El carácter soriano

© José Tudela de la Orden

 

Casi un siglo de andadura tuvo la revista del Centro Soriano de Numancia, según un correo remitido por el que fuera presidente del Centro, el doctor Alfonso V. Álvaro Esteban. Con la amabilidad que caracteriza a los argentinos, respondió a nuestro correo más allá de lo que le preguntábamos. Su abuelo fue uno de los fundadores del Centro, que según Alfonso, “está viviendo una etapa de decadencia, que me hace sentir una triste satisfacción cual es la de haber presidido su último período de brillo, quedando del mismo la celebración de la Semana de Soria con gran participación actualmente de Javier Muñiz Director del Certamen de cortos soriano (…).El año último se cumplieron 150 años de la llegada a Argentina, luego de constituída en Nacion. del primer grupo español que fueron 28 sorianos de Vinuesa y pasó desapercibido (…)”.

La revista Numancia convocó un concurso de temática soriana, en el año 1922. Concurso que ganó don José Tudela de la Orden con el trabajo titulado “El carácter soriano” y que fue publicado, ese mismo año, en la revista y de septiembre de 1922 a octubre de 1923, en el periódico La Voz de Soria. En 1928, a petición de los lectores, se volvió a publicar en el año X de la revista, número 113, de septiembre de 1928.

 

El carácter soriano

Prólogo

Escribimos este prólogo después de haber terminado nuestro trabajo, para hacer algunas consideraciones al Jurado que lo ha de analizar y calificar.

Hemos procurado estudiar el carácter soriano teniendo en cuenta las causas que han intervenido directa o indirectamente en su formación a la vez que las virtudes y defectos que le dan personalidad.

Es sumamente difícil hacer un estudio de esta naturaleza, en primer lugar por su complejidad, pues son muchas y muy diversas las causas formativas y modificativas del carácter de un pueblo y por ello son muchos y profundos los conocimientos que hay que tener para acometer su estudio. Son necesarios los conocimientos geográficos, etnológicos, físicos, históricos, psicológicos, estéticos, conocimientos de agricultura, de economía, de medicina, etc., etc.,, y no sólo esto sino además conocer de una manera inmediata la vida de la provincia, sus distintas regiones, haber tratado a gentes de toda sus comarcas, y además conocer Castilla y el resto de España. No exageramos al decir todo esto, todos los conocimientos que enumeramos se necesitan para acometer un estudio tan complejo y tan difícil, pues en la formación del carácter de un pueblo o de una región influyen multitud de elementos, como se verá en el intento de estudio que hemos hecho del carácter soriano.

Hay además otra enorme dificultad para ello y es la carencia de trabajos o investigaciones que pueden facilitar una labor de esta naturaleza.

Del carácter español no hay siquiera un estudio sistemático y científico. El “Alma Española”, de Altamira, el “Idearium” de Ganivet, son lo más aproximado que se ha hecho, pero no del carácter.

Si no hay un estudio serio y ordenado del carácter español que nos hubiese podido servir de norma, el estudio del carácter soriano lo hemos tenido que improvisar valiéndonos de estudios y de lecturas, hechos en el transcurso de años de carrera y de profesión académica, y con la visión experimental de la provincia.

Hay además otra dificultad y es la de delimitar y distinguir el carácter soriano de su inmediato superior geográficamente como es el carácter de Castilla la Vieja, con el que naturalmente tiene que tener muchos puntos de contacto, debiendo fijar bien los caracteres del soriano a fuerza de observaciones personales en el trato y convivencia con las gentes de la provincia, con el estudio de su historia y con el conocimiento directo de su vida y de sus costumbres.

A estas dificultades intrínsecas se ha unido otra también muy importante, y es la premura de hacer un trabajo tan completo, sobre todo cuando se intenta con la altura y la seriedad que merece, pues de por sí un estudio de esta naturaleza requiere meses para su redacción y años para su preparación.

Por eso se notará premura en la escritura de este trabajo y hasta la intervención de otra pluma copista para procurar llegar a tiempo al concurso organizado por la revista NUMANCIA, que ha de merecer de todo soriano la simpatía y la adhesión entusiasta, viendo a los sorianos residentes en América colaborar en el progreso y en el engrandecimiento de nuestra querida provincia.

El carácter

Se entiende por carácter de una persona a aquella manera de ser y reaccionar ante el mundo que le rodea, como resultado de las diversas excitaciones físicas y anímicas que obran sobre ella.

El carácter es una fuerza compleja resultante del concurso de otras fuerzas de muy diversa y variada naturaleza, toda vez que el hombre consta de espíritu y materia.

Su diferencia de alma y de temperamento

No se puede confundir el carácter con el alma. El alma es una de las fuerzas, siquiera sea la más esencial, de las que vienen a formar el carácter.

No es lo mismo carácter que temperamento, toda vez que este es una especial predisposición del cuerpo humano debida a la influencia dominante de un sistema o de un órgano. Está un poco desacreditada la vieja clasificación de los temperamentos nerviosos, sanguíneos, linfáticos y biliosos, puesto que hay en el cuerpo humano otros órganos sobre todo las glándulas de secreción interna que son las que más influyen en la predisposición y en el carácter del individuo.

Es decir que el carácter no es ni el alma ni el temperamento, sino que en parte la resultante de estos dos elementos.

Hemos dicho que en parte, porque el carácter de una persona no nace con ella, ni se forma en ella misma por virtud engénica, sino que contribuye también a formarlo El medio ambiente pasado (herencia, tradición) y el medio ambiente presente (educación, posición social, estudios, etc.).

