Cada año, alrededor de la Semana Santa, se practicaron en la
provincia de Soria unas tradiciones que se fueron perdiendo cuando, durante los años
sesenta y setenta, la emigración hiciera el gran estrago en esta provincia. Algunas, no
obstante, han logrado sobrevivir. Pueden dividirse en tres apartados. El primero de ellos,
durante la Cuaresma, esos cuarenta días que transcurren desde que el miércoles de ceniza
el sacerdote recuerda a los feligreses que acuden a la iglesia que polvo son y en polvo
han de convertirse, hasta el Domingo de Ramos. El segundo comprendería la Semana Santa
propiamente dicha. Y el tercero la Pascua de Resurrección.
Las tradiciones usadas durante la Cuaresma han sido las que con mayor rigor se han
resentido de la pérdida de población, toda vez que eran encargadas de ellas las
muchachas o niñas, las llamadas mozas de Cristo en unos lugares, del Santísimo en otros,
cristeras en Aldealseñor, mayordomas de Cristo en Almaluez y las gitanillas en Osma. Se
dedicaban a postular por las casas, un día u otro, generalmente los domingos, con el fin
de recaudar dinero o víveres para convertirlos también en dinero- y mantener la
luz del Santísimo, comprar cera y adornar el altar de Jueves Santo. Estas mozas eran
nombradas, antes de que comenzara la Cuaresma, a veces por sorteo, otras siguiendo una
tradición familiar o bien a petición propia.
Se acompañaban para sus peticiones de canciones. En Aldealseñor solicitaban la caridad o
gallofa cantando:
"Échate mano al bolsillo/joven y noble caballero/que vale más tu
nobleza/que la hacienda y el dinero./Dicen algunas mujeres/con un poco rintintín/que no
ponen las gallinas/qué poco cuesta mentir./ Cuando vienen los hueveros/se van con las
cestas llenas/y nosotras les pedimos/que nos vendan dos docenas".
En Barcebalejo
cantaban:
"Ya ha sentado Dios la pluma/con mucha alegría y gozo/para asentar la
limosna/que nos ha dado este mozo./La limosna nos la ha dado/con su mano poderosa/y al
señor que la ha dado/que le dé una buena moza".
La canción en Fuentelmonje decía:
"Somos como las abejas/que vamos de flor en flor/recogiendo la limosna/para alumbrar
al Señor./Somos como las abejas/que vamos de canto en canto/recogiendo la limosna/para el
Jueves Santo".
En Espeja de San Marcelino las Mozas del Santísimo fueron en su día las
encargadas de confeccionar un ramo de roscas y naranjas que posteriormente
era subastado y cuyo producto iba a parar a la parroquia a fin sufragar
los gastos propios. Se encargaban también de pedir por las casas cantando
canciones distintas cada día. En La Hinojosa las Mozas del Santísimo
vestían el ramo con enaguas, encajes antiguos y limones y posteriormente
lo rifaban. En Torrearévalo las Mozas de Cristo se ocupaban de que no le
faltara velas al Santísimo y de confeccionar los jardines o macetas para
adornar el altar el Jueves Santo. Sembraban lentejas en una lata la cual,
posteriormente, sería adornada con labores de ganchillo y flores. Cuando
se paraban delante de las casas cantaban:
"Dále limosna al Señor/no te andes con licantinas/que Jesucristo bien
sabe/que te han puesto las gallinas".
En Osma se ha mantenido la tradición de las Gitanillas y este año volverán a pedir las
niñas, domingo tras domingo, dinero para alumbrar al Santísimo y huevos, que luego
venderán y con el dinero recaudado celebrarán una merienda después de Pascua.
Rebollar, Quintanilla de Nuño Pedro, Pedrajas, Quintanas de Gormaz, Recuerda, Torrubia de
Soria
, también en estos lugares se conserva la memoria reciente de este tipo de
peticiones. En Gallinero se las llamaban Mozas del Ramo, porque con la postulación
obtenían el dinero para adornar el ramo que subastaban en Pascua de Resurrección. Para
pedir se vestían con el traje típico de las serranas.
La Cuaresma, en todo el orbe cristiano, como época de ayuno, de preparación para la
Pascua, está envuelta en tradiciones gastronómicas. Los potajes de garbanzos, espinacas
y bacalao y el
matambre o matahambre, ataitón o hartaguitón, son elaborados propios de
unas fechas en las que la carne está prohibida, sobre todo el Viernes Santo, aunque casi
todas las órdenes religiosas observen la abstinencia durante los cuarenta días. La
picaresca recoge anécdotas, de tiempos pasados, como la de unos frailes que tiraban al
río capones y corderos con el fin de pescarlos una vez purificados. Siendo
"pescado" no existía el pecado.
