El
infante Fernando, que después reinaría como Fernando IV El Emplazado
(1295-1310), nació en Sevilla el 6 de diciembre de 1285, fruto del
matrimonio de Sancho IV y de María Alfonso Meneses, conocida como María de
Molina La Prudente. En su turbulenta minoría de edad hubo
desórdenes promovidos por algunos nobles, si bien la reina viuda pudo, en
principio, hacer frente a tales amenazas contando con la colaboración de
Juan Núñez de Lara y su hermano Nuño González.
En
este primer movimiento nobiliario el papel más destacado lo desempeñó el
infante Enrique, hermano de Alfonso X, personaje intrigante y ambicioso,
que pretendía la tutoría de Fernando IV. El infante, intentando hallar
apoyos, se reunió con los representantes de los concejos de varias
ciudades y villas entre los que se hallaban los de la ciudad de Osma, con
los que celebró una reunión en Berlanga de Duero.
Así
las cosas, La Prudente se vio precisada a buscar el mismo apoyo que
había solicitado el infante y, para ello, convocó, en 1295, Cortes en
Valladolid, en las que se proclamó solemnemente a Fernando IV. No obstante
siguieron los problemas a los que se sumó, en la primavera 1296, el ataque
aragonés que, desde Ariza, avanzó hacia Monteagudo, Almazán, Osma y San
Esteban de Gormaz. Jaime II de Aragón pretendía destronar a Fernando IV
para impone a su candidato Alfonso de la Cerda.
El 24
de octubre de 1297 Fernando IV autorizó acuñación de moneda, que circuló
hasta 1303 en paridad con la de Sancho IV, su padre, aunque era de menor
valor. La circunstancia de la nueva emisión fue aprovechada por el infante
Juan, Alfonso de la Cerda y Juan Núñez para labrar moneda falsa que
imitaba la de Fernando IV, si bien con una ley mucho más baja.
Hacía
poco tiempo que María de Molina había obligado a escapar del cerco de la
villa de Ampudia, puesto en la segunda quincena de julio de 1297, al
inquieto ricohombre Juan Núñez, intrigante personaje que dio mucho mal por
tierras sorianas, pues se había apoderado del castillo y judería de Osma.
Y los ambiciosos infantes de la Cerda desconcertados por la habilísima y
férrea diplomacia de María de Molina y viéndose en apurada situación
económia decidieron fabricar moneda a espaldas del rey. En la provincia de
Soria lo hizieron en Osma y Deza.
Pero
mejor será saborear el relato que nos hace la Corónica del Rey Don
Fernando, que dice así:
É
este D. Juan Nuñez era en Dueñas e salio dende é fuese para Seron, donde
era D. Alfonso, que se llamava rey de Castilla, fijo del infante D.
Fernando. É desque el infante D. Juan, que se llamava rey de Leon, é D.
Alfonso, que se llamaba rey de Castilla, é D. Juan Nuñez, que era con
ellos, vieron que la noble reyna Doña Maria traya la fasienda del rey su
fijo tan bien é tan cuerdamente é con tan grand recaudo, é que tan
esforçadamente se paraba contra ellos, é veyendo ellos que non avian de
que se mantener, acordaron de faser moneda en nombre y señal deste rey D.
Fernando, é que fuese de menos valor las cinco partes, é en esta manera
falseavan la moneda á este rey, é ellos labraron aquella moneda en estos
lugares que aquí se dirán: en Leon é en Castrotorafe é en Dueñas é en Osma
é en Deza; é por esta moneda que labraron en estos lugares confundieron
toda la buena moneda deste rey D. Fernando, é por esta rason toda la
tierra fué en grand turbamiento: lo uno porque la moneda no la conoscian
los omes, é lo otro porque pujaron todos las cosas á muy gran
precio, en manera que valia el doblo de quanto valía por la buena moneda
deste rey D. Fernando.
El caso es que la difusión de
esta moneda, acuñada en la ceca de la ciudad de Osma, causó grave
quebranto a la economía castellana que se puso de manifiesto en un fuerte
incremento de los precios y causó alarma popular dada la dificultad para
distinguir la verdadera de la falsa.
Juan
Núñez, repuesto de los apuros del cerco de Ampudia, descansó en su villa
de Dueñas, y de aquí salió, hacia Serón, en busca de los infantes de la
Cerda, sus aliados y amigos. Alfonso de la Cerda se había apoderado de
Serón, Soria y Osma y, por entrega desleal de sus defensores, de Almazán y
Deza, mientras que fracasaron en su intento de hacerse con Berlanga. Parte
de estas plazas se mantuvieron en su poder varios años, al cabo de los
cuales Juan Núñez, su principal sostenedor, cayó prisionero en manos de
Juan Alfonso de Haro el 7 de mayo de 1299, y para obtener la libertad,
cuyas negociaciones se iniciaron en Soria en 1299, tuvo que devolver
varias plazas, entre ellas la de Osma.