Manuel Castelló Rizo
Manuel Castelló pone música a Andaluz
El maestro Manuel Castelló Rizo sigue musicando pueblos, monumentos y costumbres sorianas. Su producción musical es amplia y su vida la reparte entre su familia, la música y una finca agrícola en Agost (Alicante), el Canalis, donde mima frutales y hortalizas con el mismo cariño que pone a su música. Pasodobles para su tierra levantina, homenajes a las musas de la Contestania y Soria siempre presente, su tierra de adopción por ser la de nacimiento de su esposa, Mari Gómara, muy vinculada a la localidad de Andaluz, que un día lejano fue cabecera de Villa y Tierra, con un fuero muy antiguo que, visto desde la lejanía, es fácil percatarse de que esta tierra no necesitaba de prebendas algunas para que fuera poblada. El propio maestro Castellló se encarga de explicar las característica de la iglesia y el portillo, que han inspirado estas dos piezas musicales, y las características de las mismas.
La Iglesia de San Miguel
La Iglesia de San Miguel Arcángel de Andaluz, se ubica en un pequeño promontorio que domina todo el pequeño caserío, desde el que se vislumbra una amplia, vasta y bella panorámica. A los pies de la Iglesia el pueblo con los huertos y la dehesa, regados por el río Andaluz que es tributario del Duero, el cual no muestra sus aguas al estar escondidas por los frondosos chopos de sus orillas, así como el puente romano-medieval en ele camino de Berlanga y Gormaz. En lontananza, los campos de cereal y el bosque. El caserío está guarnecido por el cerro del castillo, donde se ubican las ruinas mozárabes de la Iglesia de Santa Lucía y un castro arévaco. En las paredes casi cortadas a pico de lo que se llama el portillo de Andaluz por el que discurre la carretera y el río homónimo, anidan las aves rapaces, en especial el buitre leonado. El pueblo fue en tiempos pasados de gran importancia siéndole concedido el llamado Fuero de Andaluz, el primero de la provincia de Soria, y su bella Iglesia fue arciprestal. La obra está escrita en estilo renacentista para cuarteto: Flauta, Oboe, Clarinete y Violoncello, recordando a los cuatro músicos de los capiteles de la Iglesia. La obra está compuesta en el tono principal de Re menor con guiños a su relativo Fa mayor y algunos tonos cercanos. Comienza con un doble pedal de tónica interpretada por el violoncello, a semejanza del antiguo rabel, la flauta da comienzo al tema principal al cuál siguen en modo imitativo los demás integrantes del cuarteto. Un acorde de tónica en Fa mayor, da paso a la segunda sección a modo episódico y religioso, recordando una celebración litúrgica hasta un acorde en primer grado de Fa mayor, el cual da paso a unas recreaciones en forma de puente hasta un breve calderón, tras el cual se reinicia el tema principal por el violoncello, que en estilo fugado a cuatro voces, desemboca en una Coda final, con el tema principal en Re menor y en modo aumentativo y harmonizado cromáticamente, delatando que, la obra está escrita por un compositor actual. El acorde final lo adorna una breve célula que pasa por todos los instrumentos terminando la obra en el acorde de Tónica del tono de Re menor. Está dedicada a la familia Jiménez-Gómara, a todo el pueblo de Andaluz y a cuantos luchan en defensa de nuestro patrimonio, y por la no desaparición de nuestros pueblos.
El Portillo de Andaluz
(Música incidental en forma de fantasía) Ubicado en Andaluz (Soria) Es un paso natural que parte la sierra a modo de grieta dando paso al río del mismo nombre y un amplio camino (hoy carretera asfaltada) en dirección a Gormaz, Almazán, Berlanga y Medinaceli. El Portillo, ha servido de paso a todos los ejércitos y culturas que desde el tiempo de los romanos han invadido nuestra península: Escipión (El Africano) que desde el portillo de Cabrejas se dirigía a Occilis (Medinaceli) donde estaba el acuartelamiento y centro neurálgico de las tropas romanas, antes de la destrucción de Numancia. El caudillo hispano–árabe Abu Amir Muhammad ben Abi (Almanzor) camino de la misma ciudad, de nombre Medinaceli para curarse de unas heridas que le causaron la muerte, las huestes castellano–leonesas intentando romper esa frontera natural que era el padre Duero, defendida por la impresionante fortaleza de Gormaz…. La obra está compuesta en estilo neoclásico y trata de pintar un paisaje preñado de grandes hechos históricos. Comienza la obra con una doble nota pedal acompañando un solo de flauta, pintando la paz del castro en la cumbre del cerro, paz solo alterada por los cantos de los pájaros, las cuernas de los cabreros, el croar de las ranas en los remansos del río al anochecer y los graznidos de las rapaces, que, en aquellos riscos tienen sus nidos y habitáculos. Las cuernas de cabrero y de caza se llenan de temor, y sus sonidos se tornan agresivos ante el estruendo aún lejano de los tambores de un ejército que, poco a poco se va aproximando. El sonido destemplado de las broncíneas trompetas, rompe el silencio idílico de aquel recoleto remanso de paz. Pasa el ejército y todo queda otra vez en beatífico silencio, todos regresan a sus quehaceres, vuelven a croar las ranas, a cantar los pájaros, los graznidos de las rapaces en sus rápidos vuelos…, pero los habitantes de aquel castro saben que, ya nunca será como antes, siempre, y por los siglos de los siglos volverá a alterar el lugar aquel estruendo de guerra y de poder, aquel portillo será el paso de todas las sandalias y botas militares de todos los ejércitos, rompiendo, destrozando una y otra vez la serena belleza de aquel pacífico e idílico lugar. © Manuel Castelló (Músic d´Agost), primavera 2021 |
