© José Tudela de la Orden
Casi un
siglo de andadura tuvo la revista del Centro Soriano de Numancia, según
un correo remitido por el que fuera presidente del Centro, el doctor
Alfonso V. Álvaro Esteban. Con la amabilidad que caracteriza a los
argentinos, respondió a nuestro correo más allá de lo que le
preguntábamos. Su abuelo fue uno de los fundadores del Centro, que según
Alfonso, “está viviendo una etapa de decadencia, que me hace sentir una
triste satisfacción cual es la de haber presidido su último período de
brillo, quedando del mismo la celebración de la Semana de Soria con gran
participación actualmente de Javier Muñiz Director del Certamen de
cortos soriano (…).El año último se cumplieron 150 años de la llegada a
Argentina, luego de constituída en Nacion. del primer grupo español que
fueron 28 sorianos de Vinuesa y pasó desapercibido (…)”.
La
revista Numancia convocó un concurso de temática soriana, en el año
1922. Concurso que ganó don José Tudela de la Orden con el trabajo
titulado “El carácter soriano” y que fue publicado, ese mismo año, en la
revista y de septiembre de 1922 a octubre de 1923, en el periódico La
Voz de Soria. En 1928, a petición de los lectores, se volvió a publicar
en el año X de la revista, número 113, de septiembre de 1928.
El carácter
soriano
Prólogo
Escribimos este prólogo después de haber
terminado nuestro trabajo, para hacer algunas consideraciones al Jurado
que lo ha de analizar y calificar.
Hemos procurado estudiar el carácter
soriano teniendo en cuenta las causas que han intervenido directa o
indirectamente en su formación a la vez que las virtudes y defectos que
le dan personalidad.
Es sumamente difícil hacer un estudio de
esta naturaleza, en primer lugar por su complejidad, pues son muchas y
muy diversas las causas formativas y modificativas del carácter de un
pueblo y por ello son muchos y profundos los conocimientos que hay que
tener para acometer su estudio. Son necesarios los conocimientos
geográficos, etnológicos, físicos, históricos, psicológicos, estéticos,
conocimientos de agricultura, de economía, de medicina, etc., etc.,, y
no sólo esto sino además conocer de una manera inmediata la vida de la
provincia, sus distintas regiones, haber tratado a gentes de toda sus
comarcas, y además conocer Castilla y el resto de España. No exageramos
al decir todo esto, todos los conocimientos que enumeramos se necesitan
para acometer un estudio tan complejo y tan difícil, pues en la
formación del carácter de un pueblo o de una región influyen multitud de
elementos, como se verá en el intento de estudio que hemos hecho del
carácter soriano.
Hay además otra enorme dificultad para
ello y es la carencia de trabajos o investigaciones que pueden facilitar
una labor de esta naturaleza.
Del carácter español no hay siquiera un
estudio sistemático y científico. El “Alma Española”, de Altamira, el
“Idearium” de Ganivet, son lo más aproximado que se ha hecho, pero no
del carácter.
Si no hay un estudio serio y ordenado del
carácter español que nos hubiese podido servir de norma, el estudio del
carácter soriano lo hemos tenido que improvisar valiéndonos de estudios
y de lecturas, hechos en el transcurso de años de carrera y de profesión
académica, y con la visión experimental de la provincia.
Hay además otra dificultad y es la de
delimitar y distinguir el carácter soriano de su inmediato superior
geográficamente como es el carácter de Castilla la Vieja, con el que
naturalmente tiene que tener muchos puntos de contacto, debiendo fijar
bien los caracteres del soriano a fuerza de observaciones personales en
el trato y convivencia con las gentes de la provincia, con el estudio de
su historia y con el conocimiento directo de su vida y de sus
costumbres.
A estas dificultades intrínsecas se ha
unido otra también muy importante, y es la premura de hacer un trabajo
tan completo, sobre todo cuando se intenta con la altura y la seriedad
que merece, pues de por sí un estudio de esta naturaleza requiere meses
para su redacción y años para su preparación.
Por eso se notará premura en la escritura
de este trabajo y hasta la intervención de otra pluma copista para
procurar llegar a tiempo al concurso organizado por la revista NUMANCIA,
que ha de merecer de todo soriano la simpatía y la adhesión entusiasta,
viendo a los sorianos residentes en América colaborar en el progreso y
en el engrandecimiento de nuestra querida provincia.
El carácter
Se entiende por carácter de una persona a
aquella manera de ser y reaccionar ante el mundo que le rodea, como
resultado de las diversas excitaciones físicas y anímicas que obran
sobre ella.
El carácter es una fuerza compleja
resultante del concurso de otras fuerzas de muy diversa y variada
naturaleza, toda vez que el hombre consta de espíritu y materia.
Su diferencia de alma y de
temperamento
No se puede confundir el carácter con el
alma. El alma es una de las fuerzas, siquiera sea la más esencial, de
las que vienen a formar el carácter.
No es lo mismo carácter que temperamento,
toda vez que este es una especial predisposición del cuerpo humano
debida a la influencia dominante de un sistema o de un órgano. Está un
poco desacreditada la vieja clasificación de los temperamentos
nerviosos, sanguíneos, linfáticos y biliosos, puesto que hay en el
cuerpo humano otros órganos sobre todo las glándulas de secreción
interna que son las que más influyen en la predisposición y en el
carácter del individuo.