La Semana Santa
Ya en el siglo II aparece, junto a la celebración semanal de la
Eucaristía, una celebración anual en conmemoración de la muerte y resurrección de
Jesucristo, fijada en el aniversario del acontecimiento. La Semana Santa, o grande, fue la
única dedicada al ayuno antes de la Pascua, ayuno de preparación que luego se extendió
hasta dar origen a la Cuaresma. En el siglo V el relato de la Pasión se leía el domingo,
el miércoles y el viernes. Los últimos días de la Semana Santa forman parte del llamado
triduo pascual. El Viernes Santo conserva su antiguo carácter dedicado al ayuno sagrado
de la Pascua. La Iglesia renovó sus ritos después del Concilio Vaticano II y fue
poniendo los nuevos en práctica entre los años 65-70. Con esta renovación se perdió
uno de los ritos católicos más impresionante, el llamado Oficio Divino o de Tinieblas, o
Tiniebla, a secas, es decir, los maitines de los tres últimos días de la Semana Santa.
Según el párroco de la iglesia de El Salvador se dejó de practicar "por
ininteligibles y ancestrales". Se trataba de la recitación de nueve salmos, largos,
todos en latín. Se leían a oscuras, acompañados de fuertes golpes y el acto durada
aproximadamente dos horas y media. Al parecer degeneró, entre otros motivos porque los
chavales, amparándose en la falta de luz y el ruido, llegaban a clavar en la vieja tarima
de las iglesias las sayas de las ancianas que acudían al oficio.
Durante esta semana de gran recogimiento para el orbe católico, además de los oficios
puramente religiosos, con la participación del sacerdote, se sigue manteniendo la
tradición de adornar con flores los altares antes del concilio se cubrían con
paños morados las imágenes-, es lo que se conoce como Monumento. El origen, según
nuestro informante, era la necesidad de reservar el Santísimo para los enfermos hasta que
pudieran asistir a los oficios y también para la veneración.
Todavía se mantiene esta costumbre en casi toda la provincia ya que, para este tipo de
ritos más, digamos, serios, sí ha quedado población, la mayor, los cuales, como
vestales de la iglesia católica, siguen participando de ellos. El Domingo de Ramos, en
Ines, nombraban a los mayordomos y mayordomas encargadas de la celebración de la Semana
Santa y remataban el sacar a las imágenes de la iglesia. También en La Riba de
Escalote, ese mismo domingo, se llamaba a Concejo para rematar los banzos y la
quitada del manto a la Virgen.
En tiempos, en Valdenarros y Valderrodilla, colocaban, cerca del monumento, unos lienzos
que llamaban "los Judíos", cuyo origen tal vez fueran los sambenitos. En
Valderrodilla se decía "Poner los Judíos", y se referían a unos tapices con
representación de parte de la Pasión de Cristo. Guardar el Cristo lo hacían por turnos,
durante toda la noche de Jueves Santo. En otros lugares, como Alcoba de la Torre y
Cuéllar de la Sierra, escenificaban la totalidad del Vía Crucis.
Las procesiones, sin el barroquismo de las del Sur, ni la elegancia imaginera de las de
Zamora y Valladolid, tuvieron su importancia en la provincia de Soria. En muchos lugares
era, y es, la Cofradía de la Vera Cruz la encargada de organizarlas o de acompañarlas.
Existió esta cofradía en los lugares más poblados de la provincia, dedicada,
fundamentalmente, a ocuparse de las exequias e inhumación de sus hermanos y de la gente
necesitada. Generalmente celebraban su fiesta anual el 3 de mayo. Acompañaban,
alumbrando, algunos pasos de Semana Santa, contando las más ricas con paso propio.
Vestían traje de gala propio de la cofradía hasta fechas no muy lejanas. Aún pervive en
algunos lugares de Soria: Adradas, Bocigas de Perales, Canredondo de la Sierra, El Royo,
Espejón, Ines, Matamala de Almazán, Matanza de Soria, Olmillos, Soto de San Esteban,
Talveila, Tardelcuende, Taroda, Valdenebro, Valderrodilla. En Talveila los cofrades se
reúnen Jueves Santo en cena de hermandad (los hombres) aportando cada uno su comida. La
cofradía regala el pan, fruta y vino, servido en tazas de plata muy antiguas. Si algún
enfermo o impedido no puede asistir, al día siguiente le llevan a casa su ración. Dos
mayordomos, cuyo cargo rota cada año, ayudan al párroco en los actos de la Semana Santa.
