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EL LADO HUMANO DE LA DESPOBLACIÓN

Isabel Goig Soler

Edita: Centro Soriano de Estudios Tradicionales
Colección: Los libros del santero 4
SORIA 2002

 

 

Desde hace unas semanas está en las librerías un nuevo título sobre temática soriana. Isabel Goig Soler, con su obra "El lado humano de la población", hace una importante aportación tanto a la bibliografía de Soria como a la historia reciente de la provincia pues a través de ella se ofrece la posibilidad de un mejor conocimiento del porqué de la situación actual prescindiendo, como es habitual en ella, del oficialismo lamentablemente tan al uso que viene a maquillar cuando a no ocultar la verdadera realidad, bien distinta a la que se suele vender a diario.

Isabel Goig Soler se sabe la provincia palmo a palmo, vamos, como nadie, porque se la tiene pateada. Lo que le ha llevado a conocer las verdaderas entrañas de sus gentes y conferirle, en definitiva, la autoridad suficiente para emitir un diagnóstico certero acerca de una enfermedad tan grave como la de la despoblación, que presenta con toda su crudeza en esta nueva obra que acaba de vez la luz.

Su visita a Tierras Altas de la mano de Antonio Ruiz Vega y sus conversaciones con la profesora Carmen Sancho de Franciasco le lleva a preocuparse por un tema del que se habla en Soria desde hace medio siglo y a hurgar en los entresijos de la sociedad soriana. De todo ello ha salido "El lado humano de la despoblación" al que la autora ha dado forma recopilando los ensayos publicados con su firma en Abanco/Cosas de Soria, Cuadernos de Etnología, en su propia página web, y en el periódico Soria Semanal al comienzo de los años noventa fruto de un trabajo de campo que ha ampliado y perfeccionado a partir de estudios de Sandra Gimeno, Eugenio Larruga y Fernando Moliní.

La autora introduce al lector en su obra exponiendo el encuadre geográfico y las vías de comunicación de la provincia y a seguido analiza, pormenorizadamente y de manera exhaustiva, las causas generales de la despoblación y las particulares de cada zona para llegar a plantearse un "¿Y ahora qué?" después de conocer el resultado desesperanzador de una encuesta llevada a cabo entre setenta y ocho jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 28 años y otros tratados, iniciativas o movimientos que han tenido o tiene como protagonistas a la Comisión Diocesana Hoac de Soria y a plataformas como Pro Soria'95 y Soria Ya.

Todo ello arropado con abundantes datos estadísticos comparando las cifras de involución de la población a partir de un muestreo por zonas pueblo por pueblo, un listado, por cursos, muy completo y actualizado al cierre de la edición de las escuelas que dejaron de funcionar -una de las aportaciones más interesantes que a muy juicio contiene el libro-, un breve apunte de las provincias de destino de los sorianos que se fueron, e incluso una propuesta de fusión de ayuntamientos en los años treinta y un resumido vocabulario con algunos términos hoy en desuso, recogidos en sendos apéndices que vienen a completar la obra.

Pero para que no sea todo parabienes, que podrían llevarnos a dejar la sensación de una visión cuando menos sospechosa de ser interesada, no estaría de más dejar constancia de algunas particularidades que por omisión han sido advertidas sin que, por otra parte, en modo alguno venga a modificar en lo sustancial el contenido de la publicación; antes al contrario se quiere contribuir con ello a aportar en algún caso matizaciones y en otros consideraciones que no estará demás que conozca el lector y que, sin duda, por lo complejo del tema Isabel Goig ha declinado, sin duda, detenerse en ellas.

Cuando con amargura indisimulada aborda Isabel en el capítulo que dedica a la industria los avatares del embalse de Monteagudo de las Vicarías parece oportuno precisar que el Gobernador a que se refiere efectivamente no es López Pando, al que con todo el derecho del mundo se le atribuyen algunos despropósitos, y entre ellos el de las Fiestas de San Juan de 1953, sino Antonio Fernández-Pacheco que, nombrado mediante Decreto de la Presidencia del Gobierno el 28 de febrero de 1963, tomó posesión el 11 de marzo siguiente y fue cesado el 23 de septiembre de 1970. Por cierto, que el famoso pantano no se inauguraría hasta bien entrados los años ochenta con Pepe de la Puente, cronológicamente el segundo Gobernador socialista aunque de hecho el primero tras el fallecimiento de Fernando del Castillo Velayos a los pocos meses de incorporarse al despacho tras ganar las elecciones el Partido Socialista Obrero Español. Y un apunte más. En el momento de cortarse la cinta el embalse estaba sin agua.