Cómo se forma el carácter

Influencias naturales

Haciendo una abstracción podemos afirmar que el carácter se forma por influencias naturales, debidas a su organismo físico y por influencias humanas debidas a su vida nacional y de relación.

Todas estas cosas, herencia, genésica, tradición, temperamento, medio ambiente, condiciones innatas, educación, profesión, etc., son las que determinan el carácter, y cuando este carácter lleva consigo unas características peculiares y originales, al carácter se le denomina personalidad. Así como cada hombre tiene su propia fisonomía inconfundible con todas las del resto de la humanidad, de igual manera tiene un carácter más diverso todavía que su misma fisonomía, puesto que para formarlo han entrado mayor número de elementos y de mayor complejidad.

El carácter soriano

Lo que hemos dicho del carácter de una persona podemos referirlo, en un sentido traslaticio, al carácter de una Nación, de una región, o de una comarca. Y ya que en el concurso de la revista NUMANCIA se ha dado un tema sobre "El carácter soriano”, procuraremos hacer un estudio metódico y analítico de ese carácter, sirviéndonos de base las consideraciones elementales que hemos hecho sobre el carácter general.

Influencias generales

En la formación del carácter soriano como en la formación de todo carácter, hay dos corrientes de influencias: influencias que hemos llamado naturales y que son debidas a la geografía, clima y paisaje de la provincia, e influencias que pudiéramos llamar humanas, como la tradición y la herencia históricas, con los sedimentos que cada pueblo y cada hecho histórico ha ido depositando en el alma soriana y además las enseñanzas de la vida de relación.

Se ha exagerado mucho por algunos tratadistas de la Filosofía de la Historia, como Michelet y Taine, la influencia del medio físico sobre la historia de los pueblos, llegando a sentar una serie de conclusiones generales con las que pretenden explicar automáticamente, a modo de clave, la razón de ser de los hechos históricos, por el análisis geográfico de los lugares donde se realizaron.

Pero si ha habido algunas exageraciones en esta doctrina, hemos de reconocer también que hay una marcada influencia de la geografía en la manera de ser de un pueblo y en el carácter de sus habitantes.

Por esto decimos que la geografía de la provincia de Soria indudablemente ha ejercido alguna influencia en la formación del carácter soriano.

Veamos el modo y la forma en que se ha verificado esta influencia; pero antes examinemos someramente su geografía.

Geografía de la provincia de Soria

La provincia de Soria está en el centro de la Península Ibérica, rodeada de sierras por tres lados, mientras que por el cuarto se abre descendiendo lentamente hacia Burgos, la cuenca del Duero. La altitud media de la provincia es superior a mil metros de elevación. Su relieve es desigual, pues si hay algunas zonas llanas como las del Campo de Gómara y Tierra de Almazán, generalmente se halla rizado por cerros, barrancos, torrenteras, sierrecillas y por las estribaciones de las cordilleras que la circundan.

A pesar de formar la provincia de Soria la casi totalidad de la parte alta de la cuenca del Duero, tiene zonas que forman parte de las cuencas del Ebro y en pequeña parte del Tajo.

Influencias de la geografía

Al estar rodeada de montañas la provincia de Soria por casi todos sus lados ha dificultado siempre sus comunicaciones y por la misma razón han estorbado las invasiones de otros pueblos y los contactos con los pueblos vecinos. Este aislamiento ha tenido que fomentar su espíritu independiente y a la vez ha contribuido también a la conservación de la raza autóctona.

Por ley natural, ha tenido que inclinarse a la unión y a la relación a que le llevaba la pendiente de su relieve y la corriente de sus aguas; por eso en la Edad Media formó parte integrante de Castilla y fue “barbacana hacia Aragón en tierra castellana”. De ahí aunque estas influencias no sólo sean naturales, como influyen en el desarrollo de los hechos históricos, y como contribuyen a la formación del carácter, por eso precisamente Soria es castellana, por su configuración geográfica análoga a la de las provincias de Ávila, Segovia y Burgos con las que tenía que estar unida históricamente, y no lo son ciertas zonas de su provincia, que han caído y caen, como las aguas naturales, hacia Aragón; nos referimos a la rinconada de Ágreda y a la zona de Deza y las Vicarías.

La estructura del terreno, la altitud y el clima, son análogos a los de las provincias que hemos citado, que forman el núcleo de la antigua Vieja Castilla, toda vez que Logroño, a pesar de figurar en esta región, es más aragonesa que castellana y aparte también del carácter neto de Castilla la Vieja.

Ya tenemos, pues, fijada la agrupación regional a la que geográfica e históricamente pertenece Soria.

El clima

El clima, con sus bruscos cambios y sus temperaturas extremas, hacen al habitante de esta meseta duro y resistente, capaz de resistir hielos glaciales y tórridas temperaturas. Esta resistencia le proporciona unas magníficas condiciones de adaptabilidad y aclimatación a cualquier clima, hecho demostrado en las emigraciones.

Pero aunque el periodo corto del verano que no llega al mes, se dan temperaturas en el centro del día hasta de cuarenta grados, el clima de la provincia de Soria es de los más fríos de España, habiéndose registrado temperaturas mínimas hasta de veinte grados bajo cero.

El largo invierno que enfría los cuerpos, enfría también las almas, por eso el soriano se caracteriza por su escasa capacidad para el entusiasmo, para la exaltación y para la violencia, lo contrario de lo que sucede en tierras de Aragón y en el Levante y Mediodía de España.

