El 8 de
noviembre de 1517 se le acabaron los días al asceta, reformador y
político fray Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517), en la villa de
Roa, entonces de la diócesis de Osma, cuando el anciano cardenal se
dirigía al encuentro del Carlos I. Por un conjunto de circunstancias
ajenas a su voluntad, pues sus propósitos estaban orientados a la vida
retirada, llegó a ser uno de los personajes más importantes de la
Historia de España: confesor real; dos veces regente, en 1506 y 1516, al
morir Felipe el Hermoso y Fernando el Católico, su suegro... También fue
una gran figura, sin duda la más relevante, de la Historia de la Iglesia
española de su tiempo: arzobispo de Toledo (1495-1517), cardenal del
título de Santa Balbina (1507-1517), inquisidor general (1507-1517)...
Fundador de la Universidad de Alcalá y editor de la Biblia Complutense.
Su presencia
aquí es obligada ya que, cuando abandonó la capellanía mayor de la
catedral de Sigüenza ingresó en la orden de San Francisco y en la
primavera de 1494 fue elegido vicario general de los franciscanos de
Castilla. Ocupando ese cargo, de cuyo desempeño apenas si han quedado
noticias, presidió el capítulo custodial que se celebró, ese año, en el
monasterio de San Luis, de la villa de Gormaz.
El monasterio de
San Luis de Anjou
A los pies de
la otrora desafiante fortaleza califal de la villa de Gormaz, ante cuyas
fuertes y almenadas murallas batieron el cobre moros y cristianos, en
las inmediaciones del río Duero cerca del puente, se erigió una pobre y
humilde morada de los frailes menores observantes de San Francisco,
integrada en la Custodia de Domus Dei, en La Aguilera, y luego en la
Provincia de la Concepción. No podemos aventurar una fecha concreta en
que poner los orígenes de esta casa de los hijos del "Poverello"
de Asís. Sí está claro que no es anterior al año 1317, año en el que el
papa Juan XXII elevó a los altares, el 7 de abril, a su titular, San
Luis de Anjou.
¿Porqué la
advocación de San Luis de Anjou? Conviene recordar que Luis de
Anjou-Sicilia (1274-1297), fallecido obispo de Toulouse (1296-1297),
hijo de Carlos II, rey de Nápoles, Sicilia, Jerusalén y Hungría, estuvo
preso en San Esteban de Gormaz "desde
fines de 1292, hasta mediados del siguiente [...] mientras los reyes D.
Jaime II de Aragón y su suegro D. Carlos II de Nápoles, dirimían su
contienda sobre Sicilia".
Acaso durante su
estancia en la villa soriana se dejó empapar del ambiente franciscano
que se respiraba hasta el punto de hacer voto de ingresar en la Orden
Seráfica, si se reponía de una grave y larga enfermedad que había
contraído y de la que se curó como de milagro. Luego, al erigirse el
convento de Gormaz, muy bien pudo ponerse bajo su protección, lo que nos
hace pensar que los primeros religiosos de éste muy bien pudieron ser
frailes procedentes del de San Francisco, de la villa de San Esteban de
Gormaz.
La vida del
cenobio, “extramuros de la villa de Gormaz de la
orden de señor san Francisco”,
transcurrió sin grandes sobresaltos hasta que, como aseguraba el
guardián de la casa y monasterio al prior y cabildo de la catedral de
Osma, "la crecida del río Duero de los días últimos del pasado mes de
enero había destrozado y hundido el Convento". Por ello les pedía, el
miércoles 9 de febrero de 1583, ayuda para repararle. Le dieron 50 rs.
del Arca de Misericordia y otros 25 rs. de la Mesa Común. El prior,
Fernando de Padilla, fundador del colegio del Espíritu Santo de la
Compañía de Jesús en Soria, propuso que se trasladara a la villa de El
Burgo de Osma.
