La tertulia laica de Valdanzo
Durante los años de la II República Española se constituyeron numerosas
asociaciones ciudadanas que llegaron a dar al traste nada más comenzar
la rebelión de los militares en julio de 1936.
Una de ellas fue la Tertulia Laica de Valdanzo. Para esta villa,
agrupada al Ayuntamiento de Langa de Duero, el Instituto Nacional de
Estadística da una cifra de 55 habitantes en el año 2010, menos de la
mitad que en 2000, según el mismo organismo. En 1940, Valdanzo y su
agregado Valdanzuelo, albergaban 637 habitantes, cifra aproximada de la
población de 1936, cuando en marzo de ese año un grupo de vecinos
decidieron formalizar su tertulia, que se regía por el siguiente
reglamento:
Artículo 1º defender y propagar por todos los medios los ideales
republicanos. Ser eminentemente cultural. Laborar por el laicismo del
Estado y de la vida en sus múltiples manifestaciones. Crear un Centro
con su correspondiente biblioteca y prensa.
Artículo 2º por ser una organización puramente local y eminentemente
cultural los medios asignados para desarrollar los anteriores fines
serán: aportación cultural personal de los asociados. Si fuese necesario
los donativos voluntarios de los mismos.
Artículo 3º la Sociedad Tertulia Laica de Valdanzo, la constituirán
la totalidad de los asociados. Serán socios todos los ciudadanos que por
su ideología estén conformes con los fines y medios de la Sociedad y
quieran pertenecer a ella para lo cual deberán solicitarlo de la misma y
ésta, reunida en asamblea, resolverá sobre la propuesta.
Artículo 4º La Sociedad para su régimen y funcionamiento estará
representada por un presidente, un secretario y dos vocales.
Artículo 5º la Asamblea se reunirá periódicamente para los asuntos
ordinarios y para los extraordinarios a propuesta de la Junta que la
representa o de la cuarta parte de los socios que la constituyen.
Artículo 6º la Sociedad denominada Tertulia Laica de Valdanzo tendrá
su domicilio en la calle de la Solana nº 2.
Artículo 7º esta Sociedad se dividirá en dos clases de socios:
protectores y de número. Los protectores podrán hacer donaciones de
libros y en metálico para libros. Los de número pagarán una cuota de
cincuenta céntimos mensuales.
Artículo 8º en caso de disolución de esta Sociedad los fondos y
enseres que existiesen serán entregados a un establecimiento benéfico y
esto no ocurrirán mientras no queden diez de sus socios.
Valdanzo, 28 de marzo de 1936
Los estatutos se presentaron, en la misma fecha, ante el Gobierno Civil
El 29 de abril de 1936 presentaron en el Gobierno Civil la relación
duplicada de socios y el acta de constitución:
“Don Moisés Arribas leal, secretario de la Sociedad “TERTULIA LAICA DE
VALDANZO”. CERTIFICO.
Presidente: Julián Alonso Alonso, vocal Tomás Santos Sebastián, vocal
Victoriano Arribas Ponce, tesorero Marino González Alonso, secretario
Moisés Arribas Leal.
Socios: Moisés Arribas Leal, Marcelino de Blas Redondo, Benito Arribas
Ponce, Julián Alonso Alonso, Victoriano Arribas Ponce, Agapito
Hernansanz Sastre, Marino González Alonso, Justo Mateo Hinojar, Félix
Alcalde Gil, Bienvenido Verde Soria, Lucas de Pablo Mateo, Cayo Alcalde
Antona, Genaro Alcalde Leal, Raimundo Arribas Onrubia, Angel Gómez Leal,
Annón Moraga de Pablo, Cirilo Pones Benito, Ildefonso Cerezo Ruiz,
Segundo Ponce Delgado, Isaac García de Pablo, Eugenio García Rico,
Santiago Leal Hernando, Pedro Rincón Crespo, Fermín de Pablo Martín,
Tomás Santos Sebastián, Tomás Sebastián García, Martín Rico Alcántara,
Cosme Monge Rampérez, Demetrio González Alonso, Juan Ponce de Pablo,
Federico Arribas Ponce, Felipe Gil Arribas, Nicolás Val Rico, Sebastián
Teresa Moraga, Ezequiel García Benito, Patricio Rico Alonso, Paulino
Hinojar González, Cristóbal Hernando, Juan Gil Teresa.
Los miembros de la Tertulia Laica de Valdanzo corrieron similar suerte
que los de la Sociedad Espírita de Santa María de Huerta “la Verdad por
la Ciencia”, que puede consultarse también en nuestro web, y como tantas
otras agrupaciones, sobre todo políticas, que tenían su sede en la
provincia de Soria.