Por eso han sido raras en las provincias de Castilla la Vieja las revoluciones y los levantamientos, por eso escasean las riñas y los crímenes pasionales. Si algunos hay, son crímenes fríos, pensados, calculados, ejecutados con ensañamiento, y por eso mismo los pocos que hay son horrendos.

El clima de Soria es seco, pues aunque el régimen de lluvias es regular, las aguas pluviales se evaporan rápidamente, por la poca presión atmosférica y por la abundancia y velocidad de los vientos, de manera que como decimos, el clima de la provincia con un régimen de lluvias que no es abundante ni escasea, resulta un clima seco. Contribuye también a ello la naturaleza del suelo, en gran parte arenisco y calizo que absorbe las aguas con rapidez.

Influencia del clima

La sequedad del clima influye en el alma soriana, pues le falta esa dulzura, esa ternura y esa suavidad de los países húmedos y el entusiasmo y la exaltación de las tierras cálidas.

El resultado es que el habitante de Soria es como su clima, duro y tenaz.

En la misma manera de hablar, fuerte, cortada y terminante, se nota esta dureza y sequedad.

En la mujer soriana es más fácil apreciar estas cualidades, toda vez que el carácter femenino lleva en sí la dulzura, la ternura y la suavidad.

La mujer soriana, como la de toda Castilla la Vieja, es poco femenina; contribuye a ello en primer lugar las condiciones del clima; y en segundo lugar el género de vida que lleva, pues en muchas partes trabaja como los hombres en el campo.

La entonación de la voz, las expresiones familiares, así como su carácter no tienen la feminidad, la suavidad y la gracia de los andaluces, de los extremeños y de los gallegos.

El paisaje

Consecuencia natural de la constitución y configuración del terreno, de la altitud y del clima es el paisaje de la región soriana.

El paisaje de la Vieja Castilla tiene la nitidez, la claridad y la transparencia de toda meseta elevada.

El cielo despejado le inunda de luz, la sequedad de su aire le da diafanidad, los óxidos metálicos de sus tierras y las menudas plantas de sus eriales, le dan fuertes colores y los muchos accidentes del terreno le brindan variedad pintoresca de sus formas.

Todo esto hace del paisaje de la Vieja Castilla, y por lo tanto del paisaje soriano, un paisaje sobrio, fuerte, rico de color, de luz y de amplias perspectivas.

La falta de humedad atmosférica aproxima los últimos planos, la visión se hace clara, distinta, se percibe la lejanía con nitidez, con maravillosos detalles.

Los más leves ruidos se oyen a largas distancias.

Todo predispone al ojo, al oído, a la observación y al análisis. La visión es clara, perfecta, definida, la audición fina, y como los horizontes son dilatados y amplios todo hace que el hombre soriano tenga la vista de un hombre de mar, el oído de un experto cazador y la agilidad de un hombre de montaña; por eso fueron siempre terribles guerrilleros que tuvieron en jaque a las legiones romanas y a los ejércitos invencibles de Napoleón.

Influencias humanas

Razas históricas

Así como en el hombre hay una herencia genética por la que se transmiten condiciones y aptitudes espirituales y físicas, hay una herencia histórica por la que se transmiten las cualidades de las razas y de las civilizaciones y las vicisitudes históricas han contribuido a la formación de una nacionalidad o el carácter de una región.

Sería importantísimo averiguar lo que cada pueblo invasor haya aportado a la formación del carácter castellano. Es un tema arduo y delicado.

La primera invasión histórica en la Península Ibérica se atribuye al pueblo celta que viene por el Norte de España. Antes debía de estar algo poblada, muy poco, por el hombre cuaternario con su prehistórica civilización. Después de los celtas hay otra invasión mucho más numerosa y pertinaz realizada por los iberos, seguramente por el Sur, por África, mezclándose ambos pueblos en algunos puntos, dando lugar al pueblo celtíbero, o sea iberos en país de celtas. El celta era rubio, alto, de ojos azules; todavía quedan algunos restos de este tipo entre los campesinos sorianos, pero el tipo dominante es el íbero, enjuto, moreno, de ojos negros o pardo oscuro, pequeño y ágil, y de nariz un poco achatada.

El historiador portugués Oliveira Martins, en su magna obra “La civilización ibérica”, sostiene que en la civilización y el carácter español y portugués predomina el sello ibérico. Lo mismo afirma Unamuno comentando la obra del gran historiador lusitano, y nosotros nos inclinamos a reconocer ese espíritu, ese carácter peculiar que flota y sobrevive a través de todas las refinadas civilizaciones posteriores, y de todas las invasiones que sufre la península.

Si esto es verdad, ese carácter ibero en ninguna parte se ha de encontrar con mayor fuerza y pureza que en la provincia de los arévacos que fue el baluarte más firme y altar del heroísmo celtíbero, que tuvo por gloria a Numancia.

Pero este elemento celtíbero, aunque sea la base y el fundamento del carácter español, necesariamente ha tenido que modificarse por las continuas influencias de los pueblos invasores.

En primer lugar los fenicios, los griegos, los cartagineses, que si no fueron invasiones muy generales ni muy duraderas, dejaron profundas huellas en la religión, el arte y en la vida de los celtíberos. Pero la influencia más poderosa y decisiva es la ejercida por la invasión y conquista de los romanos, que con sus legiones trajeron ingenieros, arquitectos que surcaron la antigua Iberia de calzadas y sembraron de acueductos, puentes y obras públicas su despoblado territorio, levantando teatros, termas, circos donde la cultura y las costumbres romanas ejercieron una poderosa labor de cultura y de civilización.