Es decir que el carácter no es ni el alma
ni el temperamento, sino que en parte la resultante de estos dos
elementos.
Hemos dicho que en parte, porque el
carácter de una persona no nace con ella, ni se forma en ella misma por
virtud engénica, sino que contribuye también a formarlo El medio
ambiente pasado (herencia, tradición) y el medio ambiente presente
(educación, posición social, estudios, etc.).
Cómo se forma el carácter
Influencias naturales
Haciendo una abstracción podemos afirmar
que el carácter se forma por influencias naturales, debidas a su
organismo físico y por influencias humanas debidas a su vida nacional y
de relación.
Todas estas cosas, herencia, genésica,
tradición, temperamento, medio ambiente, condiciones innatas, educación,
profesión, etc., son las que determinan el carácter, y cuando este
carácter lleva consigo unas características peculiares y originales, al
carácter se le denomina personalidad. Así como cada hombre tiene su
propia fisonomía inconfundible con todas las del resto de la humanidad,
de igual manera tiene un carácter más diverso todavía que su misma
fisonomía, puesto que para formarlo han entrado mayor número de
elementos y de mayor complejidad.
El carácter soriano
Lo que hemos dicho del carácter de una
persona podemos referirlo, en un sentido traslaticio, al carácter de una
Nación, de una región, o de una comarca. Y ya que en el concurso de la
revista NUMANCIA se ha dado un tema sobre "El carácter soriano”,
procuraremos hacer un estudio metódico y analítico de ese carácter,
sirviéndonos de base las consideraciones elementales que hemos hecho
sobre el carácter general.
Influencias generales
En la formación del carácter soriano como
en la formación de todo carácter, hay dos corrientes de influencias:
influencias que hemos llamado naturales y que son debidas a la
geografía, clima y paisaje de la provincia, e influencias que pudiéramos
llamar humanas, como la tradición y la herencia históricas, con los
sedimentos que cada pueblo y cada hecho histórico ha ido depositando en
el alma soriana y además las enseñanzas de la vida de relación.
Se ha exagerado mucho por algunos
tratadistas de la Filosofía de la Historia, como Michelet y Taine, la
influencia del medio físico sobre la historia de los pueblos, llegando a
sentar una serie de conclusiones generales con las que pretenden
explicar automáticamente, a modo de clave, la razón de ser de los hechos
históricos, por el análisis geográfico de los lugares donde se
realizaron.
Pero si ha habido algunas exageraciones
en esta doctrina, hemos de reconocer también que hay una marcada
influencia de la geografía en la manera de ser de un pueblo y en el
carácter de sus habitantes.
Por esto decimos que la geografía de la
provincia de Soria indudablemente ha ejercido alguna influencia en la
formación del carácter soriano.
Veamos el modo y la forma en que se ha
verificado esta influencia; pero antes examinemos someramente su
geografía.
Geografía de la provincia de Soria
La provincia de Soria está en el centro
de la Península Ibérica, rodeada de sierras por tres lados, mientras que
por el cuarto se abre descendiendo lentamente hacia Burgos, la cuenca
del Duero. La altitud media de la provincia es superior a mil metros de
elevación. Su relieve es desigual, pues si hay algunas zonas llanas como
las del Campo de Gómara y Tierra de Almazán, generalmente se halla
rizado por cerros, barrancos, torrenteras, sierrecillas y por las
estribaciones de las cordilleras que la circundan.
A pesar de formar la provincia de Soria
la casi totalidad de la parte alta de la cuenca del Duero, tiene zonas
que forman parte de las cuencas del Ebro y en pequeña parte del Tajo.
Influencias de la geografía
Al estar rodeada de montañas la provincia
de Soria por casi todos sus lados ha dificultado siempre sus
comunicaciones y por la misma razón han estorbado las invasiones de
otros pueblos y los contactos con los pueblos vecinos. Este aislamiento
ha tenido que fomentar su espíritu independiente y a la vez ha
contribuido también a la conservación de la raza autóctona.
Por ley natural, ha tenido que inclinarse
a la unión y a la relación a que le llevaba la pendiente de su relieve y
la corriente de sus aguas; por eso en la Edad Media formó parte
integrante de Castilla y fue “barbacana hacia Aragón en tierra
castellana”. De ahí aunque estas influencias no sólo sean naturales,
como influyen en el desarrollo de los hechos históricos, y como
contribuyen a la formación del carácter, por eso precisamente Soria es
castellana, por su configuración geográfica análoga a la de las
provincias de Ávila, Segovia y Burgos con las que tenía que estar unida
históricamente, y no lo son ciertas zonas de su provincia, que han caído
y caen, como las aguas naturales, hacia Aragón; nos referimos a la
rinconada de Ágreda y a la zona de Deza y las Vicarías.
La estructura del terreno, la altitud y
el clima, son análogos a los de las provincias que hemos citado, que
forman el núcleo de la antigua Vieja Castilla, toda vez que Logroño, a
pesar de figurar en esta región, es más aragonesa que castellana y
aparte también del carácter neto de Castilla la Vieja.
