A media mañana del
día 27 de enero, se recibía un mensaje en la aplicación que une a los
Amigos de Sarnago. Era de Vitori, sobrina de Boni y Luisa, y sólo decía
“Buenos días. Ha fallecido nuestro tío Boni. Descanse en paz”. Y una
cadena de solidaridad recorrió esa aplicación, de condolencias que iban
más allá del puro formalismo, y de cariño hacia un ser querido, muy
querido, en Sarnago. Bonifacio Pérez Vallejo, Boni, alto, grande por
fuera y por dentro, bien parecido, entusiasta y trabajador. Cuando se
fue Luisa muchos pensamos que Boni no tardaría en seguirla, era mucho
amor lo que existía en esa pareja, mucha complicidad, mucha vida
compartida.
Boni perteneció a
una generación de muy difícil reemplazo, infatigable, hombres y mujeres
testigos de hechos terribles unos y gozosos otros. Guerra, pobreza,
enfermedades, superados con tesón y hasta con alegría, pero también,
como en el caso de Boni y que recordaba Irene, recorriendo los pueblos
dándoles luz, algo tan hermoso, casi mágico en aquellos años. En fin, un
equilibrio de dureza y gozo.
Miro a esta
generación en las reuniones culturales del verano sarnagués, escuchar
con atención lo que allí se dice y siento muchas ganas de decirles, por
favor, hablar vosotros, enseñadnos, somo pequeños a vuestro lado, casi
todo nos lo habéis dado hecho y ahora, aquí, pretendemos daros
lecciones. Boni, José, Luisa, Pimpín, Priscilo..., ellos ayudaron a
formar la Asociación de Amigos de Sarnago, fueron los artífices, y
ahora, los miembros de esa asociación sienten la muerte de algunos de
ellos.
Cierto que el dolor
no dura, sería insoportable, en cambio el recuerdo permanece hasta el
final y mientras alguien les recuerde la muerte no es el final. Buen
viaje buen amigo. Te colocamos simbólicamente las monedas en los ojos
para el barquero, él te conducirá a la otra orilla, nosotros te
recordaremos siempre en esta.
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