Roma nos trajo su lengua que forjó la nuestra, su derecho, sus costumbres y abrió y preparó el camino a otra conquista espiritual que llevaron a cabo Santiago apóstol y otros discípulos de Jesucristo.

En el siglo V los pueblos germanos invaden Hispania aportando, sobre todo los visigodos, su nórdica civilización ya contagiada de romanismo, acabando aquí a su vez de ser conquistada por la civilización romana.

Un último pueblo se arroja sobre la península en plan de conquista, es el musulmán, que durante ocho siglos de permanencia dejó huellas profundas en algunas regiones de España. En la región soriana apenas si se encuentran vestigios de su paso.

Además de las influencias y aportaciones de los pueblos invasores, indudablemente también contribuyeron, y acaso con mayor fuerza, a formar el carácter soriano los distintos acontecimientos históricos y las distintas vicisitudes por que pasaron el territorio del Alto Duero y sus habitantes.

Hechos históricos

Como decíamos al hablar de la influencia de la Geografía en la Historia, por ley natural el territorio soriano entró a formar parte del antiguo reino de Castilla y se vio ligado a las guerras, leyes y costumbres de este viejo reino, célebre generatriz de la nacionalidad española, por eso precisamente.

La guerra de la reconquista y las franquicias y fueros que los reyes castellanos daban a los pueblos que les ayudaban en esta secular empresa determinó la formación de las mancomunidades de pueblos con sus montes y tierras comunes, estimulando y fortaleciendo el sentido colectivista del labriego soriano.

A su vez la constitución de los municipios con los fueros y privilegios que fueron obteniendo del poder real en el que encontraban un amparo contra las demasías de la nobleza, robusteció su sentido municipal, llegando a adquirir los Concejos de Castilla una verdadera preponderancia y a intervenir en las Cortes como uno de los grandes brazos del Estado.

Sabido es que en España y sobre todo en Castilla el feudalismo apenas tuvo arraigo. Es más, casi podemos afirmar que es Castilla en toda Europa la que menos sintió los efectos de esta poderosa y absorbente institución medioeval. Ello contribuyó sin duda a la exaltación de la personalidad del villano de Castilla, tan orgulloso, tan independiente, tan caballero como un gran señor.

Este tipo caballeresco del villano de Castilla es tema frecuente en el teatro clásico del Siglo de Oro y tiene su genial encarnación en el alcalde de Zalamea.

Son raros en la provincia los pueblos de señorío que abundan en otras regiones, y aun estos nunca estuvieron sometidos a los pechos, gabelas y humillaciones de los siervos aragoneses o catalanes.

Consecuencia de esta organización municipal de la Edad Media, como de la escasa influencia del feudalismo fue la exaltación personal del castellano, su resistencia a toda dominación y su noble orgullo de hombre hijo de Dios como cualquier otra criatura humana, no reconociendo virtud ni privilegio superiores a las virtudes y merecimientos personales.

Este carácter tan humano y tan hermoso fue tema frecuente, como hemos dicho, de la literatura española.

Otro factor histórico y social contribuyó a la formación del carácter soriano, nos referimos al desarrollo e importancia que en la provincia tuvo la ganadería trashumante de los nobles sorianos, que con los privilegios que gozaban las cabañas del Concejo de la Mesta absorbieron casi la totalidad de la superficie de la provincia.

La profesión de pastor era mucho más general que ahora, y el ir y venir de los ganados dos veces al año a través de España de unas regiones frías y altas a otras bajas y cálidas; el cambio de ambiente; la costumbre de andar y ver tuvo que preparar el espíritu aventurero de nuestros campesinos, siempre prontos a echarse la alforja al hombro y a lanzarse a través de España y a través de los mares.

El régimen de vida del campesino en lucha constante con un suelo y un clima ingratos han forjado su tenacidad, su sobriedad y su precisión y ha despertado su instinto en forma de astucia y de cautela.

Sufre, como es natural, las influencias a que obliga la vida de relación por escasa que esta sea, y así vemos avanzar por la provincia la influencia de las provincias limítrofes por el Este en Ágreda y Deza la de Zaragoza, por el Norte en tierra de Yanguas la de Logroño y por el Oeste en tierras de Osma y Langa la de Valladolid, por los medios de comunicación, por el comercio, etc.

Las facultades anímicas

Dijimos hablando del carácter en general que cuando lleva consigo características peculiares y originales se denomina personalidad; pues bien, existe una marcada personalidad en el carácter soriano, y esta personalidad es la que vamos a examinar, analizando cada una de las facultades y de las modalidades de sus virtudes y defectos.

Comenzaremos por el análisis de algunas de sus facultades psíquicas.

Imaginación

Imaginación es la facultad que tiene el alma de forjarse imágenes con los datos experimentales de la memoria. Es la facultad creadora de la mente, la que forja los mundos fantásticos, los ensueños irrealizables, fuente de heroicas empresas y de grandes obras de arte.

No creemos que el carácter soriano se distinga por ser imaginativo, más bien creemos que sea uno de los menos imaginativos de España.

El paisaje en que vive y se mueve el castellano viejo no se presta a los ensueños de la fantasía.

Hay además otra razón psicológica que es la compensación de las facultades, cuanto mayor es el predominio del raciocinio menor es el de la imaginación y ya veremos cómo la cualidad, la facultad positiva y activa del carácter soriano es el raciocinio, y por lo tanto la imaginación tiene más bien un valor negativo y pasivo.

Lo atestiguan además los hechos: un pueblo imaginativo es un pueblo donde las supersticiones y las leyendas encuentran terreno abonado para su desarrollo, y es evidente que en la provincia de Soria apenas si hay supersticiones y casi no existen las leyendas.