Grandes músicos olvidados Por Manuel Castelló. (Músic d´Agost)
El maestro Manuel Castelló, entre los grandes músicos olvidados, llama nuestra atención con Tomás García Coronel, “excelente trompetista, como lo demuestra en el Tercer ejercicio de concierto, donde trata al instrumento en todas las facetas técnicas, pero de modo que puede lucir más, con una cadencia, un cantabile y la ultima parte de triple picado tan utilizada en las Polcas. Todos los trompetistas han estudiado y tocado esta obra durante su formación”. (En la Fundación Juan March. Conciertos del sábado, programa de diciembre de 2005, sobre la interpretación del tercer ejercicio del concierto: Andantino, Anclantte y Allegretto). Don Tomás García Coronel (1875-1951) era soriano, de Almazán. En 1883 escribió un “Método completo para cornetín y trompeta o clarín”, que fue publicado en 1977 en Unión Musical Ediciones, S.L.
He acabado la lectura de un interesante libro de Santiago Posteguillo El séptimo círculo del infierno, sobre los grandes olvidados y maltratados en la literatura, entre ellos varias mujeres: Concha Espina, sor Inés de la Cruz… mujeres que han hecho más por el feminismo que las actuales feministas que tantas condecoraciones se prenden. Durante la lectura iba recordando que en el mundo de la música ocurría lo propio, como el caso (por citar uno) de Clara Weick, conocida como Clara Schumann por haber sido esposa del gran compositor alemán, gran pianista que era capaz de leer a primera vista lo inimaginable, como se relata en el episodio de la visita de un joven Brahams con su deliciosa primera sinfonía bajo el brazo, la cual se estrenó en su casa con el piano de Clara, la gran dama del piano y de la música, de la cual cada vez que escucho la sinfonía Primavera firmada por su marido, no puedo apartar de mi mente que fuera ella la autora de tan deliciosa página sinfónica, exactamente igual que la tercera “Renana”. Pero no sólo las mujeres han sido olvidadas en este complicado mundo de la música, también ha habido muchísimos grandes intérpretes, profesores y compositores borrados casi por completo de la historia y de la memoria de la música.
Otro gran instrumentista vasco del que guardo un profundo, agradecido y cariñoso recuerdo era el Erandiotarra Paulino Idoate Zubieta, el cual ingresó a la temprana edad de quince años en la Banda Municipal como meritorio, ocupando el atril de requinto en mib, pasando después por oposición a la plaza de clarinete principal y solista de la Orquesta Sinfónica. Tengo grabados en mi memoria la interpretación con su clarinete de los solos de la Rapsodia Húngara nº 2 de Listz y el solo del “Adiós a la vida” de la ópera Manón Lescaut de Puccini. Recuerdo con nitidez aquel sonido limpio, dulce, aterciopelado...Una gozada escuchar su clarinete con una musicalidad y seguridad pasmosa. Además del clarinete D. Paulino Idoate era un extraordinario intérprete de violín y relataré que cuando se nombró director de la Orquesta Sinfónica al maestro Rafael Frübeck de Burgos, a la sazón teniente director de la Banda de Música del Regimiento Valencia nº 23 destacado en Santander, el dicho maestro realizó un examen de capacitación a todos los miembros de la orquesta, exceptuando los solistas que decía ya se examinaban en cada concierto, en aquel examen se presentó el profesor Idoate con el violín y el maestro Frübeck le propuso para la plaza de ayuda de concertino, el profesor Idoate rechazó aquella oferta con esta frase: “Si no soy concertino de violín, quiero seguir con mi plaza de solista de clarinete”. Otra anécdota famosa fue que en su día pidió una excedencia para hacer dos viajes como músico en la orquesta de un crucero de recreo; en uno de los viajes recalaron en Nueva York y el profesor Idoate fue a una tienda de partituras buscando libros difíciles para el clarinete (Los españoles siempre nos hemos creído que en el extranjero tienen más y mejores libros que aquí); entonces un clarinetista de la orquesta de Nueva York le preguntó: ¿Vd. puede tocar esos ejercicios? El maestro Paulino le contestó que sí, le dejaron un clarinete y al escuchar como tocaba, le preguntaron de qué orquesta era profesor, él contestó que iba en la orquesta de un barco de recreo. Los allí presentes se llevaron las manos a la cabeza asombrados.
© Manuel Castelló (Músic d´Agost), enero 2021
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