La propuesta del
prior fue bien recibida, pero se calificó de materia reservada con
obligación de secreto oficial, al tratarse de un asunto importante en
tiempo de sede vacante, por traslado, el 16 de junio de 1583, de Alfonso
Velázquez a la archidiócesis de Santiago de Compostela. El Cabildo debía
estudiar el tema y proponérselo al nuevo obispo, a quien correspondía
tomar decisión de tal envergadura. Se difundió el rumor del posible
traslado y durante los años 1583 y 1584 creció el fervor franciscano en
la villa Mitrada. Nada se hizo, pero hubo intento de fundar un convento
franciscano, en la Villa Episcopal, auspiciado por Roque de Cogollos. En
1591 eran 20 los religiosos que residían en Gormaz frente a los 12 de
San Esteban de Gormaz, los 22 de Almazán y los 40 de Soria.
En 1640 quiso llevar
el VII condestable de Castilla, VI duque de Frías y V marqués de
Berlanga, Bernardino
Fernández de Velasco, los frailes “mínimos” de San Luis de Anjou, al de
Paredes Albas, en Berlanga de Duero, por él fundado; pero el conde de
Castro –señor de la villa de Gormaz y su jurisdicción– escribió al
cabildo de la catedral de Santa María de Osma para que influyera en
contrario, pues a él le venía perjuicio con dicho traslado. El intento
ya lo había pretendido el de Berlanga en 1636, como lo refieren las
Actas Capitulares de la catedral, en la sesión celebrada el 14 de abril
de este año.
Nada es lo que
conocemos, hasta el momento, de cómo era el edificio material del
convento pero cabe deducir, como es lógico, que estuviese integrado por
la iglesia, claustro con celdas, cocina con su refectorio, bodega,
huerta… La iglesia, edificada en estilo gótico y en la que, más tarde,
se harían obras y arreglos renacientes, muy bien pudo tener planta de
Cruz latina pues el 16 de marzo de 1613 se hizo el contrato, entre Roque
de Cogollos y Tomas Ruiz de Quintana, para pintar y estofar dos retablos
colaterales para la iglesia del convento de San Luis. Uno dedicado a San
Pedro de Osma y a Santo Domingo de Guzmán, patronos del Obispado, y el
otro a San Francisco de Asís y San Roque. Ambos estaban acabados, en esa
fecha, en la casa y taller de Pedro Mazarrero, ensamblador, vecino de El
Burgo, así como las pinturas en lienzo, obra de Jerónimo de Aparicio.
En la Provincia
Franciscana de la Concepción se fueron incorporando conventos de nueva
fundación, llegando a contabilizarse hasta treinta y nueve, si bien en
la 1.ª mitad del siglo XVII sufrió la baja del convento "de San Luis de
Gormaz, que, habiendo sido pasto de un voraz incendio, la provincia no
estimó conveniente reedificarle".
Manuel de la
Puente, el 10 de agosto de 1796, respondía a la 2.ª pregunta del
interrogatorio que le había remitido el geógrafo Tomás López, relativa a
la villa de Gormaz. Le escribía, entre otras cosas, que el monasterio de
San Sebastián, en Gormaz, "fue sumergido año de 923 con un
andalubio que vino por el río Duero, que transita por dicha villa, y
sobre las ruinas de éste fundaron los religiosos franciscos con el
título de San Luis que floreció en virtud y santidad hasta el año de
1650 en que la desampararon los religiosos y tomó el nombre de San Luis
de un lugar que frente había al otro lado del río al medio día y
permanecen los paredones de la iglesia, celdas y otras oficinas y la
huerta que tenían cercada de piedra. [...] Y se conserva en la
parroquial de dicha villa de Gormaz una imagen de San Sebastián que fue
de dicho convento de San Luis y antes lo fue de el de benitos de San
Sebastián. [...] De este convento hoy existe en el altar mayor de la
parroquia de el lugar de Recuerda una Nuestra Señora de la Concepción de
vulto y una campana y otra campana en el de Quintanas ambos pueblos
aldeas de dicha villa. Los huesos de los religiosos que había sepultados
en él fueron trasladados al convento de San Francisco de la villa de San
Esteban de Gormaz, como lo decanta la inscripción que
se halla en un costado de la puerta de la sacristía de dicho convento
que dice así: Aquí yacen los huesos de los religiosos de San Luis de
Gormaz, que se trasladaron a este convento año de 1705".
