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LA ÚLTIMA ESCAPADA DEL CAPITÁN MENDIZÁBAL Alfonso Bengoechea Miravalles
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Alfonso Bengoechea Miravalles ha viajado en tren en su última novela. El título -La última escapada del capitán Mendizábal- es premonitorio. Resulta difícil realizar un viaje en un tren de las características que Alfonso da a entender, en el mundo de las prisas, los vehículos particulares, los AVE y otras formas de desplazamiento que han borrado de las costumbres la placidez de un viaje, corto o largo, en un tren como el que utiliza el capitán Mendizábal. Quienes amamos esa forma de viajar nos podemos ir despidiendo. Desde Soria todavía es posible desplazarse hasta Madrid entre pinos, vislumbrar la antigua fábrica de resina, ver cómo algún corzo observa al ya familiar animal de hierro, leer el mosaico dedicado a Antonio Machado en la estación de Almazán, hasta llegar a los grafittis del corredor del Henares. No sabemos cuánto tiempo más mantendrán ese tren deficitario, económica y humanamente. Por eso, el relato de Bengoechea contiene emociones, las que él mismo imprime a través de sus personajes en los que, a decir de Javier Nicolás en la contraportada, esconden “peripecias y lances insospechados”. Son personajes sencillos, como Renata y Crisanto, maduros enamorados remisos a dar el paso. Elanchove, el revisor. El doctor Arsuaga. La pareja de la Guardia Civil que traslada esposado al presunto ladrón de un ternero. Unos personajes que viajan desde Burgos a Bilbao por diferentes motivos. El capitán Mendizábal por el gusto de abandonar la residencia de ancianos una vez a la semana y comer en el restaurante de un portugués, quien hace, “con morralla recogida del suelo de los arrastreros caldeiradas de peixe que rozan lo divino”. Se trata de una historia que “no encierra ninguna intención moralizante, que ya cuenta esta vida con escritores volcados en el loable fin de encarrilar los pasos perdidos de los demás”, puede leerse en la introducción. Es un viaje de ida y vuelta, por estaciones y apeaderos imaginarios, un viaje donde pueden corregirse y aumentarse, a la vuelta, lo que a la ida ha quedado inconcluso. Todo lo contrario de la vida. Un sencillo y encantador relato. © soria-goig.com
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