Arte en los Pueblos
Centro Temático de la Cerámica Tradicional en Quintana Redonda
Quintana Redonda, a veinte kilómetros de Soria, es, desde siempre, conocida por su tradición alfarera que debe su continuidad al ceramista Evelio Arnanz Modrego. Pero también es Quintana un lugar de paso, poco conocido turísticamente, aunque no le falten, como a sus agregados, recursos para promocionar su visita. Las Cuevas, por ejemplo, con la ermita, el castro, el museo etnográfico, la villa romana, la fiesta de elaboración del cisco, es un pueblo vivo, donde sus habitantes se reúnen periódicamente para cenar en comunidad. Monasterio, un pueblo montaraz, amparado por la sierra, con su lavadero circular de piedra y la iglesia con el campanario segregado. Las iglesias románicas de Izana, Fuentelárbol, La Seca y Ventosa. La gótica de La Revilla. Los Llamosos con sus danzas y su magnífica iglesia con elementos mozárabes. Y la propia Quintana, rodeada de monte, de fuentes, de tradición. Regada la zona por los ríos Izana y Erice, abundante en manantiales. Toda esta comarca, tan próxima a Soria, debería merecer la atención de la Junta de Castilla y León y de la Diputación provincial, para ponerla en valor, un valor importante que en nada desmerecería de otras rutas. Desde el año 2005, tiene Quintana Redonda, en lo que fueran las antiguas escuelas, un magnífico Centro Temático de la Cerámica Tradicional que debe ser apoyado por otros recursos y otras actividades, aunque por él mismo ya merece la visita. Allí se encuentran bellísimas muestras de cerámica negra de Quintana –de Evelio Arnanz- y de Tajueco –de la familia Almazán-. Unos modernos paneles explicativos de la historia de la cerámica de la zona. Vídeos con paisajes y monumentos de la comarca. Se sabrá que los alfareros estaban unidos en “La Junta”, con sede en Tajueco, asociación que servía para adquirir productos en comunidad, y que tuvo su fin en los años setenta del pasado siglo, cuando el plástico sustituyó al barro en el ajuar doméstico, y los productos sintéticos a la resina, para cuya recolección los trabajadores del barro sacaban de él los recipientes en forma de macetas pequeñas. También sabremos de la elaboración de alfarería en Argentina, gracias a la emigración a aquel país de un grupo de ceramistas de la zona.
El espacio donde todo ello se encuentra, es luminoso, amplio, mezcla de la tradición del propio edificio y de lo que allí se muestra, y de la modernidad del montaje. Pronto, la visita a este centro estará complementada por otra, al alfar de Evelio –ya jubilado, dice él, pero nosotras los dudamos, de dar vida al barro no se jubila nadie- donde tiene previsto un museo de cerámica y donde tal vez Arce, su hijo, le sustituya o le ayude a enseñar a modelar.
Isabel Goig Recuerdos Fotográficos de Quintana Redonda
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