Ya tenemos, pues, fijada la agrupación
regional a la que geográfica e históricamente pertenece Soria.
El clima
El clima, con sus bruscos cambios y sus
temperaturas extremas, hacen al habitante de esta meseta duro y
resistente, capaz de resistir hielos glaciales y tórridas temperaturas.
Esta resistencia le proporciona unas magníficas condiciones de
adaptabilidad y aclimatación a cualquier clima, hecho demostrado en las
emigraciones.
Pero aunque el periodo corto del verano
que no llega al mes, se dan temperaturas en el centro del día hasta de
cuarenta grados, el clima de la provincia de Soria es de los más fríos
de España, habiéndose registrado temperaturas mínimas hasta de veinte
grados bajo cero.
El largo invierno que enfría los cuerpos,
enfría también las almas, por eso el soriano se caracteriza por su
escasa capacidad para el entusiasmo, para la exaltación y para la
violencia, lo contrario de lo que sucede en tierras de Aragón y en el
Levante y Mediodía de España.
Por eso han sido raras en las provincias
de Castilla la Vieja las revoluciones y los levantamientos, por eso
escasean las riñas y los crímenes pasionales. Si algunos hay, son
crímenes fríos, pensados, calculados, ejecutados con ensañamiento, y por
eso mismo los pocos que hay son horrendos.
El clima de Soria es seco, pues aunque el
régimen de lluvias es regular, las aguas pluviales se evaporan
rápidamente, por la poca presión atmosférica y por la abundancia y
velocidad de los vientos, de manera que como decimos, el clima de la
provincia con un régimen de lluvias que no es abundante ni escasea,
resulta un clima seco. Contribuye también a ello la naturaleza del
suelo, en gran parte arenisco y calizo que absorbe las aguas con
rapidez.
Influencia del clima
La sequedad del clima influye en el alma
soriana, pues le falta esa dulzura, esa ternura y esa suavidad de los
países húmedos y el entusiasmo y la exaltación de las tierras cálidas.
El resultado es que el habitante de Soria
es como su clima, duro y tenaz.
En la misma manera de hablar, fuerte,
cortada y terminante, se nota esta dureza y sequedad.
En la mujer soriana es más fácil apreciar
estas cualidades, toda vez que el carácter femenino lleva en sí la
dulzura, la ternura y la suavidad.
La mujer soriana, como la de toda
Castilla la Vieja, es poco femenina; contribuye a ello en primer lugar
las condiciones del clima; y en segundo lugar el género de vida que
lleva, pues en muchas partes trabaja como los hombres en el campo.
La entonación de la voz, las expresiones
familiares, así como su carácter no tienen la feminidad, la suavidad y
la gracia de los andaluces, de los extremeños y de los gallegos.
El paisaje
Consecuencia natural de la constitución y
configuración del terreno, de la altitud y del clima es el paisaje de la
región soriana.
El paisaje de la Vieja Castilla tiene la
nitidez, la claridad y la transparencia de toda meseta elevada.
El cielo despejado le inunda de luz, la
sequedad de su aire le da diafanidad, los óxidos metálicos de sus
tierras y las menudas plantas de sus eriales, le dan fuertes colores y
los muchos accidentes del terreno le brindan variedad pintoresca de sus
formas.
Todo esto hace del paisaje de la Vieja
Castilla, y por lo tanto del paisaje soriano, un paisaje sobrio, fuerte,
rico de color, de luz y de amplias perspectivas.
La falta de humedad atmosférica aproxima
los últimos planos, la visión se hace clara, distinta, se percibe la
lejanía con nitidez, con maravillosos detalles.
Los más leves ruidos se oyen a largas
distancias.
Todo predispone al ojo, al oído, a la
observación y al análisis. La visión es clara, perfecta, definida, la
audición fina, y como los horizontes son dilatados y amplios todo hace
que el hombre soriano tenga la vista de un hombre de mar, el oído de un
experto cazador y la agilidad de un hombre de montaña; por eso fueron
siempre terribles guerrilleros que tuvieron en jaque a las legiones
romanas y a los ejércitos invencibles de Napoleón.
Influencias humanas
Razas históricas
Así como en el hombre hay una herencia
genética por la que se transmiten condiciones y aptitudes espirituales y
físicas, hay una herencia histórica por la que se transmiten las
cualidades de las razas y de las civilizaciones y las vicisitudes
históricas han contribuido a la formación de una nacionalidad o el
carácter de una región.
Sería importantísimo averiguar lo que
cada pueblo invasor haya aportado a la formación del carácter
castellano. Es un tema arduo y delicado.
La primera invasión histórica en la
Península Ibérica se atribuye al pueblo celta que viene por el Norte de
España. Antes debía de estar algo poblada, muy poco, por el hombre
cuaternario con su prehistórica civilización. Después de los celtas hay
otra invasión mucho más numerosa y pertinaz realizada por los iberos,
seguramente por el Sur, por África, mezclándose ambos pueblos en algunos
puntos, dando lugar al pueblo celtíbero, o sea iberos en país de celtas.