Hace también referencia Isabel Goig a un político, García Lagunas, en el estudio que dedica a analizar los aspectos que según ella dificultan el desarrollo de la industria. Pues bien, José García Lagunas obtuvo, contra pronóstico y las encuestas, el acta de Senador por la Unión de Centro Democrático (UCD), en detrimento de Alfonso Iglesia Lodos, jefe del Servicio de Administración Local -entonces todavía la Administración ejercía un control directo y efectivo sobre las Corporaciones Locales- en el momento de la consulta electoral y candidato oficial para ocupar escaño en la Cámara Alta en lugar del controvertido constructor que desapareció de por aquí con la misma inusitada rapidez con que unos años antes había irrumpido.

Un apunte más para dejar constancia, igualmente, de las prospecciones petrolíferas que a finales de los años cincuenta se llevaron a cabo en el término del pueblo de Los Llamosos, en las inmediaciones de la capital, y las posteriores investigaciones de uranio, años después, en la zona de Fuentetoba, que tampoco ha contemplado en su trabajo, del mismo modo que cuando trata las infraestructuras, obvia la construcción del Embalse de la Cuerda del Pozo, gestado en tiempos de la Segunda Pública y finalizado y puesto en servicio al comienzo de los años cuarenta ya con el Régimen del General Franco; el túnel de Torralba, y la Variante Norte de Soria, que llegó después de veinticinco años. Estos tres últimos, por cierto, los grandes proyectos abordados en la provincia por el Estado en los últimos sesenta y tantos años, por más que los políticos de turno se presenten a diario con la túnica de salvadores de no se sabe qué. Ejemplos podrían citarse muchos pero por sabidos no hay necesidad de señalarlos aquí.

Y una, en fin, última apostilla. Los certificados de buena conducta a que se refiere Isabel Goig cuando habla de la presión social como un elemento más de las causas de la despoblación, además del sacerdote y la Guardia Civil los expedía asimismo la Jefatura Provincial del Movimiento, y eran de obligada aportación si se quería acceder a cualquier cargo de la Administración; bueno, en realidad, no se trataba de certificados de buena conducta en sentido estricto sino de que al individuo de que se tratase "no se le conocían actividades contrarias a los principios del Movimiento" que, en definitiva, venía a ser lo mismo.

Ello, en cualquier caso, no puede desmerecer en modo alguno un trabajo muy ameno llevado a cabo con una prosa fácilmente comprensible salpicada de mil más que anécdotas realidades de la vida cotidiana al que el lector no tarda en engancharse por lo ágil de la exposición en sí y la forma de enfocar un problema que tan directamente nos atañe y preocupa. Un libro que, como con frecuencia suele ocurrir, acaso hoy no se le aprecie hoy la enorme dimensión que tiene pero que con el paso del tiempo no cabe duda que ha de ser de referencia obligada.

De manera, que hay que felicitar a Isabel Goig por este nuevo e importante trabajo al que estoy seguro que seguirán otros, en el que ha sabido combinar la investigación, el trabajo de campo, y desde luego el análisis riguroso en terreno tan vidrioso, lo que ha materializado en "El lado humano de la despoblación", una publicación editada en formato de 21 x 25 por el Centro Soriano de Estudios Tradicionales dentro de su serie "Los libros del Santero", al que hay que hacer extensivo el reconocimiento, que no debe faltar en la biblioteca de los estudiosos de Soria ni, mucho menos, en la de los sorianos.

Desde la modesta opinión de uno no solo merece la pena leerlo sino que es obligado hacerlo si se quiere saber las causas de la despoblación de la provincia de Soria.