Únicamente en las zonas menos castellanas, en aquellas que pueden llamarse aragonesas como la rinconada de Ágreda y las Vicarías es donde la ley se quiebra y esta excepción viene a corroborar con mayor fuerza nuestra tesis.

Tampoco ha sido la provincia de Soria pródiga en poetas, aunque haya sido cantada por poetas tan excelsos como los sevillanos Bécquer y Machado.

Entre los hijos ilustres de Soria, ni uno solo fue poeta, indudablemente los sorianos padecen una limitación imaginativa y poética.

Sensibilidad

Aunque decíamos que la vista y el oído de los habitantes de la alta meseta castellana estaban acostumbrados y entrenados en las percepciones más sutiles, hemos de esclarecer cómo se ha forjado y cómo se ejecutan esas percepciones.

El castellano viejo ha afinado su vista y su oído porque las condiciones físicas de su atmósfera, sequedad y rarefacción han contribuido a ello y además por la lucha constante con el medio.

La frialdad de temperamento, la pobreza imaginativa, el exceso de criticismo y la dureza y sequedad del medio físico y de la vida rural han contribuido a atrofiar la sensibilidad del campesino.

De la pobreza del suelo y de su falta de cultura proviene su sobriedad y su poco hábito por los placeres sensuales.

No ha tenido aptitudes artísticas el pueblo soriano, por falta de sensibilidad.

A pesar de que el instinto musical es uno de los más primarios en el alma popular, creemos que sí existe ese instinto entre nuestros campesinos.

Ha hablado el gran poeta Antonio Machado de nuestras tierras “sin danzas ni canciones”, y esto que puede parecer exageración, es una gran verdad. Es cierto que hay danzas, que se baila la jota, la rueda, y es cierto que se canta la jota castellana, pero también es verdad incontestable que hay pocas danzas, pocas canciones, que se baila y canta poco y que se baila y canta mal.

Es raro oír cantar a los mozos sorianos cuando van o vuelven del trabajo encima de las mulas o sobre la carreta.

Es costumbre en los pueblos salir los mozos los sábados de ronda al son de una guitarra a cantar a las mozas. Improvisan coplas con la mayor facilidad, pero cantan sin afinación y con una rudimentaria armonía.

También es costumbre que los domingos la misa mayor la acompañen los mozos desde el coro dirigidos y acompañados por el sacristán que toca el órgano, armonium o acordeón, según los casos y en las muchas misas que por los pueblos de esta provincia hemos oído ni una sola ha dejado de ser un conjunto de gritos, de aullidos en completa anarquía, sin ritmo y sin armonía coral.

Lo que decíamos de la imaginación con relación a las zonas bajas de la provincia, lo podemos repetir ahora respecto al sentido musical. En las zonas bajas de influencia aragonesa y en las riberas del Duero hacia tierra de Langa se nota una mayor afinación, un mayor gusto, un instinto de armonía en las canciones, lo mismo que un ritmo y una graciosa soltura en los bailes que no son frecuentes en el resto de la provincia.

Lo mismo podemos afirmar en lo referente a las demás manifestaciones de arte popular, tan rico, tan exuberante, tan ostentoso y original en otras regiones de España.

El raciocinio

El campesino soriano es analítico, escrutador, razonador. El medio hostil ha hecho que reconcentre su atención y que no se desparrame su acción inútilmente, que mire, que observe, que estudie lo que va a hacer antes de ejecutarlo.

Su recelo, su suspicacia provienen de un exceso de crítica. Es verdad que es una crítica rudimentaria, deficiente, defectuosa si se quiere por falta de educación, pero latente, poderosa y factible de dar frutos ventajosos.

Favorecen este predominio de raciocinio en el carácter soriano y en parte son consecuencia suya, su poca exaltación, su escasa imaginación, la necesidad de luchar para vivir y su espíritu libre e independiente.

Esta facultad crítica le presta equilibrio, una estabilidad de espíritu que imprime su sello a toda atención; por eso cuando el soriano sale de su tierra para buscarse la vida en otras más fecundas se encuentra en condiciones favorables para vencer.

Su laboriosidad infatigable, su resistencia para el trabajo y para las privaciones, su tesón y su espíritu crítico dan por resultado una acción lenta pero segura en sus empresas. No se meterá en negocios arriesgados, para lo que hace falta un desarrollo imaginativo y no poca temeridad.

Sus aptitudes tienen especial aplicación para el comercio, habiéndolo demostrado la emigración soriana a España y a América dedicada en su totalidad a esta profesión.

Este mismo espíritu crítico, analítico y equilibrado, esta misma aptitud razonadora le presta condiciones para la especulación filosófica.

Aunque parezcan antitéticas las aptitudes comerciales y las filosóficas, no lo son. La palabra especulación, común al fin del comercio y los estudios filosóficos, proviene del verbo spicere, mirar, analizar, mirar dentro, lo mismo la realidad y la vida que los problemas del espíritu.

El Padre Lainez, Sor María de Jesús de Ágreda y Sanz del Río, son tres figuras salientes de la provincia que vivieron en el siglo XVI, XVII y XIX, respectivamente, y las tres revelan el mismo carácter especulativo y práctico.

El P. Laínez, compañero de San Ignacio de Loyola, fue el segundo general de la Orden y el que inspiró el rumbo definitivo a la Compañía de Jesús con el espíritu práctico, casuista, de adaptabilidad y transigencia.

Sor María de Jesús en sus especulaciones teológicas y en sus cartas revela y demuestra un estudio y un conocimiento profundo de la vida y del alma humana, un sentido práctico y realista.