El celta era rubio, alto, de ojos azules; todavía quedan algunos restos
de este tipo entre los campesinos sorianos, pero el tipo dominante es el
íbero, enjuto, moreno, de ojos negros o pardo oscuro, pequeño y ágil, y
de nariz un poco achatada.
El historiador portugués Oliveira
Martins, en su magna obra “La civilización ibérica”, sostiene que en la
civilización y el carácter español y portugués predomina el sello
ibérico. Lo mismo afirma Unamuno comentando la obra del gran historiador
lusitano, y nosotros nos inclinamos a reconocer ese espíritu, ese
carácter peculiar que flota y sobrevive a través de todas las refinadas
civilizaciones posteriores, y de todas las invasiones que sufre la
península.
Si esto es verdad, ese carácter ibero en
ninguna parte se ha de encontrar con mayor fuerza y pureza que en la
provincia de los arévacos que fue el baluarte más firme y altar del
heroísmo celtíbero, que tuvo por gloria a Numancia.
Pero este elemento celtíbero, aunque sea
la base y el fundamento del carácter español, necesariamente ha tenido
que modificarse por las continuas influencias de los pueblos invasores.
En primer lugar los fenicios, los
griegos, los cartagineses, que si no fueron invasiones muy generales ni
muy duraderas, dejaron profundas huellas en la religión, el arte y en la
vida de los celtíberos. Pero la influencia más poderosa y decisiva es la
ejercida por la invasión y conquista de los romanos, que con sus
legiones trajeron ingenieros, arquitectos que surcaron la antigua Iberia
de calzadas y sembraron de acueductos, puentes y obras públicas su
despoblado territorio, levantando teatros, termas, circos donde la
cultura y las costumbres romanas ejercieron una poderosa labor de
cultura y de civilización.
Roma nos trajo su lengua que forjó la
nuestra, su derecho, sus costumbres y abrió y preparó el camino a otra
conquista espiritual que llevaron a cabo Santiago apóstol y otros
discípulos de Jesucristo.
En el siglo V los pueblos germanos
invaden Hispania aportando, sobre todo los visigodos, su nórdica
civilización ya contagiada de romanismo, acabando aquí a su vez de ser
conquistada por la civilización romana.
Un último pueblo se arroja sobre la
península en plan de conquista, es el musulmán, que durante ocho siglos
de permanencia dejó huellas profundas en algunas regiones de España. En
la región soriana apenas si se encuentran vestigios de su paso.
Además de las influencias y aportaciones
de los pueblos invasores, indudablemente también contribuyeron, y acaso
con mayor fuerza, a formar el carácter soriano los distintos
acontecimientos históricos y las distintas vicisitudes por que pasaron
el territorio del Alto Duero y sus habitantes.
Hechos históricos
Como decíamos al hablar de la influencia
de la Geografía en la Historia, por ley natural el territorio soriano
entró a formar parte del antiguo reino de Castilla y se vio ligado a las
guerras, leyes y costumbres de este viejo reino, célebre generatriz de
la nacionalidad española, por eso precisamente.
La guerra de la reconquista y las
franquicias y fueros que los reyes castellanos daban a los pueblos que
les ayudaban en esta secular empresa determinó la formación de las
mancomunidades de pueblos con sus montes y tierras comunes, estimulando
y fortaleciendo el sentido colectivista del labriego soriano.
A su vez la constitución de los
municipios con los fueros y privilegios que fueron obteniendo del poder
real en el que encontraban un amparo contra las demasías de la nobleza,
robusteció su sentido municipal, llegando a adquirir los Concejos de
Castilla una verdadera preponderancia y a intervenir en las Cortes como
uno de los grandes brazos del Estado.
Sabido es que en España y sobre todo en
Castilla el feudalismo apenas tuvo arraigo. Es más, casi podemos afirmar
que es Castilla en toda Europa la que menos sintió los efectos de esta
poderosa y absorbente institución medioeval. Ello contribuyó sin duda a
la exaltación de la personalidad del villano de Castilla, tan orgulloso,
tan independiente, tan caballero como un gran señor.
Este tipo caballeresco del villano de
Castilla es tema frecuente en el teatro clásico del Siglo de Oro y tiene
su genial encarnación en el alcalde de Zalamea.
Son raros en la provincia los pueblos de
señorío que abundan en otras regiones, y aun estos nunca estuvieron
sometidos a los pechos, gabelas y humillaciones de los siervos
aragoneses o catalanes.
Consecuencia de esta organización
municipal de la Edad Media, como de la escasa influencia del feudalismo
fue la exaltación personal del castellano, su resistencia a toda
dominación y su noble orgullo de hombre hijo de Dios como cualquier otra
criatura humana, no reconociendo virtud ni privilegio superiores a las
virtudes y merecimientos personales.
Este carácter tan humano y tan hermoso
fue tema frecuente, como hemos dicho, de la literatura española.
Otro factor histórico y social contribuyó
a la formación del carácter soriano, nos referimos al desarrollo e
importancia que en la provincia tuvo la ganadería trashumante de los
nobles sorianos, que con los privilegios que gozaban las cabañas del
Concejo de la Mesta absorbieron casi la totalidad de la superficie de la
provincia.
