, que podría asegurarse que han sido vividas intensamente por las personas que
conforman ese colectivo. Tal es el caso de Ventosa de San Pedro, donde nos contaron que
durante muchos años en toda la zona de la Sierra donde tradicionalmente se celebran las
Móndidas, evitaron hacerlo por la leyenda de que se trataba de un tributo de doncellas,
que atemorizaba a la gente pensando que también a ellos podían quitarles a sus hijas.
Venciendo esta resistencia, en Ventosa de San Pedro organizaban la fiesta los matrimonios
por orden de registro en el Ayuntamiento, ejercían el cargo de mayordomos y sobre ellos
recaía el peso de la organización y el gasto.
Los condes de Santa Coloma, entre Tarragona y Soria
Decíamos que el apellido Pinós del héroe de la leyenda del rescate se
hallaba entre los de los condes de Santa Coloma en un momento concreto de su historia. En
El Catllar, pequeña población del Tarragonés con apenas dos mil habitantes, se conserva
un castillo con dos torres y un lienzo propiedad de los condes de Santa Coloma. El condado
fue concedido el 18 de julio de 1599 al XXIV Señor de Santa Coloma de Queralt
(Tarragona), la cual recibe el apellido del propio de los señores, Queralt. Su posición
hacia el centralismo en la campaña del Rosellón le valió la enemistad en todo el
Principado. Al estallar, en 1640, la llamada revuelta del Corpus de Sangre (donde a los
segadores se les unió la población en contra del centralismo del conde-duque de
Olivares), el conde de Santa Coloma virrey por entonces- se refugió en las
Atarazanas de Barcelona y al intentar alcanzar una galera genovesa que le esperaba en el
puerto para huir cayó sobre unas rocas y murió.
Emparentaron los condes, por matrimonio, con nobles sorianos, marqués
Velamazán entre otros, y conde de Cifuentes, localidad ahora de Guadalajara, pero de la
jurisdicción, durante siglos, de los duques de Medinaceli. Adquirieron propiedades
rústicas y urbanas en Ágreda, Morón de Almazán, Medinaceli y Muriel de la Fuente,
donde se conservan los restos del palacio-castillo. Pero sobre todo fue, como condesa
viuda, propietaria de numerosos edificios en Soria capital, incluso una casa-posada en la
plaza de Herradores. Ahora residen en Sevilla.
La Virgen gorda, el divino infante y el joc del follet
Siguiendo con estas curiosas relaciones entre Soria y la antigua imperial
Tarraco y su comarca, encontramos una leyenda dada a conocer por Joan Salvat y Bové, en
un libro titulado "La Ciutat y Camp de Tarragona" (1969), "La Verge grossa,
el Diví Infant y el Joc del Follet". Viene a decir que en los muros del claustro de
la catedral de Tarragona hay una capilla muy antigua de la Verge de la Guía. La imagen es
de gruesas proporciones, de escuela bizantina, coronada y sentada, que aguanta con la mano
izquierda el Diví Infant sobre sus rodillas. Cuenta la narración popular que el
niño a ratos baja de la falda de su madre porque como buen muchacho y buen compañero
quiere ir por el corredor del claustro y jugar al follet con los escolares y niños
de Tarragona. El juego del follet consiste en dos tableros de damas o de juego
ajedrez formado por baldosas pequeñas cuadradas que forman parte del pavimento del
claustro. También el follet es un duende, un trasgo, está relacionado con algunos
ritos de carácter privado al considerar a esta figura como un espíritu familiar. Acabada
la inocente diversión Jesús volvía a los brazos de su madre y se dice que todos los
años se le han de cambiar las sandalias por la humedad y por lo gastadas de las
correrías por el claustro.
En Matanza de Soria, de la comarca de San Esteban de Gormaz, tienen una
ermita dedicada a la Virgen de la Guía y existió la costumbre, hasta fechas recientes,
de acudir en rogativas, tanto los habitantes de Matanza como los de lo pueblos de
alrededor, generalmente en años de sequía, y sacaban la imagen en procesión; si los
favores no se conseguían con ella, acudían a la del Ribero, de San Esteban. De esta
Ermita de la Virgen de la Guía, a cien metros de la villa, dice textualmente el padre
Janáriz: "El rey Ramiro I, persiguiendo al ejército moro, libró batalla y lo
derrotó delante de la ermita; en recuerdo, la población próxima que se llamaba La
Guía, cambió el nombre por el de Matanza".
