Es
Almenar villa agrícola, fue del señorío de los Salcedo (después condes de
Gómara) y ha sido repetidamente mencionada en las crónicas antiguas por su
proximidad a la antigua frontera entre Castilla y Aragón. En su bien
conservado castillo, propiedad particular, nació (cuando era casa-cuartel
de la Guardia Civil) Leonor Izquierdo, esposa que fue del poeta Antonio
Machado.
Los
almenarenses veneran a la Virgen de La Llana, imagen románica del siglo
XII, rica y piadosamente vestida, por lo que es imposible admirarla en
todo su interés. El origen de esta talla ha dado pie a leyendas que se
repiten en el mundo cristiano, sobre todo en esos lugares frontera con los
musulmanes, donde se vieron obligados a esconder las imágenes para evitar
profanaciones.
Don
Vicente Núñez Marqués escribió, en el año 1938, una novena a la Virgen de
La Llana acompañada de una breve historia. En ella dice que la imagen
(según la leyenda) se apareció en el término de Andava, hoy despoblado, en
la linde de las tierras propias de Peroniel del Campo y Almenar. Como se
disputaban la propiedad, dejaron que la virgen decidiera, colocándola en
un lugar determinado y siendo vigilada a lo largo de una noche. Al día
siguiente se había decantado por las tierras de Almenar, por lo que
interpretaron que era deseo de ella el que se le construyera ahí una
ermita. Es más fácil creer que esta imagen era la venerada en la iglesia
del despoblado mencionado y desde allí, puesto que Andava pertenecía a
Almenar, fuera trasladada primero a la iglesia y más tarde a su ermita.
La
ermita actual no es la primitiva, la cual fue demolida por que no daba
cabida al gran número de fieles que acudían al calor de los milagros que
aseguraban dispensaba la virgen.
Vayamos a
los datos y digamos que el actual templo (verdadero santuario por la gran
cantidad de exvotos que conserva) fue terminado en el mes de mayo de 1763
y costó cincuenta mil reales de vellón. Para su edificación se
reutilizaron elementos de la antigua. El edificio, sólido y elegante, con
esbelta espadaña capaz para dos campanas, se cubre con bóveda de media
naranja pintada con escenas de la vida de la Virgen.
Un
retablo barroco sirve de marco a la imagen de la virgen. Destacan, a los
lados, dos impresionantes estatuas de San Isidro Labrador y San José, con
rostros de facciones muy marcadas, de expresión casi tortuosa, propia del
periodo en que están realizadas. Dos altares acompañan al principal, ambos
en el crucero, dedicados a San Ramón Nonato y San Antonio de Padua. En el
coro hay un órgano, datado en el año 1841, cuyo coste fue de “seis mil
reales, más por conducción 213 reales, más refresco al organista 60
reales”, según el padre Vicente.
Hay
muchos milagros debidamente recogidos. Respetuosas como somos con las
creencias populares, tan antiguas como el propio ser humano, omitiremos
opiniones personales y por tanto subjetivas, para describir lo que el
padre Vicente Núñez recogió en su libro ya mencionado.
El más
importante de ellos es el ya conocido del Cautivo de Peroniel, que como ya
está publicado en nuestra página lo omitiremos en este artículo. Sólo
añadir que en una de las salas habilitadas para museo (de la que
hablaremos más adelante) se conserva la que aseguran es el arca del
milagro y, sobre ella, colgadas en la pared, las cadenas del cautivo. El
arca hubo de ser guardada en esa sala ya que los fieles arrancaban
astillas para guardarlas como reliquia, según nos informó el actual
sacerdote de Almenar, don Moisés García, amable cicerón durante nuestra
visita a la ermita.
El
siguiente milagro, no tan conocido como el anterior, se refiere al conde
de la Cadena, Antonio Flon de Sesma. Este pamplonés se dirigía hacia
Madrid para dar cuenta delante de la Justicia de un delito que se le
achacaba. Muy católico, había escuchado hablar de la Virgen de La Llana y
se detuvo en el santuario para pedirle que le protegiera e hiciera que el
tribunal pudiera ver la verdad, es decir, su inocencia. Parece ser que la
virgen le escuchó y aseguran que cuando los jueces, ya en la Corte,
abrieron el expediente encontraron, en lugar de pruebas condenatorias, la
palabra “calumnias”, repetida. El conde, en agradecimiento, regaló a la
virgen una cadena de oro, un manto y una pieza de plata con su esfigie.
Nada de eso se conserva, pero sí un cuadro mandado pintar por don Vicente
Núñez que recrea el milagro. Diremos que el conde de la Cadena existió
realmente (aunque en la actualidad el título no existe, fue concedido el 11 de marzo de 1712) y tuvo relevancia en la Guerra de la
Independencia de México, naturalmente en el bando realista.
Otros
milagros que se recogen es la aparición de la niña de Tajahuerce enviada
por los padres a buscar leña al monte y extraviada a causa de una nevada.
O el de la codorniz que cantaba e hizo que la gente la siguiera hasta la
ermita para sorprender a un ladrón, evitando así el robo. Un niño caído
desde el campanario, curado al ser colocado delante de la virgen. O un
señor de Ágreda tullido que pudo dejar las muletas. También el dependiente
de Reales Rentas, tiroteado por contrabandistas, que expulsó las balas. La
mujer de Masegoso, corneada por un buey y curada milagrosamente, son
algunos de los pocos prodigios que adjudican a la Virgen de La Llana.
Relacionados
con estos milagros, gran cantidad de exvotos han sido clasificados y
colocados en las paredes del camarín de la Virgen y nos fueron mostrados
por don Moisés. Allí hay fotos dedicadas, muletas ya innecesarias,
cuadros, trenzas de cabellos, piezas de cera, y todo aquello que nos
retrotrae a los santuarios iberos. Desde entonces no se ha interrumpido la
costumbre de ofrecer a la imagen, a la que se cree firmemente la sanadora
de los males, algo que lo reconozca, algún regalo para que quede
constancia de ello.
En
otra sala se hallan expuestos más accesorios relacionados con el
santuario. Mantos de la imagen, el arca con las cadenas del Cautivo de
Peroniel, rosarios, vasijas, más cuadros, todo perfectamente cuidado por
los fieles y por don Moisés García.
La
ermita tuvo santero y su casa, espaciosa, se conserva y se utiliza, pues
cada año, el día tercero de Pentecostés tiene lugar la fiesta del Cautivo
de Peroniel, cuya fiesta está también publicada en esta página, por lo que
remitimos a ella. Diremos que la Virgen de la Llana tiene una Concordia
formada por sesenta y seis pueblos.
A la
ermita, en la entrada de la Villa a la derecha si se llega desde Soria, se
accede por un ancho camino de césped, flanqueado por árboles y setos, todo
muy limpio y bien cuidado. O sea, que merece la pena una visita exclusiva
a este templo. De paso podemos echar una mirada al castillo, a los escudos
que hay en las fachadas de algunas casas y a la pila bautismal de la
iglesia parroquial.
© Isabel Goig
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