Sanz del Río, hombre austero y recto, estudia los problemas filosóficos según la doctrina Kraussista con un fin ético de aplicación moral a la vida.

Voluntad

La lucha incesante y ruda con el medio hostil, para satisfacer las necesidades elementales de la vida, ha ejercitado al campesino soriano a fortalecer su voluntad, ya que por falta de medios y de conocimientos emplea mucho mayor esfuerzo del necesario en explotar la tierra.

Esta lucha con la naturaleza le ha hecho sufrido y sobrio, y estas dos virtudes son aliadas de la voluntad para conseguir cualquier propósito, sobre todo si a ellas se une una mediana inteligencia.

La emigración nos sirve casi siempre de ejemplo experimental para ver cómo opera el carácter soriano en medios diversos del que lo ha formado; es un experimento indispensable, pues para ver la eficacia y las posibilidades de una cosa es menester ponerla en múltiples experiencias para juzgar entonces de su valor y de su importancia.

Por esto nos referimos casi siempre a la emigración soriana, peninsular y ultramarina, porque la emigración es el gran ensayo y la gran prueba, casi la única que podemos hacer, en la que se confronta el valor de los hombres al encontrarse en medios diversos y al relacionarse con gentes diferentes.

Y este ejemplo de la emigración es una demostración de la inquebrantable fortaleza y tenacidad de la voluntad soriana.

La historia de casi todos los comerciantes enriquecidos es la misma. Un muchachillo menudo, vivo, sufrido y humilde, que no había hecho otra cosa que cuidar alguna punta de ganado y aprender en la escuela las nociones más elementales; que no había visto más mundo que sus montañas, ni más comercio que el estanco de su pueblo, es lanzado a la ciudad febril, cosmopolita, a la ciudad gigante devoradora de vidas y de energías sin cuento. Este pastorcito entraba en un almacén o en un comercio a barrer, a llevar algunos recados, los más fáciles; un día se pone enfermo un dependiente y se adelanta a ofrecer sus servicios para sustituirle. Se esmera en hacerlo bien, se estimula su amor propio y su ambición y logra un pequeño ascenso y una minúscula remuneración que le guarda el principal.

Así pasan los años primeros sin ganar otra cosa que la experiencia que adquieren y la consideración de los principales que van viendo en el soriano humilde y trabajador un futuro comerciante.

Su voluntad no ceja, año tras año ha ido trabajando sin descanso, año tras año ha ido consiguiendo alguna pequeña ventaja y mes tras mes, semana tras semana ha ido ahorrando su escasa soldada.

Los años pasan y el pastorcillo que entró a barrer la tienda por la comida y el cobijo que le daban, ascendió a dependiente, aprendiendo a despachar, a conocer la clientela, observando sus gustos, su carácter, procurando agradarla, convencerla y hacerle gastar la plata con agrado; poco a poco se va dando cuenta de la estructura mercantil, de la contabilidad, conoce los géneros, las marcas, los precios de coste, los centros de producción, los transportes, los medios de pago; se va ilustrando en la técnica bancaria y financiera y cuando ya tiene sus ahorros y lo que vale más un crédito personal basado en su honradez y en su competencia, los principales le interesan en el negocio como comanditario y después de otros muchos años de dirección y de desvelos puede volver a su aldea, a su paterno hogar después de haber conquistado a fuerza de voluntad indomable, de trabajo, de sacrificio y de economía, el tranquilo y merecido descanso como premio a su laboriosidad y a su provisión.

Religiosidad

Del estudio de las cualidades etnológicas, de las influencias geográficas, de la historia y de las facultades anímicas del pueblo soriano se derivan virtudes y defectos que vienen a caracterizar la personalidad del pueblo soriano.

Ya hemos indicado algo de las virtudes y defectos que de cada facultad se derivan, pero a pesar de eso haremos un análisis separado de alguno de ellos.

El sentimiento religioso de los sorianos tenía que tener y tiene las mismas características y aspectos que el de Castilla la Vieja y de gran parte de España. No es un sentimiento exaltado, apasionado o intransigente como el de las provincias Vascongadas y el de la campiña de Valencia, no está tan mezclado de fanatismos histéricos como en Andalucía, ni de supersticiones y resabios paganos como en Galicia.

El sentimiento religioso de Castilla la Vieja tiene las características generales del catolicismo español que son el realismo, el culto al dolor y al tradicionalismo en las prácticas religiosas.

Los misterios dolorosos son los más sentidos por el alma castellana. Los Cristos y las Dolorosas son las advocaciones de las ermitas que se llaman Humilladeros o Soledades, como final del calvario y que suele haber en las afueras de todo el pueblo soriano.

La patrona es casi siempre la Virgen María en las diversas advocaciones que en los pueblos le dan, la del Pino en Vinuesa, la del Castillo en el Royo, la de Hinodejo junto a Villaciervos, la de la Fuente en Gómara, la de los Milagros en Ágreda..., todas de gran veneración y devoción entre los pueblos comarcanos.

Hoy se han perdido en parte las costumbres piadosas en muchos pueblos, indudablemente se ha perdido religiosidad en el campo.

En ciertas comarcas ha contribuido a ello sin darse cuenta la influencia de los indianos. La progresiva indiferencia con que frecuentemente miran los asuntos religiosos ha hecho efecto en sus familiares y amigos jóvenes. Muchos es verdad respetan y hasta admiran, aunque no lo sientan, este profundo y esencial sentimiento de la naturaleza humana, dando un ejemplo de tolerancia y algunos otros siguen las prácticas de sus antepasados.

