Almazán, belleza en profundidad
Los lugares de
interés de la villa de Almazán han permanecido ocultos durante muchos
años. Conocida como Villa del Mueble, o por Diego Lainez y Tirso de
Molina, además de la fiesta del Zarrón, Almazán es mucho más y desde
hace años va aflorando. Con frecuencia se ha escuchado decir que era un
a modo de pueblo propio de las llanuras de La Mancha, a lo cual
contribuyó el ser un espacio por donde circulaban los vehículos, pesados
o no, distribuyéndose por distintos puntos. Las variantes hace ya años
que aliviaron esa situación, pero aún faltaba ir destapando lo oculto y
eso se ha ido haciendo a lo largo de los años, de tal manera que algún
visitante de hace diez, quince o veinte años, al volver a la villa
adnamantina podría no reconocerla. Distinguiría si, el río Duero, un río
siempre es un río, aunque nunca sea el mismo agua, que diría Heráclito.
También la magnífica alameda, desde hace años con su museo al aire
libre, donde se celebra la Feria de Almazán, que comenzó como de
maquinaria y a día de hoy lo es de la llamada 'de muestras' en toda
regla. El resto, este visitante que vuelve, lo
encontrará muy cambiado.
Un buen lienzo de
muralla ha quedado a la vista tras demoler las casas que lo tapaban por
una de las vías más concurridas, las que se dirigían a Madrid y otros
pueblos de la comarca. La plaza Mayor, a la que se accede por la Puerta
de la Villa, también ha sido remodelada. En ella se ubica el palacio de
los Hurtado de Mendoza donde en tiempos se instaló el servicio
telefónico público, y la iglesia de San Miguel, desde donde se puede
acceder por un postigo de la muralla a un mirador para contemplar el
paso del río Duero, parte de la arboleda y la vegetación de ribera.
Delante de la oficina de información, en un espacio del palacio, se
levanta una estatua dedicada al Zarrón, figura que a mediados del mes de
mayo, convertida en mozo, recorre las calles de la villa en la fiesta
más importante de Almazán, junto con la Bajada de Jesús, ésta religiosa.
En la mencionada
oficina, donde Nieves atiende de manera precisa y amable, se puede
visitar una exposición permanente dedicada al Tríptico de Almazán,
atribuido a Hans Memling, pintor tal vez de origen alemán, de la escuela
flamenca, que vivió en el siglo XV. El espacio fue musealizado por
Víctor Cid, un genio en estos menesteres. Se conoce que fue un tríptico
aunque sólo se conservan sus alas, de madera policromada. Las figuras de
su cara interior representan una a San Pedro Apóstol y la otra a Santa
Isabel de Hungría, en su cara exterior se ven a San Francisco de Asís y
San Bernardino de Siena. Salvo Pedro Apóstol, los otros tres
representados muestran la religiosidad franciscana. En este espacio
estético-religioso, se conserva bajo suelo acristalado, en la muralla,
lo que fuera letrina y en su excavación han aparecido restos de cerámica
del tipo Talavera muy producida en Almazán durante los siglos XVII y
XVIII, según documentación hallada y estudiada. Pegados a la muralla se
encontraron cantidad de hornos utilizados para el trabajo. A raíz del
interés por este tipo de cerámica, el zaragozano Néstor Pablo, del
taller Saedile, las realiza y durante la reciente Feria de Muestras ha
presentado una preciosa colección en un stand.
(ver
SAEDILE, cerámica con historia – Huellas de Soria).
Uniendo cerámica y
gastronomía, Ángel Martín Martínez ha publicado
La
cocina prohibida en la Soria judeoconversa,
cuyo comentario puede leerse en nuestra sección de biblioteca. Y es que
Almazán tuvo una importante judería que también se está poniendo en
valor a lo que va a colaborar, y mucho, esta importante publicación, que
presenta sus platos elaborados sobre cerámica adnamantina de Néstor
Pablo.
La mayor masa
vegetal de Almazán es el pino y gracias a ello se pueden hacer durante
todo el año rutas micológicas donde abunda, en especial, el níscalo.
© Isabel Goig
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