El historiador y escritor Enrique Barrera Beitia, da a conocer la Causa
S/N de 1937, instruida por el teniente coronel de Infantería retirado,
Florencio Latorre Ranz, contra un grupo de vecinos de Valdanzo, del que
sólo terminará juzgado –juicio sumarísimo- Ildefonso Cerezo Ruiz. Todos
acudían a la sede de la “Tertulia Laica de Valdanzo”.
“Los asistentes, compraban unas jarras de vino y debatían sobre curas y
política, al mismo tiempo que escuchaban la radio, un lujo para la
época…”. Entre los denunciados está Justo Mateo Hinojar, 58 años,
labrador, quien “… fue condenado a 12 años y 1 días de reclusión menor
como autor de un delito de auxilio a la rebelión por sentencia de 17 de
noviembre de 1937 dictada en Valladolid por el Alto Tribunal de Justicia
Militar, dándose como hechos probados que ordenado se practicase un
reconocimiento o registro en el colmenar del vecino de Valdanzo, Justo
Mateo, por dos individuos pertenecientes al Requeté y Acción Ciudadana,
el primero de abril pasado se encontró en dicho sitio un revólver marca
“Velodot”, sin número de fabricación, calibre 635, en perfecto estado de
funcionamiento, que estaba metido en una bolsa y dentro de un horno de
abejas vacío pero tapado con barro, arma que fue reconocida por el
procesado como de su propiedad alegando que no la había entregado al
publicarse el bando, como lo hizo con una escopeta, por ser regalo de
boda de un pariente suyo; y que dicho individuo en otros tiempos de
ideas derechistas, concepto en el cual había sido alcalde del referido
pueblo cuando la Dictadura, actualmente era de política izquierdista, si
bien siempre observó buena conducta y es persona de buenas costumbres”.
Posteriormente, el 27-4-40, el Tribunal de Responsabilidades Políticas
de Burgos, nº 973, le inicia expediente y le sanciona con 250 pts.
Pagado en metálico el 15-7-40”.
A uno de los miembros de esta tertulia laica le costó la vida. En la
edición publicada por la Asociación Recuerdo y Dignidad de Soria, de “La
Represión en Soria durante la Guerra Civil”, de Gregorio Herrero y
Antonio Hernández, aparece la muerte de Juan Ponce de Pablo. Su nieto
Emilio Ponce, conocedor de la reedición, nos envió este emocionante relato de
los hechos:
“Juan
Ponce de Pablo. Casado con Dionisia Gil
González, tenía ocho hijos: Pepa, Juana, Basilia, Encarna, Rosa,
Cirila, Esteban y Saturnina (muerta a los dos años). Se dedicaba a
las labores agrícolas.
La persona que nos ha enviado los datos es nieto de Juan, y los ha
extraído de un diario que su madre (hija de Juan) escribió los
últimos años de su vida. La sencillez del relato hace éste muy
humano y sobrecogedor: “…después de trabajar les enseñaba a sus
hijos las letras, los números y a leer las primeras palabras. Era
un hombre respetado y querido por sus hijos, les educaba con
paciencia y no con palos. En Valdanzo no hubo frente de guerra, pero
los falangistas con sus camiones, se dedicaban a recorrer los
pueblos cantando el cara al sol y matando a quienes querían”.
El día 3 de septiembre del 1936, Juan Ponce estaba en la era
trillando con su hija Cirila. Llegó el alguacil y le dijo, de parte
del alcalde, que se pasara por el Ayuntamiento. Juan le contestó que
no podía dejar a la chica sola con la yunta, que cuando recogiera se
presentaría. El alguacil insistió en que debía acudir de inmediato.
Pasado un tiempo, se escuchó y vio “mucho jaleo alrededor del
camino, era Juan Ponce en un camión que se lo llevaban los
falangistas, cantando el cara al sol, Juan Ponce estaba gritando
!adiós esposa! !adiós hijos! ese fue la última vez que se le vio
con vida”. Según opinión por parte del vecindario, fueron el cura y
el boticario los que denunciaron a Juan a los falangistas. Sigue el
relato del nieto: “Cuando estaba arriba del camión le nombraron,
según la gente del pueblo, para que se bajara, y se conoce que el
hombre estaría aturdido por lo que estaba pasando y no lo escuchó, y
en su nombre se bajo uno llamado el manco porque le faltaba
un brazo, su nombre decían que era Julián, natural de Bilbao. Mi
madre, Cirila Ponce Gil, le escribió una carta al director de la
cárcel del Burgo de Osma, apelando para que le dejaran salir, con
fecha del 5-11-1936. Toda la familia recuerda a Juan Ponce de
Pablo”.
Y, como decíamos al principio, la misma suerte corrieron los
miembros de las agrupaciones locales de Unión General de
Trabajadore y todos los de partidos que no se
ajustaban a la ideología de los que se alzaron contra la República.
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