Es un grave error y un mal enorme quitar a las gentes humildes los consuelos que al alma proporcionan la religión sin substituirlos por otros consuelos morales difíciles de adquirir a almas místicas y sencillas. Podrán ser pueriles algunas creencias y algunas prácticas, pero son mucho más fundamentales y tienen mayor arraigo en el corazón humano que la pedante indiferencia de espíritus practicistas y progresivos.

Uno de los males que sufre América es la falta de ese sentimiento religioso, no digo este o el otro, sino uno, por heterodoxo que fuera, pero profundo y sentido.

Sobre este mismo asunto ha hablado y fustigado a los americanos desde las columnas de “La Nación” un escritor español tan poco sospechoso como Don Miguel de Unamuno.

Orgullo

Ya hemos indicado algo acerca del orgullo del campesino castellano al hablar de las influencias históricas, pero a pesar de ello ampliaremos aquellas consideraciones.

Es frecuente oír entre nuestros labriegos, por humildes que sean, cuando por cualquier motivo se creen postergados o humillados una frase soberbia “naide es más que naide”, que resume y define el espíritu orgulloso de nuestros campesinos.

No ha de confundirse el orgullo con la soberbia. El orgullo es la exaltación de la cualidad de hombre, es la levadura de la dignidad humana y es una fecunda virtud, en cambio la soberbia es la exaltación propia con el desprecio del prójimo y por eso la soberbia está tan mal mirada entre los sorianos porque hiere y lastima el orgullo de los demás.

El soberbio no encuentra sino hostilidad y desprecio y es que el orgullo como virtud se opone a la soberbia como pecado.

En un estudio bastante pesimista y algo apasionado que hizo de la vida y de las costumbres de los campesinos de Castilla el arqueólogo y filósofo alemán Herr Adolfo Schulten, excavador de los campamentos romanos de Numancia y de Renieblas hace, entre juicios acerbos y molestos, verdaderas, perspicaces observaciones, y hablando del orgullo de nuestros campesinos dice:

“El rasgo principal... es el orgullo. El último jornalero quiere que le traten como a un caballero. Los regaños pierden toda su fuerza con los obreros y sólo sirven para molestarlos; con palabras amistosas se hace de ellos lo que se quiere, y apelando a su amor propio jamás se pierde el tiempo... El orgullo castellano se encuentra para lo malo y para lo bueno a cada paso. El despido de un obrero dio lugar a graves conflictos, porque el individuo aquel no lo sentía por su dinero solamente, sino que lo estimaba como una ofensa.

Este orgullo español lo hallaremos ya como característica esencial en los primitivos íberos. Estrabón habla de la terquedad, del orgullo que impedía la unión de las tribus para hacer frente al enemigo común. Múltiples veces el orgullo de los íberos y el coraje iracundo de éste ante el ataque del extranjero lo indujo a aquellas defensas memorables, únicas en la historia, como las de Sagunto, Numancia, Zaragoza y Gerona”.

Caballerosidad

Como consecuencia natural del orgullo sin soberbia y de la sencillez de carácter brota la caballerosidad del campesino castellano y de la que dice el mismo autor:

“Íntimamente unida al orgullo está la caballerosidad del castellano; el que se respeta a sí mismo respeta a los demás. Mientras lo demás del mundo europeo se halle más o menos poseído por el egoísmo y el afán de riquezas, encuéntrase en aquella pobre tierra atrasada la hospitalidad, la caballerosidad y la fidelidad de la que ya sólo tenemos noticia por los poetas... El castellano lleva en sí confianza y amistad a pesar de su carácter desconfiado y aun cuando con todos los forasteros es amable, sólo se excede con aquel cuya amistad está persuadido.

(...) Es Castilla el único rincón de Europa en donde el forastero puede lograr muy poco con su dinero y mucho con su persona”.

Aunque hay una gran verdad en estas afirmaciones, no creemos que la hospitalidad entre los campesinos sea muy general.

Envidia

Es la envidia una condición muy humana, demasiado humana y demasiado extendida por el mundo.

La soberbia y la envidia fueron los pecados evangélicos, los peores pecados, porque eran pecados que iban contra la esencia divina.

Soberbia no tenemos los sorianos, pero envidia sí, es justo confesarlo, ya que un estudio serio e imparcial ha de reconocer los vicios y las virtudes.

La envidia en los pueblos es un mal muy frecuente, la tienen unos pueblos de otros, la tienen unos vecinos de otros vecinos y abunda también entre los individuos de la misma familia, siendo constante motivo de disgustos y hasta de atentados a las personas y a los bienes.

El bienestar, la prosperidad y los bienes materiales que se adquieren con el trabajo honrado o con la ayuda generosa de los hijos despierta odiosos sentimientos de pesar; por eso se tiende a que nadie sobresalga del nivel medio, por eso se hace una absurda nivelación.

Hay una predisposición a no reconocer las virtudes y una deleitosa inclinación de descubrir los defectos.

Es la envidia la que hace que en la provincia no sean reconocidos los méritos de sus hijos, lo que hace, en parte, la buena acogida del forastero, lo que motiva que hombres extraños a la provincia y a sus intereses ocupen todos los puestos parlamentarios del Congreso y del Senado, pues los mismos políticos locales prefieren ayudar a un extraño que a uno de los propios aunque sea ajeno a su cotarro electoral.