La profesión de pastor era mucho más
general que ahora, y el ir y venir de los ganados dos veces al año a
través de España de unas regiones frías y altas a otras bajas y cálidas;
el cambio de ambiente; la costumbre de andar y ver tuvo que preparar el
espíritu aventurero de nuestros campesinos, siempre prontos a echarse la
alforja al hombro y a lanzarse a través de España y a través de los
mares.
El régimen de vida del campesino en lucha
constante con un suelo y un clima ingratos han forjado su tenacidad, su
sobriedad y su precisión y ha despertado su instinto en forma de astucia
y de cautela.
Sufre, como es natural, las influencias a
que obliga la vida de relación por escasa que esta sea, y así vemos
avanzar por la provincia la influencia de las provincias limítrofes por
el Este en Ágreda y Deza la de Zaragoza, por el Norte en tierra de
Yanguas la de Logroño y por el Oeste en tierras de Osma y Langa la de
Valladolid, por los medios de comunicación, por el comercio, etc.
Las facultades anímicas
Dijimos hablando del carácter en general
que cuando lleva consigo características peculiares y originales se
denomina personalidad; pues bien, existe una marcada personalidad en el
carácter soriano, y esta personalidad es la que vamos a examinar,
analizando cada una de las facultades y de las modalidades de sus
virtudes y defectos.
Comenzaremos por el análisis de algunas
de sus facultades psíquicas.
Imaginación
Imaginación es la facultad que tiene el
alma de forjarse imágenes con los datos experimentales de la memoria. Es
la facultad creadora de la mente, la que forja los mundos fantásticos,
los ensueños irrealizables, fuente de heroicas empresas y de grandes
obras de arte.
No creemos que el carácter soriano se
distinga por ser imaginativo, más bien creemos que sea uno de los menos
imaginativos de España.
El paisaje en que vive y se mueve el
castellano viejo no se presta a los ensueños de la fantasía.
Hay además otra razón psicológica que es
la compensación de las facultades, cuanto mayor es el predominio del
raciocinio menor es el de la imaginación y ya veremos cómo la cualidad,
la facultad positiva y activa del carácter soriano es el raciocinio, y
por lo tanto la imaginación tiene más bien un valor negativo y pasivo.
Lo atestiguan además los hechos: un
pueblo imaginativo es un pueblo donde las supersticiones y las leyendas
encuentran terreno abonado para su desarrollo, y es evidente que en la
provincia de Soria apenas si hay supersticiones y casi no existen las
leyendas.
Únicamente en las zonas menos
castellanas, en aquellas que pueden llamarse aragonesas como la
rinconada de Ágreda y las Vicarías es donde la ley se quiebra y esta
excepción viene a corroborar con mayor fuerza nuestra tesis.
Tampoco ha sido la provincia de Soria
pródiga en poetas, aunque haya sido cantada por poetas tan excelsos como
los sevillanos Bécquer y Machado.
Entre los hijos ilustres de Soria, ni uno
solo fue poeta, indudablemente los sorianos padecen una limitación
imaginativa y poética.
Sensibilidad
Aunque decíamos que la vista y el oído de
los habitantes de la alta meseta castellana estaban acostumbrados y
entrenados en las percepciones más sutiles, hemos de esclarecer cómo se
ha forjado y cómo se ejecutan esas percepciones.
El castellano viejo ha afinado su vista y
su oído porque las condiciones físicas de su atmósfera, sequedad y
rarefacción han contribuido a ello y además por la lucha constante con
el medio.
La frialdad de temperamento, la pobreza
imaginativa, el exceso de criticismo y la dureza y sequedad del medio
físico y de la vida rural han contribuido a atrofiar la sensibilidad del
campesino.
De la pobreza del suelo y de su falta de
cultura proviene su sobriedad y su poco hábito por los placeres
sensuales.
No ha tenido aptitudes artísticas el
pueblo soriano, por falta de sensibilidad.
A pesar de que el instinto musical es uno
de los más primarios en el alma popular, creemos que sí existe ese
instinto entre nuestros campesinos.
Ha hablado el gran poeta Antonio Machado
de nuestras tierras “sin danzas ni canciones”, y esto que puede parecer
exageración, es una gran verdad. Es cierto que hay danzas, que se baila
la jota, la rueda, y es cierto que se canta la jota castellana, pero
también es verdad incontestable que hay pocas danzas, pocas canciones,
que se baila y canta poco y que se baila y canta mal.
Es raro oír cantar a los mozos sorianos
cuando van o vuelven del trabajo encima de las mulas o sobre la carreta.
Es costumbre en los pueblos salir los
mozos los sábados de ronda al son de una guitarra a cantar a las mozas.
Improvisan coplas con la mayor facilidad, pero cantan sin afinación y
con una rudimentaria armonía.
También es costumbre que los domingos la
misa mayor la acompañen los mozos desde el coro dirigidos y acompañados
por el sacristán que toca el órgano, armonium o acordeón, según los
casos y en las muchas misas que por los pueblos de esta provincia hemos
oído ni una sola ha dejado de ser un conjunto de gritos, de aullidos en
completa anarquía, sin ritmo y sin armonía coral.