Especial relevancia tiene esta cofradía en la procesión de Viernes Santo, en Ágreda.
Según nos informó la esposa de Ismael Pascual, la cofradía organiza la procesión.
Desde las diez treinta de la mañana del Viernes Santo, los Alumbrantes (niños portadores
de hachas encendidas), van a recoger al mayordomo, al predicador y a las autoridades
municipales, para acudir, en procesión, a escuchar el Sermón de las Siete Palabras. Por
la tarde todos los cofrades, vestidos con traje de gala o media gala (generalmente los
mayores) y flanqueados por los alumbrantes, acompañarán los pasos, entre los que
destacan el Cristo de la Cruz a Cuestas, La Dolorosa y los Doce Apóstoles.
Otra procesión digna de mención es la que se celebra en Almarza, también el Viernes
Santo, hasta la ermita de La Soledad. Los que han asistido a ella no dudan en calificar de
espectacular las hogueras de madera de biércol que a lo largo del recorrido, cada
cincuenta metros, flanquean los pasos.
En Ólvega resulta también impresionante la procesión del Viernes Santo y
representación del entierro. En un momento del recorrido, cubren con madera el sepulcro y
lo clavan, en un simulacro de entierro sobrecogedor, ya que los golpes retumban en toda la
villa, ante unos fieles que guardan un silencio respetuoso. Posteriormente devuelven los
pasos a la ermita de la Soledad.
La Semana Santa de Fuentelmonje era famosa en todos los pueblos de alrededor, e incluso en
los cercanos de Zaragoza: representaban hasta quince pasos vivientes, seguidos de
penitentes descalzos y coraceros. También en Maján hacían pasos vivientes. En Matamala
de Almazán se ha perdido la costumbre de estas representaciones y de la escenificación
del sacrificio de Abrahám, pero mantienen la procesión del Entierro de Cristo,
organizada por la cofradía de la Vera Cruz, el Viernes Santo por la noche, y procesionan
al cristo articulado. Nos aseguraron que cuando sale este cristo, muy milagrero, si el
día ha sido de viento, éste se detiene. Con palabras de ellos "a la hora de salir
el Santo Cristo se para el aire".
Sí conservan en Serón de Nágima las procesiones vivientes, con coraceros, nazarenos y
ángeles, además de las figuras, también vivientes, de Caín, Abel y Abrahám. En
Débanos es de reciente creación la quema del hombre viejo. Con el fuego de esa hoguera
se encienden las velas que acompañarán a la procesión en su recorrido por las calles.
En Retortillo escenificaban la Pasión. Sólo mantienen el llevar la cruz a cuestas.
También remataban el papel de la Verónica.
Pascua
La Pascua cristiana es una copia de la judía. En su origen
parece que fue una fiesta de ofrecimiento de las primicias: del rebaño el cordero y del
trigo el pan ácimo, para convertirse en una fiesta litúrgica, la de Pascua. Ya la Biblia
muestra a Moisés ordenando a cada familia hebrea que matara un cordero o cabrito para
teñir con su sangre el dintel de la puerta de las casas, para que sus hijos no fueran
inmolados, como los de los egipcios. Mandaba comer este cordero pascual vestidos, como
para ir de viaje, por si era necesario comenzar de nuevo la vida errante. Moisés hizo de
la celebración anual de esta fiesta, durante siete días, un deber riguroso para todo el
pueblo judío, y Jesuscristo, judío asimismo, instituyó la Eucaristía durante la
celebración de la Pascua judía.
En la provincia de Soria, como en todo el orbe católico, la Pascua de Resurrección, el
Domingo de Gloria o la Pascua, a secas, se mantienen unas costumbres de alborozo. Tal vez
la más extendida fuera la Quema del Judas. "Se hacía un pelele de
trapos y paja o serrín u otro material y se colgaba generalmente en el Sábado de Gloria
de un árbol, mayo, farola, edificio alto..., para ser vapuleado y quemado al día
siguiente, Pascua de Resurrección. Así acontecía en Yelo, Valdegeña, Suellacabras,
Duruelo de la Sierra, Santa Cruz de Yanguas, Las Aldehuelas, Bretún, La Valloria, Villar
del Río, Utrilla, San Pedro Manrique y Romanillos de Medinaceli. En algún caso le
acompañaba una Judesa o se iban turnado por años". (Ángel Almazán de Gracia).
"
la quema del Judas se ha celebrado en muchas partes de La Rioja y Navarra del
sur. También en Andalucía (algunos lugares) incluidos en los ritos de Semana
Santa". (Julio Caro Baroja).