Todos conocemos las frecuentes luchas y bandos que turban la vida de los pueblos, la saña con que se tratan unos a otros, el odio que fomentan por motivos fútiles y despreciables, las cobardes venganzas... porque ni siquiera se atreven unos y otros a romperse el alma a puñetazos, remedio acaso el mejor para acabar con estas pasiones reconcentradas que se repudren dentro sin explotar.

Después de unos puñetazos como desahogo de malquerencias, seguramente que el odio desaparecería y con él las rivalidades. Es una arriesgada terapéutica, pero la creemos de efectos seguros y saludables.

Previsión económica

Ya hemos indicado que la previsión económica es otra virtud soriana, nacida de la ruda lucha por la vida y de la dificultad de vivir. Allí donde la vida es fácil, donde las tierras fecundas rinden con exceso para cubrir las necesidades brotan los vicios y el lujo como nacen los hongos con el exceso de humedad.

En cambio, en esta provincia, donde a duras penas se saca lo indispensable para la vida, la previsión es instintiva y está tan arraigada que casi constituye una virtud congénita.

Antes se guardaban los ahorros debajo de una piedra o de un ladrillo en una piel de gato. Hoy, gracias a la fundación de la Caja de Ahorros y de las sucursales de los Bancos Hispano Americano y Aragón no permanecen improductivos los ahorros y es una prueba de la potencialidad ahorrativa de la provincia la vida de estas entidades bancarias, además de las ya establecidas del Banco de España y de la Banca Ridruejo.

Modestia

Compatible con el orgullo e incompatible con la soberbia es la modestia lo mismo que con la vanidad.

La modestia es otra virtud soriana, proviene del equilibrio de sus cualidades intelectuales y morales, equilibrio que no logra alterarse por los cambios de fortuna y de posición, con lo que se demuestra la reciedumbre de sus fundamentos morales y de su dignidad.

Una característica de esta moralidad del carácter soriano la tenemos, buscando siempre el hecho experimental de la emigración, en el indiano soriano que no es tan ostentoso como el gallego, como el asturiano, como el montañés o el andaluz.

No son frecuentes –aunque naturalmente se den casos- los actos de fanfarronería, de ostentación, de alarde.

El individuo de la cadeneta de oro y de los anillos y alfileres de gordos brillantes no es el tipo de indiano soriano.

Son humildes con los humildes, pero son soberbios con los soberbios.

Individualismo y colectivismo

Dos puntos nos faltan por tocar, dos modalidades sociales del carácter soriano y que a la vez son características de Castilla, nos referimos al individualismo y al colectivismo.

El individualismo es una tendencia innata –acaso ibérica- cuyo desarrollo se manifiesta en España con mayor pujanza que en otros pueblos.

Inglaterra es la patria del individualismo como Alemania es del socialismo, de la sumisión y sacrificio del individuo por la colectividad.

El individualismo del inglés está delimitado por el individualismo de otro inglés, naciendo de este respeto un general reconocimiento de derechos y deberes.

El español es bárbaramente individualista, no encuentra límites justos a su furor individualista, sólo se cree asistido de derechos sin conocer deber alguno y si lo reconoce es a la fuerza.

Esto es causa de que el capricho, la conveniencia personal y un egoísmo o amor propio sin freno rijan nuestra vida nacional.

El individualismo español se manifiesta más en unas regiones que en otras; en Vascongadas y Navarra hay más espíritu corporativo, mayor respeto a los derechos individuales y más espíritu de unión que en Santander, en Santander que en Asturias, en todos estos más que en Soria y en Soria mucho más que en Andalucía o Murcia.

En el mediodía de España es imposible atar a dos personas para una obra común y persistente.

En medio de este marcado individualismo hay una forma mixta de socialización que es el colectivismo.

Colectivismo, según Costa en la introducción de su magna obra “Colectivismo agrario”, es la posesión en común de una propiedad cuyos frutos son repartidos o aprovechados individual y particularmente por los vecinos o condueños de esa propiedad, constituyendo esos frutos propiedad individual y privada.

Es una forma mixta de la propiedad comunista e individualista y es la forma corriente de la propiedad comunal de los pueblos en sus montes y baldíos, aprovechando directamente sus frutos en aprovechamientos de pastos y leñas o en reparto vecinal de suertes de maderas.

Hay otra forma de propiedad municipal que son los bienes de propios, los frutos de estos bienes, generalmente montes, pasan al Municipio para atender a las cargas municipales, librando o aliviando a los vecinos de repartos vecinales y del pago de servicios de médico, farmacéutico, veterinario, herrero, barbero, etc.

En esta forma se revela el espíritu colectivista y municipal de nuestros campesinos que bien dirigido y orientado con medidas provechosas de gobierno podría traer una era de bienestar económico y de armonía social a nuestra provincia.

 

© José Tudela de la Orden
Soria, 3 de septiembre de 1922

Trabajo premiado en el concurso organizado en 1922 por la revista NUMANCIA
Publicado en “La Voz de Soria”, del 7-9-1922 al 12-10-1923
Publicado en la Revista “Numancia-Buenos Aires”, 1928.


José Tudela en Páginas de Etnología

 

  volver a 
PÁGINAS DE ETNOLOGÍA

 

ESCRÍBENOS  esperamos vuestras Colaboraciones

© Aviso legal todos los textos de las secciones de Pueblos y Rutas, pertenecen a la obra general Paseando Soria
de Isabel y Luisa Goig Soler y tienen su número de Registro General de la Propiedad Intelectual: 00/2003/9219.
Los trabajos originales de Etnología, Historia y Heráldica también están registrados por sus autores.
Así mismo los textos de los libros de las autoras están protegidos con su correspondiente ISBN

página principal soria-goig.com