Otras afinidades: Diablillos, Danzantes, Cuarentenas...
En la Riera de Gaiá y otros pueblos de Tarragona y aún de toda
Cataluña- encontramos los Diables de la Riera y celebran el Ball de Sant Miquel
o Ball de Diables. Estos conjuntos de actuantes visten como la tradición indica
que se presentarían los diablos ante nuestros ojos. Llevan todo tipo de productos
pirotécnicos que van disparando. Se trata de crear un espectáculo que impresione. El
baile hablado o la representación teatral también puede estar presente, dependiendo de
la tradición de cada lugar, lo que implica la existencia de personajes como Lucifer, la Diablessa
o un ángel.
En Soria, concretamente en
*Ágreda, la víspera del 29 de septiembre, con
motivo de la festividad de San Miguel Arcángel, patrón de la villa, queman
*"Los
Diablillos". Se trata de una recreación de la vida de San Miguel, vencedor del
demonio; las mujeres agredeñas son las encargadas, cada año, de confeccionar los
diablillos (masculino y femenino) que posteriormente serán quemados, una vez que San
Miguel haya vencido.
Hemos encontrado también, en las Danzas de los
Llamosos, un rito muy parecido al del Ball de Diables de la zona del Tarragonés.
En el repertorio llevan 21 danzas, de las cuales 14 son de paloteo. En ellas interviene un
zarragón, encargado de dirigir, ordenar y entretener al público. Una de las partes de
estas danzas que no siempre interpretan- es aquella en la que interviene Lucifer y
un ángel. También en Soria, como en Tarragona, el texto de la representación cambia
según el momento histórico en que se representen. Por ejemplo las danzas de Los Llamosos
llevan en su repertorio una cuyo diálogo, entre el zarragón y el Diablo se desarrolla
así:
Zarragón: - "Soy capitán general que vengo con mi bandera a pelear
con el moro para terminar la guerra. Por mando del rey de España, que por ahora lo es, me
he metido en los campos del rey moro Lucifer".
Diablo: -"Traidor, con qué amplia libertad te has metido por mis
campos".
Zarragón: - "Porque son míos".
Diablo: -"Yo soy Luzbel. Lucífer, el Diablo, que vengo a por el
zarragón y a por los que le están guardando. No permite mi grandeza, ni venera mi poder
que yo adore por superior y cabeza y naturaleza del hombre y a lo dicho me mantengo con
mis escuadrones. Firmes
Alinearse
-no le escuchan, no le obedecen- Mas de mi
no hacéis, os castigaré. Soldados, firmes".
Angel: -"Ya están las tropas formadas y entro por medio del cuadro,
vengo por mando de Dios a sujetar a este diablo y en tanto mi zarragón me dirá lo que ha
pasado. ¿Qué ha pasado, mi zarragón?".
Zarragón:- "Que me ha querido matar".
Angel: -"Ignoras tú Lucifer que el Señor de los señores es un Dios
sabio y justo Creador Omnipotente. Ignoras que te dio el ser sacándote de la nada a ti y
a todos tus seguidores. Pues si nada tienes tuyo y de Dios son los favores, cómo soberbio
te pones contra la voluntad Divina en tan falsas opiniones".
Diablo: -"No quiero manchar mi espada con un triste gusarapo".
Angel: -"Calla, infame. Pon un combate conmigo, atrevido". Y
mata al Diablo.
Si esta representación hace referencia al moro y su invasión, existen
otras en el Tarragonés que se refieren al invasor francés y otra de la época
franquista, recogida en el Vendrell:
"Yo
soy el primer diablo
del infierno catalán
todos los que no creen en Franco
al infierno pasarán.
Lucifer
proclamamos
con sus cuernos cien por cien
el que no es de Falange
al infierno va también".
Estas danzas representan la lucha entre el Bien y el Mal, teatro primitivo
que podemos ver en los autos sacramentales, y que se representan al final en las figuras
del ángel y el demonio. Pueden encontrarse también en la mítica Sierra de la Demanda
burgalesa: Belorado, Barbadillo, Santa Cruz de Valle Urbión
En Barbadillo,
concretamente, aparece la figura de un cachidiablo, en lugar del zarragón. La diferencia
de esta burgalesa con otras, es que esta figura, al recitar versos, pide dinero la
gallofa- para celebrar después una fiesta.