© Joaquín Alcalde 

 

A modo de recapitulación

Tenemos en esta nueva publicación una prueba de la inquietud y afán infatigable de Isabel Goig. Es Isabel la persona que ha andado y recorrido todos los caminos, sendas y veredas de la provincia de Soria. No hay pueblo ni aldea en la que no haya estado ni lugar en donde no se haya detenido para observar, charlar y sentir con las gentes que allí viven. Su actitud para escuchar y comprender la realidad soriana se plasma en publicaciones tan diversas como "Juegos populares sorianos", "Recetas de la cocina soriana", "Fuentes y manantiales de la provincia de Soria", etc. Parece tener prisa por guardar y conocer, antes de que se extingan, costumbres, tradiciones, vocablos, parajes y, sobre todo, sentimientos.

Porque la publicación que tenemos en las manos habla de sentimientos, sentimientos de impotencia ante una provincia que ha visto reducir drásticamente su población en el último siglo y que censo tras censo sigue disminuyendo. Analiza la autora las causas que provocaron la emigración y alude a la mecanización de las tareas agrícolas, a la desaparición de escuelas y de servicios médicos, a presiones sociales, etc. Es evidente que en la provincia de Soria la emigración de los años sesenta y setenta se hizo a lugares muy distantes provocando una ruptura casi total con su mundo anterior, algo que no sucedió en Comunidades limítrofes como La Rioja o Navarra, donde la mano de obra "verde" que trabajaba la huerta y el campo se desplazó a trabajar en la industria de ciudades cercanas, produciéndose una complementariedad entre la forma de vida urbana y medio rural.

En Soria, lamentable e irresponsablemente, no ocurrió así. Aquí se produjo un brutal desarraigo y antagonismo entre los que se marcharon, embutidos en la vorágine de la vida urbana, y los que se quedaron tuvieron que afrontar, como bien refleja Isabel, la soledad y la infravaloración, cuando no el menosprecio, de su entorno vital.

Pero, afortunadamente, estamos en momentos de replantearnos esta situación. Las políticas de puro "desarrollismo" económico han provocado fuertes contrastes entre las regiones y las tensiones que ha generado la concentración de la industria en las grandes ciudades está provocando la necesidad de buscar espacios que aporten servicios complementarios a la vida urbana. En este sentido se abre para nosotros una vía esperanzadora. Toda la provincia de Soria está incluida en zonas de protección especial por la Comunidad Europea, están llegando fondos económicos que se reducirán en unos pocos años (2006) y, sobre todo, se está generando en la sociedad una revalorización del medio rural.

Se están diseñando modelos de desarrollo rural en toda la provincia, pero estos proyectos necesitan del esfuerzo unánime de todos los sorianos, urbanos y rurales, públicos y privados. Dice Isabel Goig en uno de sus artículos que en Soria hay registradas más de 1.200 asociaciones; es probable que la mayoría tengan entre sus objetivos la promoción y desarrollo de Soria y de sus habitantes, pero también es cierto que cada asociación y grupo actúa independientemente y con exclusión o indiferencia ante las demás. El individualismo crónico, propio de comunidades pequeñas, sigue frenando y restando apoyos a muchas iniciativas y proyectos.

Sin embargo, para actuar es prioritario definir una clara ordenación del territorio por áreas o comarcas y seleccionar qué núcleos de población han de centrar las ofertas y servicios sanitarios, educativos, económicos, turísticos, etc. y cómo esos núcleos y territorios se han de integrar y articular en espacios más amplios provinciales y extraprovinciales. Las directrices de Ordenación Territorial diseñadas por las instituciones autonómicas deberían ser sensibles a las iniciativas locales y recoger y apoyar las ideas y planteamientos que se vienen realizando por los grupos de desarrollo rural que están actuando en las distintas comarcas, al mismo tiempo que potenciar los ejes y focos de desarrollo marcados por los planes provinciales. Esto no quiere decir que se olviden y abandonen los pequeños núcleos de la población que, como segundas residencias, ofrecen múltiples atractivos medioambientales. La dotación de infraestructuras básicas en todos los pueblos debería ser respetuosa con las características arquitectónicas y con el rico patrimonio cultural que casi todos ellos poseen.