En Almajano "Cada siete años celebraban la fiesta del "prendimiento de
Judas", a la que acudían numerosos vecinos de los pueblos limítrofes, y la cual
hemos hallado recogida en una fotocopia del Avisador Numantino, sin fecha. "A las dos
de la tarde suenan las cornetas y numerosos disparos anuncian el comienzo de las fiestas.
Judas hace ya varias horas que se encuentra oculto en los montes, donde ha de hacerse el
simulacro de su persecución y captura. Al mando de un joven que hace de general jefe
salen 32 números, soldados de caballería, verdaderos lanceros con soberbias jacas
enjaezadas. Otros veinte números de infantería recorren el sitio denominado "Las
Lastrillas". Numeroso público invade aquellos campos a presenciar la batalla campal,
donde flamea la bandera española. Dura el simulacro un par de horas entre las carreras
tras el Judas, quien dispara contra sus adversarios, y a quien le tiran a quemarropa.
Cuando es capturado le llevan al pueblo, en cuya plaza principal, rodeado de la tropa, se
exhiben y se cuentan sus diabluras. El Judas se vuelve a escapar, y cogido nuevamente lo
someten a una estricta prisión, hasta el lunes que es ejecutado en la plaza ante las
multitudes
". (Goig Soler "Soria pueblo a pueblo").
En Utrilla siguen quemando esta figura del personaje, tan relacionado con la pasión y
muerte de Jesucristo. Para darle más espectacularidad al acto introducen en su interior
petardos en sustitución de la pólvora de antaño.
En Los Villares era el Sábado de Resurrección cuando, a la vez que se les
colocaba aleluyas a las mozas en las puertas (describiremos esta costumbre más
adelantea) se quemaba el Judas, y el lunes siguiente, los mozos pedían por las casas la
gallofa con cancioncillas como esta: "A esta puerta hemos llegado cuatrocientos en
cuadrilla, si quieres que te cantemos saca cuatrocientas sillas. Saca una para mí y otra
para mi compañero, los que no tengan silla que se sienten en el suelo". En
Candilichera rellenaban un mono de trabajo de paja, lo montaban en un mulo y le
daban zamarrazos. En Cerbón, Duruelo, Fuentes de Magaña (como rito anual se ha perdido
la quema, pero algunos años lo siguen haciendo los niños), Judes, Valtajeros (junto con
una judesa), Rollamienta, Somaén
En todos estos lugares está recogido como rito.
En Somaén, el Sábado de Resurrección es día grande. Por un lado, las mozas visten y
adornan un ramo que los quintos de ese año sacarán en procesión. Por otro se corta un
chopo y se coloca encima un Judas que será quemado después de la procesión.
Otra costumbre practicada en varios lugares de la provincia eran las aleluyas, agasajo de
los mozos a las mozas. En Cerbón se aplicaba el nombre a papeles brillantes, postales
dedicadas, o escritos requiriéndolas de amores. En Los Villares de Soria, Magaña,
Matalebreras..., las colocaban el Sábado de Resurrección. Según María Moliner, las
aleluyas son "El nombre aplicado a unas estampas que llevaban escrita la palabra
"aleluya", que se vendían juntas en un pliego, se separaban cortándolas y se
arrojaban en la iglesia el Sábado Santo. También a ciertas estampas de asunto piadoso
impresas en esa misma forma, que se arrojan al paso de las procesiones".
En Alconaba llamaban practicar las aleluyas, a
enramar los balcones de las mozas con
hiedra y ramas de pino que cogían en Martialay. Lo hacían el Sábado de Resurrección.
En Almaluez sustituyeron la quema del Judas por la
pingada de un mayo, también el
sábado. La colocación de aleluyas se practicó en Arancón, Fuentecantos (con ramas de
pino) Villar del Campo, Villar del Río, Magaña, Matalebreras
Aunque el enramar las casas de las mozas casaderas es costumbre practicada en las fiestas
patronales, también por estos días se colocaban en algunos lugares ramos a las
muchachas. Por ejemplo en Tajahuerce e Hinojosa del Campo. En Tarancueña bendencían el
fuego el Sábado Santo en la puerta de la iglesia. Enramaban la noche del sábado al
domingo. En Tardajos de Duero colocaban ramas de pino y naranjas. También con estas
frutas y cintas lo hacían en Cirujales del Rio.
Como final del luto, las mujeres sorianas quitaban el manto negro a la virgen Dolorosa. En
Barcebalejo, las mozas que durante la Cuaresma habían pedido para el aceite del
Santísimo, cantaban mientras despojaban a la ya jubilosa madre del manto negro:
"Quita el manto de dolor, de tristeza, el manto quita, que el manto negro no cabe
cuando Cristo resucita".