Estas danzas cuentan en su repertorio con bailes de bastones, práctica
común, antes y ahora, en toda Cataluña. Julio Caro Baroja dice de ellas que cuando
tenían parlaments intermedios poéticos- se parecían al "dance"
aragonés, pero cuando no era sí, eran similares a las de otros lugares.
*Las
danzas de palos de San Leonardo de Yagüe, Casarejos o las propias que el grupo de los Llamosos llevan en
su repertorio, están íntimamente relacionadas con las del Tarragonés. "Asociado al
Ball de bastons está el tejer el cordón alrededor de un mástil, o formar por sí un
baile al que llaman también de "gitanes" y en la variedad llamada Ball dels
geperuts (jorobados) parece rastrearse también la significación agraria más vieja
de este baile, ya que los "cheposos" son, en realidad, danzantes que se encorvan
para escardar o fingir la escarda con sus palos". Según Caro "La cantidad de
elementos tomados de la indumentaria femenina que ofrece la vestimenta de los que ejecutan
los bailes de palos, cintas, etc., también en Cataluña, es un indicio más de que en
otros tiempos tales danzas o bailes estaban dedicados a una diosa etónica del tipo de
Cibeles".
Cibeles es la diosa de la Naturaleza y otros estudiosos han coincidido
también con Caro en que se trata de danzas rituales agrarias y de fecundidad,
interpretando simbólicamente el ciclo vital y encontrando en ellas una simbología
referida a cazadores, payeses y ganaderos. Otra versión, tanto en Soria como en
Tarragona, encuentra un origen guerrero, tanto en el baile de bastones como en el de
espadas, presente en las dos provincias.
Siguiendo con las tradiciones encontramos en la Pobla de Montornés "las
Caramellas" (chirimías en castellano), que son, ni más ni menos, que las
Cuarentenas sorianas. El Sábado Santo, a las 10 de la noche, los mozos y menos mozos, en
grupo, salían a pedir por las casas y, con lo conseguido, se hacía una merienda en
comunidad o se vendía para hacer un viaje a algún lugar más o menos cercano, según lo
obtenido.
También en la toponimia encontramos el pico de Escornalbou, 700 metros de
altura, a 23 kms. de Reus, por la carretera de Coll de Teixeta, que atraviesa el pueblo de
Riudoms, deja a la izquierda Montbrió de Tarragona para dirigirse a Riudecañas, donde
comienza un pintoresco paisaje montañoso. La carretera se desarrolla junto al pantano
cuya presa es una notable obra hidráulica. Al llegar al cementerio de Dosaiguas, a la
izquierda de la carretera, comienza el camino particular que, con un recorrido de 4 kms.,
faldeando la montaña, conduce al castillo y a la cima de Escornalbou, estribación de la
sierra de Llavería.
En Soria, Descuernabueyes es un despoblado en el término de Cubo de la
Solana, en el pago llamado La Ermita Vieja, trescientos metros al Sur de la actual ermita
de la Virgen de la Solana, donde se han hallado restos de tejas y de cimientos. En ambos
casos se tratan de parajes abruptos y con desnivel suficiente para que los "bueyes se
descornaran" al caer por ellos, algo que debió suceder y dio nombre a ambos parajes.
Eduardo Saavedra
Para finalizar el trabajo diremos que el respetado y querido Eduardo
Saavedra (1829-1912) nació en Tarragona. Tiene una calle dedicada en Soria, donde estuvo
destinado como jefe de Obras Públicas durante dos años, del 1851 al 1853. En estos años
llevó a cabo el proyecto de la carretera Soria-Burgo de Osma y la desecación de la
laguna de Añavieja. Fue ingeniero de Caminos, arquitecto, catedrático de Mecánica
aplicada, arqueólogo, filólogo y fundador y presidente de la Real Sociedad Geográfica,
académico numerario de la Española y de Historia, según Pérez-Rioja. Sobre todo fue
eminente arabista. Se interesó por Numancia y en general por todo lo soriano. En 1863
estudió el trazado del ferrocarril Soria-Torralba. En 1906 presidió la comisión para
llevar a cabo nuevas excavaciones en Numancia, junto con Mariano Granados, José Ramón
Mélida y Manuel Anibal Álvarez, entre otros. Sin duda, lo que Soria debe más a este
tarragonés interesado por todo lo soriano es la demostración científica del verdadero
lugar geográfico de Numancia, durante muchos años ubicada en Zamora con machacona
cabezonería.
© Isabel
Goig, Israel Lahoz y Pilar Dorante
(del libro Una
mirada sobre el Tarragonès)
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