Lo que decíamos de la imaginación con
relación a las zonas bajas de la provincia, lo podemos repetir ahora
respecto al sentido musical. En las zonas bajas de influencia aragonesa
y en las riberas del Duero hacia tierra de Langa se nota una mayor
afinación, un mayor gusto, un instinto de armonía en las canciones, lo
mismo que un ritmo y una graciosa soltura en los bailes que no son
frecuentes en el resto de la provincia.
Lo mismo podemos afirmar en lo referente
a las demás manifestaciones de arte popular, tan rico, tan exuberante,
tan ostentoso y original en otras regiones de España.
El raciocinio
El campesino soriano es analítico,
escrutador, razonador. El medio hostil ha hecho que reconcentre su
atención y que no se desparrame su acción inútilmente, que mire, que
observe, que estudie lo que va a hacer antes de ejecutarlo.
Su recelo, su suspicacia provienen de un
exceso de crítica. Es verdad que es una crítica rudimentaria,
deficiente, defectuosa si se quiere por falta de educación, pero
latente, poderosa y factible de dar frutos ventajosos.
Favorecen este predominio de raciocinio
en el carácter soriano y en parte son consecuencia suya, su poca
exaltación, su escasa imaginación, la necesidad de luchar para vivir y
su espíritu libre e independiente.
Esta facultad crítica le presta
equilibrio, una estabilidad de espíritu que imprime su sello a toda
atención; por eso cuando el soriano sale de su tierra para buscarse la
vida en otras más fecundas se encuentra en condiciones favorables para
vencer.
Su laboriosidad infatigable, su
resistencia para el trabajo y para las privaciones, su tesón y su
espíritu crítico dan por resultado una acción lenta pero segura en sus
empresas. No se meterá en negocios arriesgados, para lo que hace falta
un desarrollo imaginativo y no poca temeridad.
Sus aptitudes tienen especial aplicación
para el comercio, habiéndolo demostrado la emigración soriana a España y
a América dedicada en su totalidad a esta profesión.
Este mismo espíritu crítico, analítico y
equilibrado, esta misma aptitud razonadora le presta condiciones para la
especulación filosófica.
Aunque parezcan antitéticas las aptitudes
comerciales y las filosóficas, no lo son. La palabra especulación, común
al fin del comercio y los estudios filosóficos, proviene del verbo
spicere, mirar, analizar, mirar dentro, lo mismo la realidad y la
vida que los problemas del espíritu.
El Padre Lainez, Sor María de Jesús de
Ágreda y Sanz del Río, son tres figuras salientes de la provincia que
vivieron en el siglo XVI, XVII y XIX, respectivamente, y las tres
revelan el mismo carácter especulativo y práctico.
El P. Laínez, compañero de San Ignacio de
Loyola, fue el segundo general de la Orden y el que inspiró el rumbo
definitivo a la Compañía de Jesús con el espíritu práctico, casuista, de
adaptabilidad y transigencia.
Sor María de Jesús en sus especulaciones
teológicas y en sus cartas revela y demuestra un estudio y un
conocimiento profundo de la vida y del alma humana, un sentido práctico
y realista.
Sanz del Río, hombre austero y recto,
estudia los problemas filosóficos según la doctrina Kraussista con un
fin ético de aplicación moral a la vida.
Voluntad
La lucha incesante y ruda con el medio
hostil, para satisfacer las necesidades elementales de la vida, ha
ejercitado al campesino soriano a fortalecer su voluntad, ya que por
falta de medios y de conocimientos emplea mucho mayor esfuerzo del
necesario en explotar la tierra.
Esta lucha con la naturaleza le ha hecho
sufrido y sobrio, y estas dos virtudes son aliadas de la voluntad para
conseguir cualquier propósito, sobre todo si a ellas se une una mediana
inteligencia.
La emigración nos sirve casi siempre de
ejemplo experimental para ver cómo opera el carácter soriano en medios
diversos del que lo ha formado; es un experimento indispensable, pues
para ver la eficacia y las posibilidades de una cosa es menester ponerla
en múltiples experiencias para juzgar entonces de su valor y de su
importancia.
Por esto nos referimos casi siempre a la
emigración soriana, peninsular y ultramarina, porque la emigración es el
gran ensayo y la gran prueba, casi la única que podemos hacer, en la que
se confronta el valor de los hombres al encontrarse en medios diversos y
al relacionarse con gentes diferentes.
Y este ejemplo de la emigración es una
demostración de la inquebrantable fortaleza y tenacidad de la voluntad
soriana.
La historia de casi todos los
comerciantes enriquecidos es la misma. Un muchachillo menudo, vivo,
sufrido y humilde, que no había hecho otra cosa que cuidar alguna punta
de ganado y aprender en la escuela las nociones más elementales; que no
había visto más mundo que sus montañas, ni más comercio que el estanco
de su pueblo, es lanzado a la ciudad febril, cosmopolita, a la ciudad
gigante devoradora de vidas y de energías sin cuento. Este pastorcito
entraba en un almacén o en un comercio a barrer, a llevar algunos
recados, los más fáciles; un día se pone enfermo un dependiente y se
adelanta a ofrecer sus servicios para sustituirle. Se esmera en hacerlo
bien, se estimula su amor propio y su ambición y logra un pequeño
ascenso y una minúscula remuneración que le guarda el principal.
