| . |
EL ATENEO DE SORIA Juan Antonio Gómez Barrera
Edita:
Ayuntamiento de Soria. |
|
El autor ha mantenido el prólogo que le hiciera para la primera edición Jesús Ángel León Marcos. La presentación ha corrido a cargo del alcalde de Soria, Carlos Martínez Mínguez. En el último párrafo, Carlos Martínez escribe: “Y, lo que es seguro, cuando cierre la última página, renovará la necesidad de seguir conociendo Soria de la mano de Juan A. Gómez-Barrera”. Desde luego, lo suscribimos de corazón y de entendimiento. ¿Qué más podemos decir de este autor que no hayamos dicho ya? Concienzudo, pulcro, exquisito en su forma de escribir, investigador hasta llegar al meollo de la cuestión. En fin, sencillo, pero conocedor de que su trabajo está perfecto, o rozando la perfección, como dice el actor de El informe Pelícano al final de la cinta y en referencia al personaje al que da vida Julia Roberts. Le he preguntado a Juan Antonio qué hay de nuevo en esas doscientas páginas nuevas de esta segunda edición. Fundamentalmente, la presencia de unas mujeres notables: Sara Guzmán García, directora de la Orquesta Guzmán, después llamada Orquesta del Cine Ideal. María Teresa León, a la que ha dedicado recientemente una página en el periódico Heraldo-Diario de Soria, poetisa y esposa de Rafael Alberti. Ángela García de la Puerta, la primera mujer catedrática de Física y Química de España. Cecilia Herrero Zardoya, la primera profesora que impartió clases en el Instituto Antonio Machado, esposa de José Tudela. Y María Cruz Gil Febrel, primera mujer en alcanzar una Concejalía en el Ayuntamiento de Soria (1927). Además, de una buena cantidad de fotos inéditas. Como escribíamos en el comentario de la primera edición de “El Ateneo de Soria”, “El libro de Gómez Barrera es, como ya habrá intuido el lector, mucho más que la historia de ese Ateneo, es la historia cultural e intelectual de la ciudad de Soria en esos años, investigada en profundidad y escrita con esmero. Un empeño este del Ateneo y sus intelectuales que, como dice el autor en el epílogo, se perdió para siempre. “Tras la guerra, el único lenguaje posible era el lenguaje de la victoria. Y los ateneístas sorianos, pese a que muchos de ellos se situaron o se encontraron circunstancialmente en el bando “bueno”, estuvieron muy lejos de aquella, de tal manera que para algunos olvidar el pasado fue más una necesidad que una consigna. Y así, sin que nadie pudiera remediarlo, el Ateneo de Soria, una institución que por aquellas dramáticas fechas habría cumplido medio siglo de vida, quedó absolutamente enterrado. Cuanto en él se había dicho, escenificado e interpretado se ignoró de inmediato y el olvido se fue apoderando de sus gentes, tanto que, en sus escasos escritos posteriores, difícil resulta encontrar una mínima referencia””.
Juan Antonio Gómez Barrera
Edita:
Con entusiasmo acogemos uno de los libros más interesantes que se han escrito sobre Soria. Una investigación a fondo llevada a cabo por el doctor en Prehistoria y catedrático de Geografía e Historia, Juan Antonio Gómez Barrera. Hombre que, como todos aquellos que han adquirido un sinfín de conocimientos, aparece como un ser sencillo, que parece ir diciendo lo que aseveró el sabio “sólo sé que no sé nada”, cuando sabe tanto. Durante más de veinte años, el interés de Gómez Barrera se ha centrado en las pinturas rupestres en general, y en las del monte Valonsadero en particular, pero con este libro el autor da un giro y un salto de miles de años, para centrarse en los cincuenta y tres años que van desde 1883 a 1936, cuando el inicio de la Guerra Civil española dio al traste con tantos proyectos culturales de tinte liberal. El prólogo de Jesús Ángel León viene a resumir, con lenguaje casi poético, la empresa de Gómez Barrera: “Como un artesano minucioso de la memoria, reconstruye Gómez Barrera la compleja mecánica de una ciudad borrada por los sucesivos embates del olvido. Nos conduce por sus calles, nos habla sobre cada rincón, sobre cada plaza, sobre cada personaje que sale a nuestro encuentro, y poco a poco la ciudad se ilumina, y se vuelven a dibujar con claridad los perfiles de un “paseo de portales” en el que nos cruzamos con el abad Gómez Santacruz, o con Blas Taracena, o con Gervasio Manrique, mientras se despeña por las ventanas abiertas un nocturno de Chopin dibujado con mimo por las manos “pálidas y agudas” de Gerardo Diego en el Steinway del Casino…”. Para llegar a esta síntesis, es necesario haber leído con detenimiento este trabajo de profunda investigación que es “El Ateneo de Soria”, con unas mil trescientas notas y abundante bibliografía, aunque la base de su investigación se encuentre en los archivos y en la magnífica biblioteca y hemeroteca de la Biblioteca Pública de Soria. El estudio propio de la institución comienza con el capítulo “A la búsqueda de una idea: el Ateneo de Soria (1883-1918)”, donde presenta los antecedentes para pasar, en el siguiente capítulo, al “Desarrollo triunfal de una idea”, que tiene lugar durante los años 1918-1922, para continuar con “El Ateneo en la calle”, “La vida lánguida…”, “El Ateneo de Soria y sus intelectuales durante la II República. El Alzamiento Nacional y el final de la Institución”, para continuar con una galería de retratos de todos aquellos intelectuales que participaron de la vida cultural de la Soria, investigada por Gómez Barrera. Todo el proceso de una institución cuyos componentes colocaron semillas, las cuidaron y mimaron, sin poder culminar el proceso por culpa de los acontecimientos que dieron comienzo en el año 1936. Todos formaron parte del Ateneo, a pesar de que tal institución no tuviera nunca sede social, algo que importa poco, ya que cada uno de ellos la portaba en su cerebro y en su corazón. El libro de Gómez Barrera es, como ya habrá intuido el lector, mucho más que la historia de ese Ateneo, es la historia cultural e intelectual de la ciudad de Soria en esos años, investigada en profundidad y escrita con esmero. Un empeño este del Ateneo y sus intelectuales que, como dice el autor en el epílogo, se perdió para siempre. “Tras la guerra, el único lenguaje posible era el lenguaje de la victoria. Y los ateneístas sorianos, pese a que muchos de ellos se situaron o se encontraron circunstancialmente en el bando “bueno”, estuvieron muy lejos de aquella, de tal manera que para algunos olvidar el pasado fue más una necesidad que una consigna. Y así, sin que nadie pudiera remediarlo, el Ateneo de Soria, una institución que por aquellas dramáticas fechas habría cumplido medio siglo de vida, quedó absolutamente enterrado. Cuanto en él se había dicho, escenificado e interpretado se ignoró de inmediato y el olvido se fue apoderando de sus gentes, tanto que, en sus escasos escritos posteriores, difícil resulta encontrar una mínima referencia”. Una publicación fundamental en cualquier biblioteca soriana que se precie de tal. soria-goig.com
|
|
|
|
inicio
del web