En
este web publicamos un trabajo sobre la figura del infante Juan de
Castilla, hijo del rey Pedro I y de doña Juana de Castro. Este príncipe,
rehén en Soria, emparentó con el alcaide del castillo al matrimoniar con
su hija, y permaneció enterrado en suelo soriano hasta que su hija,
religiosa, trasladó sus restos mortales a Madrid.
Vamos a ampliar este trabajo con el
legado –en joyas y bienes muebles- que su padre, el rey, le hacía en su
testamento, y que habrían llegado a su poder si las armas no le hubieran
sido propicias al primer Trastámara.
Don Cesáreo Fernández Duro publició un
artículo –“La tabla de oro de don Pedro de Castilla (1366)”-, en el
Boletín de la Real Academia de la Historia, julio-septiembre, 1889,
cuadernos I-III, que nosotras hemos encontrado en el web del Instituto
Cervantes.
El señor Fernández Duro alude al
testamento con el fin de desmontar la teoría de la existencia de “la
tabla de oro” del rey don Pedro, objeto que, como el Arca de la Alianza,
el Santo Grial, la Lanza de Longinos o, a nivel más local, los sacos de
oro escondidos en sitios difíciles, sirven para fabricar misterios,
componer romances y alimentar la fantasía de una sociedad infantiloide,
que sustituye el raciocinio por los cuentos. Al parecer, la tabla de oro
no aparece en ningún inventario, y las joyas del rey de Castilla eran,
en su mayoría, la obtenidas como botín del rey nazarí de Granada
conocido como el Bermejo.
Según el cronista López de Ayala (1), al
nazarí se le tomaron:
Luego que el rey Bermejo fué
preso, fué catado aparte si tenía algunos joyas consigo y falláronle
tres piedras balajes(2) tan grande cada una como un huevo de
paloma, e fallaron á un moro pequeño que venia con él un correon que
traia setecientas e treinta piedras balajes, e fallaron á otro moro
pequeño, que era su paje, aljofar (3) tan grueso como avellanas
mondadas, cien granos; e a otro moro pequeño fallaron otra partida de
aljofar tan grande como granos de garbanzos, que podia haber un celemín;
e a los otros moros fallaron a cada uno, a cual aljofar, a cual piedras
e levarongelo luego todo al Rey. E a los moros que fueron presos en la
judería fueron falladas doblas e joyas, e todas las ovo el Rey.
Casi todas estas joyas
aparecen en el reparto que el rey de Castilla hizo entre sus tres hijas,
Constanza, Beatríz e Isabel, habidas con María de Padilla, aunque como
veremos, también en el legado a Juan de Castilla aparecen piedras e
aljofar.
Al infante Juan:
Diez espadas guarnidas de plata de las
castellanas, las mejores que yo ovier.
Cuatro espadas ginetas (4) de oro, la una
la que yo fiz con piedras e aljofar.
Otrosi la siella gineta e freno e bacinet
desta labor.
La mi espada castellana que fiz facer
aquí en Sevilla con piedras e aljofar.
La siella castellana, que es de tapete
pavonado (5).
La siella mular, que es de tapete
pavonado con estriveras de plata, e el freno de esta siella, que es de
plata.
La loriga de Santoyo (6).
A la capilla que yo agora mando facer
aqui en Sevilla, do he de estar enterrado yo: La mi capiella, e la que
fue de los reyes onde yo vengo, e cualesquier otros ornamentos de
eglesia que yo tenga, e dos pares de tablas que estan y, unas que fueron
de la capiella de los reyes, que son grandes, e otras que son mas
pequeñas, en que está el
Lignum
Domini.
Tres alombras de las mejores que tengo,
etc.
*******
(1) “Crónica
de Don Pedro”, año 1362, cap. V
(2) “balax”.
Piedra preciosa, una de las nueve especies del Berilo semejante al rubí,
aunque no de tan encendido color”. (Diccionario de Autoridades).
(3) “Especie
de perla que según Covarrubias se llaman así las que son menudas…”.
(Diccionario de Autoridades).
(4) “Cierta
especie de lanza corta con el hierro dorado, y una borla por
guarnición…”. (Diccionario de Autoridades).
(5) “Del
color de las plumas del pavón”. (Diccionario de Autoridades).
(6) Santoyo
es una villa de la provincia de Palencia. Suponemos que hará referencia
a la armadura utilizada en alguna batalla que tuviera lugar allí.