Así pasan los años primeros sin ganar
otra cosa que la experiencia que adquieren y la consideración de los
principales que van viendo en el soriano humilde y trabajador un futuro
comerciante.
Su voluntad no ceja, año tras año ha ido
trabajando sin descanso, año tras año ha ido consiguiendo alguna pequeña
ventaja y mes tras mes, semana tras semana ha ido ahorrando su escasa
soldada.
Los años pasan y el pastorcillo que entró
a barrer la tienda por la comida y el cobijo que le daban, ascendió a
dependiente, aprendiendo a despachar, a conocer la clientela, observando
sus gustos, su carácter, procurando agradarla, convencerla y hacerle
gastar la plata con agrado; poco a poco se va dando cuenta de la
estructura mercantil, de la contabilidad, conoce los géneros, las
marcas, los precios de coste, los centros de producción, los
transportes, los medios de pago; se va ilustrando en la técnica bancaria
y financiera y cuando ya tiene sus ahorros y lo que vale más un crédito
personal basado en su honradez y en su competencia, los principales le
interesan en el negocio como comanditario y después de otros muchos años
de dirección y de desvelos puede volver a su aldea, a su paterno hogar
después de haber conquistado a fuerza de voluntad indomable, de trabajo,
de sacrificio y de economía, el tranquilo y merecido descanso como
premio a su laboriosidad y a su provisión.
Religiosidad
Del estudio de las cualidades
etnológicas, de las influencias geográficas, de la historia y de las
facultades anímicas del pueblo soriano se derivan virtudes y defectos
que vienen a caracterizar la personalidad del pueblo soriano.
Ya hemos indicado algo de las virtudes y
defectos que de cada facultad se derivan, pero a pesar de eso haremos un
análisis separado de alguno de ellos.
El sentimiento religioso de los sorianos
tenía que tener y tiene las mismas características y aspectos que el de
Castilla la Vieja y de gran parte de España. No es un sentimiento
exaltado, apasionado o intransigente como el de las provincias
Vascongadas y el de la campiña de Valencia, no está tan mezclado de
fanatismos histéricos como en Andalucía, ni de supersticiones y resabios
paganos como en Galicia.
El sentimiento religioso de Castilla la
Vieja tiene las características generales del catolicismo español que
son el realismo, el culto al dolor y al tradicionalismo en las prácticas
religiosas.
Los misterios dolorosos son los más
sentidos por el alma castellana. Los Cristos y las Dolorosas son las
advocaciones de las ermitas que se llaman Humilladeros o Soledades, como
final del calvario y que suele haber en las afueras de todo el pueblo
soriano.
La patrona es casi siempre la Virgen
María en las diversas advocaciones que en los pueblos le dan, la del
Pino en Vinuesa, la del Castillo en el Royo, la de Hinodejo junto a
Villaciervos, la de la Fuente en Gómara, la de los Milagros en
Ágreda..., todas de gran veneración y devoción entre los pueblos
comarcanos.
Hoy se han perdido en parte las
costumbres piadosas en muchos pueblos, indudablemente se ha perdido
religiosidad en el campo.
En ciertas comarcas ha contribuido a ello
sin darse cuenta la influencia de los indianos. La progresiva
indiferencia con que frecuentemente miran los asuntos religiosos ha
hecho efecto en sus familiares y amigos jóvenes. Muchos es verdad
respetan y hasta admiran, aunque no lo sientan, este profundo y esencial
sentimiento de la naturaleza humana, dando un ejemplo de tolerancia y
algunos otros siguen las prácticas de sus antepasados.
Es un grave error y un mal enorme quitar
a las gentes humildes los consuelos que al alma proporcionan la religión
sin substituirlos por otros consuelos morales difíciles de adquirir a
almas místicas y sencillas. Podrán ser pueriles algunas creencias y
algunas prácticas, pero son mucho más fundamentales y tienen mayor
arraigo en el corazón humano que la pedante indiferencia de espíritus
practicistas y progresivos.
Uno de los males que sufre América es la
falta de ese sentimiento religioso, no digo este o el otro, sino uno,
por heterodoxo que fuera, pero profundo y sentido.
Sobre este mismo asunto ha hablado y
fustigado a los americanos desde las columnas de “La Nación” un escritor
español tan poco sospechoso como Don Miguel de Unamuno.
Orgullo
Ya hemos indicado algo acerca del orgullo
del campesino castellano al hablar de las influencias históricas, pero a
pesar de ello ampliaremos aquellas consideraciones.
Es frecuente oír entre nuestros
labriegos, por humildes que sean, cuando por cualquier motivo se creen
postergados o humillados una frase soberbia “naide es más que naide”,
que resume y define el espíritu orgulloso de nuestros campesinos.
