La Villa de Serón de Nágima
-Extracto de las respuestas del Catastro del Marqués de la Ensenada-
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En el año 1752, empiezan las gestiones en
la villa de Serón de Nágima, para llevar a cabo el recuento de bienes y
personas y elaborar un catastro a fin de que la contribución fuera
única, tal como se estaba haciendo en el resto de ciudades, villas y
aldeas del Reino de Castilla.
El Catastro lo mandó hacer el rey
Fernando VI, a propuesta de su ministro, Zenón de Somodevilla, marqués
de la Ensenada.
En el caso de Serón –en la época no
llevaba el apellido de Nágima- el juez subdelegado para la averiguación
“de los efectos en que pueda fundarse una sola contribución”, fue don
Millán Pérez. El cuestionario se comienza el 18 de enero de 1753.
Serón era villa de señorío, y pertenecía
al duque de Sessa (1), quien cobraba el derecho de
alcabalas (2): 3.402 reales y 18 maravedíes al año; de
pan de pecho (3), 368 fanegas de trigo común y cebada;
el señor recibía también las tercias reales, que suponían 2.159 reales y
6 maravedíes por cada quinquenio. El rey recibía los diezmos de cientos
millones, servicio real y nuevos impuestos, que ascendían a 4.687 reales
y 30 maravedíes.
Las tierras que componían el término de
Serón –sin sus anejos- estaban destinadas a regadío: hortaliza, árboles
frutales (perales, camuesos, manzanos, ciruelos, servales, nogales y
guindos), cáñamo, trigo, cebada y dehesa boyal. Y sembradura de secano:
trigo puro y común, cebada, avena, cañamones y viñas. El resto del
término estaba compuesto por monte de carrasca y roble, cerros pelados,
tierras inútiles y yermas.
El precio de los productos que producía
la tierra eran: cada fanega de trigo puro, 15 reales; de trigo común, 12
reales; de cebada, 8 reales; de avena, 6 reales; de cañamones, 12
reales; cántara de vino, 2 reales; arroba de berza, 1 real; arroba de
lana, 28 reales; 1 cordero, 8 reales.
La población estaba compuesta por 163
vecinos, incluidos los eclesiásticos, pobres y viudas, contando dos de
éstas por un vecino. Estaban distribuidos en 181 viviendas. Se dedicaban
a: un gobernador puesto por el duque de Sessa. Un escribano de número en
el Ayuntamiento de la Villa y su jurisdicción. Un médico. Un boticario.
Un albéitar. Un cirujano. Un tendero de lienzos y bayetas (Manuel de la
Torre). Un maestro de niños (Caprasio Martínez). Dos guardas de montes
(Juan Jiménez Ruiz y Juan Antonio García). Un guarda de ganado vacuno
(Matías Rubio). Un guarda de ganado mular (Francisco Almazul). Un
alguacil mayor (Juan Antonio Zozaya). Arrieros. Sesenta y nueve
labradores. Un herrero. Tres tejedores de paños. Dos tejedores de
lienzos. Tres sogueros. Un sastre. Siete pelaires. Tres zapateros. Un
tendero de aceite (Pedro Garcés Rubio). Un tabernero (Manuel Hernández).
Dos horneros (Juan de Gómara y Francisco Barcebal). Trece pastores.
Veinticinco jornaleros. Siete clérigos. Y 12 pobres de solemnidad.
Para los trabajos del campo contaban con
58 mulos y mulas; 5 mulas cerriles; 12 yeguas y caballos de labor; 107
bueyes y vacas de labor; 34 novillos cerriles y 150 pollinos. Eran
propietarios de 178 cerdos; 123 carneros; 228 primales; 2.455 ovejas;
1.256 corderos; 57 machos de cabrío; 395 cabras; y 131 cabritos. Todos
pastan dentro del término.
Seis eran los molinos, de una piedra,
que tomaban el agua del río Nágima. Sus propietarios eran: doña María
Francisca Medrano, de Morón, que lo tenía arrendado; Antonio Calonge, de
Ledesma, arrendado; don Alejandro Ledesma, de Castilfrío, arrendado;
Juan José del (¿), de Serón, arrendado; don Miguel Ximeno; y el último
perteneciente a la capellanía que fundó el capitán Cabrera, también
arrendado.
Espaciadas por el término, había 299
colmenas y hornos.
Propiedades del Común de vecinos: una
casa y corral adjunto el granero y “lóndiga” (alhóndiga), que no renta
pues es para hacer las reuniones. Una casa para pesar la carne y otra
para vender el vino. Dos hornos. Una dehesa boyal. Un monte de encina
que producía leña y bellota. Un pedazo de monte rebollar y quejigar. Una
tierra de regadío de primera calidad de una yugara y cuarto. Dos tierras
de 55 yugadas y media y un cuarto de tercera calidad y secano.
Los vecinos podías suministrarse en una
taberna. Una tienda de aceite, vinagre y pescados. Una panadería. Una
carnicería. Y un mesón.
Había en Serón dos hospitales, “el uno
que dicen del Santo Espiritus, donde recogen algunos sacerdotes o
peregrinos pasajeros”, y que se mantiene con las rentas de unas tierras
que posee en el lugar de Abión. El segundo sirve para recoger a todos
los pobres transeúntes.
(1)
El duque de Sessa en esas fechas era Ventura Osorio de
Moscoso y Fernández de Córdoba, 12 duque de Sessa, que entre otros
títulos tenía el marquesado de Almazán, el condado de Altamira, el
marquesado de Poza, el condado de Monteagudo, el condado de Cabra, y
muchos más, además de ser 11 veces grande de España. Estaba casado con
María de la Concepción de Guzmán y Fernández de Córdoba, nieta por línea
materna de los duques de Medinaceli.
(2)
Fue el impuesto más importante del Antiguo Régimen, pues
gravaba todas las transferencias y compraventas.
(3)
Impuesto directo por razón de los bienes.
Datos recogidos en el Archivo Histórico
Provincial de Soria, cajas números 9841, 9842 y 9843.
Un siglo después, vemos en el Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico, de Pascual Madoz, cómo las casas
aumentaron de 181 a 240. Los vecinos aumentaron de 163 a 234 (900
almas). Sólo los molinos pasaron de 6 a 4. Aumentaron también los
zapateros, 4; los sastres, 4; los tejedores de lienzos de cáñamo y lino,
13.
Durante mucho tiempo, Serón fue una villa
floreciente. El pavoroso declive comenzó a mediados del siglo XX:
1950: 773 habitantes. 1970: 453. 1981:
343. 1991: 335. 2001: 251. 2008: 220.
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