En general la quitada del manto se hacía previa subasta o remate. Las mujeres
raramente hombres- que a lo largo del año habían hecho alguna promesa, pujaban
para llevar a cabo el honor. Además de pujar por eso, se podían subastar los roscos que
en muchos lugares se elaboraban, como las encañadas de Alcubilla del Marqués, nombre que
se da a unas elaboradísimas roscas que se preparan por Semana Santa, para ser subastadas,
y en cuya elaboración entra unas láminas finas de masa que recuerdan al pan ácimo de
los judíos.
Y mientras en unos lugares se pierden los ritos en otros se recuperan: por ejemplo en
Taroda han recuperado la quitada del manto, mediante subasta. En Retortillo, donde la
Cofradía del Santo Entierro se ocupa de organizar todos los actos, conservan el encuentro
el Domingo de Resurrección: las mujeres por un lado con la virgen y los hombres por otro
con el Cristo se encuentran en la plaza Mayor donde, tras las reverencias de rigor, quitan
el manto de luto a la virgen la persona que previamente lo ha subastado.
En Villaseca de Arciel, además de la subasta del manto, se rematan también los banzos y
las corona de ella y el niño que porta en brazos.
Más celebraciones se llevaban a cabo en
la Pascua. Por ejemplo, en Barcones se le llamaba Día del Trago o de la Pascua, durante
el cual el ayuntamiento llamaba a concejo a los hombres para invitarles a vino.
En Narros, hasta hace unos 50 años en la ermita de la virgen del Almuerzo se celebraba la
fiesta de albricias (del árabe al-bisara, la buena nueva) el segundo día de Pascua de
Resurrección.
En Rello vivían un singular rito. Por un lado enramaban las casas de las mozas y le
entregaban a cada una un pajarillo para que lo soltaran en la iglesia mientras cantaban:
"Un pajarillo he traído, por donde vino se va".
En Tejado pingaban el mayo en Pascua de Resurrección y lo quitaban en San Pedro, día en
que subastaban la madera para celebrar una merienda de mozos.
En Trébago, en Pascua de Resurrección suben, desde la iglesia, al niño que tiene en
brazos la Virgen del Manzano, a la ermita del mismo nombre. Su madre sale al encuentro y
se saludan con tres golpes. Se subastan las agujas, una joyas que los novios regalan a sus
novias, y estas, a su vez, los regalan a la virgen, por lo cual los hombres se ven
obligados a subastarlos, lo que hace que los broches sean pagados dos veces. Ese día
todos comen en ese lugar los bollos de pascua.
En Villaciervos mantienen la fraternal costumbre de reunirse los de Villaciervos y
Villaciervistos en el "Alto de San Cristóbal" para merendar en comunidad, el
día de Pascua.
Hemos dicho más arriba que la Pascua Cristiana es muy similar a la judía.
Durante la Pascua algunos alimentos o su forma de elaborarlos, quedan prohibidos para los
judíos. Depende de las comunidades, pero, en general, la preparación de la mesa para la
este día de gozo es algo especial y la selección de los alimentos que se consumirán
durante esta cena ceremonial tiene un valor simbólico. El jaroset Seder es una mezcla de
frutos secos y fruta que se sirve en el Seder de Pascua para simbolizar el mortero y los
ladrillos utilizados en la construcción de las pirámides egipcias y para endulzar las
hierbas amargas del Seder. Los huevos en agua salada sólo se servían en Pascua para
representar el sacrificio al Templo y como símbolo del nacimiento o la vida. Relacionado
con la religión cristiana los huevos haminados o jaminados, cocinados a fuego lento, son
el plato típico de la pascua entre los judíos sefardíes. En Soria, para esos días, se
comen tortas con un huevo encima, colocado entero, y cocido en el horno junto con la masa.
Es la torta de San Lázaro, amarilla, de Berlanga de Duero, o el hornazo típico de
Andalucía, también con el huevo encima cruzado por dos tiras de masa que cocían en
Velilla de San Esteban y regalaban a los niños para que lo rodaran en las eras de
pan trillar.
Pero tal vez la comida que une a las dos religiones, o mejor, que indica que la una no es
si no la continuación de la otra, o una herejía, que diría la Iglesia Católica, es el
cordero pascual. En todo el orbe cristiano el Domingo de Resurrección se come cordero
"el cordero de Dios que quita los pecados del mundo", el "cordero
pascual", comido en familia, en comunidad, la Eucaristía, al fin y al cabo.
© Isabel Goig
(artículo publicado en
ABANCO/COSAS DE SORIA nº 35)
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