También nos parece urgente reconsiderar las posibilidades industriales y empresariales en determinadas cabeceras comarcales para fijar la población, especialmente para la población femenina que en estos momentos está demandando puestos de trabajo y empleo. Cuando se produjo la concentración escolar muchos agricultores sorianos optaron por trasladar su residencia a Soria-ciudad ante la perspectiva de dejar a sus hijos en escuelas-hogar. Ahora, la nueva generación de agricultores jóvenes seguirá trasladándose a Soria si sus mujeres no encuentran trabajo en el medio rural.

Las posibilidades laborales para la mujer están centradas en la ciudad de Soria (educación, sanidad, administración) por lo que será necesario crear focos de empleo femenino en otros núcleos de población si queremos evitar que en el futuro la ciudad de Soria monopolice y absorba un territorio provincial vacío. Sin duda, las nuevas tecnologías en telecomunicaciones abren posibilidades para el trabajo y la prestación de servicios en el medio rural dando lugar a una mayor descentralización espacial. Por otra parte, el alargamiento de la esperanza de vida permite la incorporación al mundo laboral de mujeres de edad madura pero todavía con un largo periodo de posibilidades laborales. La mujer, que en los años sesenta fue la primera en abandonar el medio rural, sigue siendo el motor del agrupamiento familiar y, en este caso, creemos que es el factor fundamental del poblamiento y, por lo tanto, de desarrollo, por lo que a ella deberían dirigirse muchos de los programas de formación.

Especialmente interesante nos parece la atención que dedica Isabel Goig a la evolución, lamentablemente de fracaso, de muchas empresas sorianas. El trabajo de Goig pone en evidencia la grave carencia de estudios sobre las actividades industriales en la provincia de Soria. Se han hecho trabajos de investigación sobre demografía y actividades agrarias, pero faltan estudios en profundidad de las actuaciones transformadoras y fabriles en la provincia. Parece que Isabel se está preguntando cómo es posible que todo haya salido mal, que no haya funcionado. Por una parte, la pequeña empresa familiar de características artesanales no pudo resistir la competencia de los productos industriales, por otra parte, grandes empresas foráneas se han mostrado poco sensibles a los impactos sociales en el momento de cerrar y trasladarse a otro lugar, pero más sorprendente nos resulta que actividades y productos de fuerte demanda y en sectores tan variados como hostelería (Parador de Sta. María de Huerta), alimentación (cultivo de espárragos en Serón de Nágima), o aprovechamiento de biomasa (briquetas de F. Pineda) hayan fracasado rotundamente. Cuando casi todos los programas de desarrollo local apuestan por la empresa pequeña, vinculada a la transformación de productos agropecuarios diversificados, de alta calidad y destinados a un exigente cliente urbano, nos parece prioritario la atención a los recursos humanos, la formación de técnicos en gestión de empresas y en estudios de mercado para que el esfuerzo y el riesgo puesto por el empresario no se vea defraudado.

La existencia en la provincia de experiencias exitosas de industrias agroalimentarias vinculadas a productos ecológicos o de alta calidad, dirigidas y gestionadas, a veces, por empresarios foráneos pueden reforzar también nuestra argumentación tendente a favorecer y crear las condiciones necesarias para desarrollar una mentalidad empresarial.

El trabajo de Isabel Goig debería ser un estímulo para investigar lo mucho que falta por hacer, por estudiar y documentar no sólo en actividades industriales sino también en otras áreas como patrimonio cultural, artístico, etnológico y paisajístico de nuestra provincia. Habrá que analizar y conocer los factores y recursos que hay que potenciar y las medidas estructurales de desarrollo que es preciso acometer. Confiamos en que una actuación consensuada, que aglutine intereses y no los disperse, permita afrontar una nueva etapa con optimismo.

© Carmen Sancho de Francisco (doctora en Geografía)
(prólogo del libro)

Relatos y Textos del libro:

A modo de explicación Isabel Goig Soler
Especial DESPOBLACIÓN, algunos capítulos del libro
Texto de Lorenzo Soler para el libro en SENDEROS IMAGINADOS
Dos de los relatos integrados en el libro en SENDEROS IMAGINADOS:
        Doña Brígida y Macorina

Ficha de la autora

 

 

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