Francisco Jiménez de Cisneros en
Gormaz
En la congregación
custodial celebrada en el convento de La Aguilera, provincia de Burgos y
diócesis de Osma, el 8 de septiembre de 1492, festividad de la Natividad
de la Virgen, tras la elección y confirmación canónica del custodio, se
nombraron nuevos guardianes para los conventos San Francisco, de Almazán
(Soria), y San Luis de Anjou, en Gormaz (Soria). En la misma estos dos
conventos entraron a formar parte de la nueva Custodia de Domus Dei de
La Aguilera, que había sido erigida canónicamente, por bula del papa
Sixto IV, el 4 de marzo de 1481. En esta reunión se decidió, también,
reunir la siguiente congregación custodial, el día de la Natividad de la
Virgen María de 1494, en el convento de San Luis de Anjou, de la villa
soriana.
Así pues, tal y
como estaba acordado, se juntó la congregación capitular en el sitio
señalado, pero no el día de la fiesta de la Natividad sino el de la del
apóstol San Bartolomé, el 24 de agosto de 1494. Presidió fray Francisco
Jiménez de Cisneros (1436-1517), vicario provincial de Castilla, desde
la primavera de 1494, más tarde arzobispo de Toledo (1495), presidente
del Consejo de Regencia (1506), cardenal de Santa Balbina (1507) y
regente del imperio español (1516).
En presencia de
fray Francisco, el primer acto que se consigna en "La tabla Capitular de
la Custodia de Domus Dei" fue la elección y confirmación del custodio
del convento de La Aguilera y designación de discretos. El punto
siguiente, el de nombramiento de guardianes de los conventos siendo
elegidos para los monasterios sorianos: "En el convento de San Francisco
de Soria, guardián, el venerable padre hermano Martín de Soria. En el
convento de San Francisco de Almazán, guardián, el venerable padre
hermano Gregorio de Lerma. En el convento de San Luis de Gormaz,
guardián, el venerable padre hermano Diego de Miranda. En el convento de
San Francisco de San Esteban [de Gormaz], guardián, el venerable padre
hermano Fernando de Aguilar".
Se estableció y
dispuso por el vicario provincial, fray Francisco Jiménez de Cisneros,
asceta y reformador, que siempre fue entusiasta de la conservación de
las costumbres y tradiciones patrias, por el custodio de La Aguilera y
por los definidores, con el consenso de todos los reunidos que, de allí
en adelante, se guardasen las "Constituciones y Ordenaciones" antiguas,
compuestas por los padres fundadores de esa Custodia. Todos ellos se
comprometieron, además, por sí y sus sucesores, a observarlas
perpetuamente. Y si los superiores o guardianes -a los que se les dieron
tres meses para hacerlas escribir y conservar en sus conventos- no las
hicieren guardar a sus súbditos, serían castigados con todo rigor. Del
mismo modo se mandó observar las "Constituciones generales" hechas en el
convento de Santa María de Jesús, en Barcelona.
También se
ordenó, ante la urgentísima necesidad de la paz para la iglesia, el rey
y el príncipe de los cristianos, que por todos y cada uno de los frailes
sacerdotes, en todas las misas, se aplicada una "colecta de pace"; y los
frailes no sacerdotes, por dicha intención, debían decir, cada día, tres
Ave Marías.
Al finalizar tienen
un recuerdo para los religiosos fallecidos durante el bienio anterior,
que suman un total de once. Después se encomiendan los acostumbrados
sufragios por el papa; los serenísimos reyes; el magnífico conde de
Castro, por los benefactores de la congregación por los que los
sacerdotes debían decir una misa. Lo mismo por los demás hermanos y los
bienhechores muertos. Acaba "La tabla Capitular de la Custodia de Domus
Dei" informando de la próxima congregación custodial, a celebrar el día
de San Juan Bautista de 1496, pero sin indicar el lugar.
©
José Vicente de Frías
Balsa
UNED, Soria