No ha de confundirse el orgullo con la
soberbia. El orgullo es la exaltación de la cualidad de hombre, es la
levadura de la dignidad humana y es una fecunda virtud, en cambio la
soberbia es la exaltación propia con el desprecio del prójimo y por eso
la soberbia está tan mal mirada entre los sorianos porque hiere y
lastima el orgullo de los demás.
El soberbio no encuentra sino hostilidad
y desprecio y es que el orgullo como virtud se opone a la soberbia como
pecado.
En un estudio bastante pesimista y algo
apasionado que hizo de la vida y de las costumbres de los campesinos de
Castilla el arqueólogo y filósofo alemán Herr Adolfo Schulten, excavador
de los campamentos romanos de Numancia y de Renieblas hace, entre
juicios acerbos y molestos, verdaderas, perspicaces observaciones, y
hablando del orgullo de nuestros campesinos dice:
“El
rasgo principal... es el orgullo. El último jornalero quiere que le
traten como a un caballero. Los regaños pierden toda su fuerza con los
obreros y sólo sirven para molestarlos; con palabras amistosas se hace
de ellos lo que se quiere, y apelando a su amor propio jamás se pierde
el tiempo... El orgullo castellano se encuentra para lo malo y para lo
bueno a cada paso. El despido de un obrero dio lugar a graves
conflictos, porque el individuo aquel no lo sentía por su dinero
solamente, sino que lo estimaba como una ofensa.
Este orgullo español lo hallaremos ya
como característica esencial en los primitivos íberos. Estrabón habla de
la terquedad, del orgullo que impedía la unión de las tribus para hacer
frente al enemigo común. Múltiples veces el orgullo de los íberos y el
coraje iracundo de éste ante el ataque del extranjero lo indujo a
aquellas defensas memorables, únicas en la historia, como las de
Sagunto, Numancia, Zaragoza y Gerona”.
Caballerosidad
Como consecuencia natural del orgullo sin
soberbia y de la sencillez de carácter brota la caballerosidad del
campesino castellano y de la que dice el mismo autor:
“Íntimamente
unida al orgullo está la caballerosidad del castellano; el que se
respeta a sí mismo respeta a los demás. Mientras lo demás del mundo
europeo se halle más o menos poseído por el egoísmo y el afán de
riquezas, encuéntrase en aquella pobre tierra atrasada la hospitalidad,
la caballerosidad y la fidelidad de la que ya sólo tenemos noticia por
los poetas... El castellano lleva en sí confianza y amistad a pesar de
su carácter desconfiado y aun cuando con todos los forasteros es amable,
sólo se excede con aquel cuya amistad está persuadido.
(...) Es Castilla el único rincón de
Europa en donde el forastero puede lograr muy poco con su dinero y mucho
con su persona”.
Aunque hay una gran verdad en estas
afirmaciones, no creemos que la hospitalidad entre los campesinos sea
muy general.
Envidia
Es la envidia una condición muy humana,
demasiado humana y demasiado extendida por el mundo.
La soberbia y la envidia fueron los
pecados evangélicos, los peores pecados, porque eran pecados que iban
contra la esencia divina.
Soberbia no tenemos los sorianos, pero
envidia sí, es justo confesarlo, ya que un estudio serio e imparcial ha
de reconocer los vicios y las virtudes.
La envidia en los pueblos es un mal muy
frecuente, la tienen unos pueblos de otros, la tienen unos vecinos de
otros vecinos y abunda también entre los individuos de la misma familia,
siendo constante motivo de disgustos y hasta de atentados a las personas
y a los bienes.
El bienestar, la prosperidad y los bienes
materiales que se adquieren con el trabajo honrado o con la ayuda
generosa de los hijos despierta odiosos sentimientos de pesar; por eso
se tiende a que nadie sobresalga del nivel medio, por eso se hace una
absurda nivelación.
Hay una predisposición a no reconocer las
virtudes y una deleitosa inclinación de descubrir los defectos.
Es la envidia la que hace que en la
provincia no sean reconocidos los méritos de sus hijos, lo que hace, en
parte, la buena acogida del forastero, lo que motiva que hombres
extraños a la provincia y a sus intereses ocupen todos los puestos
parlamentarios del Congreso y del Senado, pues los mismos políticos
locales prefieren ayudar a un extraño que a uno de los propios aunque
sea ajeno a su cotarro electoral.
Todos conocemos las frecuentes luchas y
bandos que turban la vida de los pueblos, la saña con que se tratan unos
a otros, el odio que fomentan por motivos fútiles y despreciables, las
cobardes venganzas... porque ni siquiera se atreven unos y otros a
romperse el alma a puñetazos, remedio acaso el mejor para acabar con
estas pasiones reconcentradas que se repudren dentro sin explotar.
Después de unos puñetazos como desahogo
de malquerencias, seguramente que el odio desaparecería y con él las
rivalidades. Es una arriesgada terapéutica, pero la creemos de efectos
seguros y saludables.
Previsión económica
Ya hemos indicado que la previsión
económica es otra virtud soriana, nacida de la ruda lucha por la vida y
de la dificultad de vivir. Allí donde la vida es fácil, donde las
tierras fecundas rinden con exceso para cubrir las necesidades brotan
los vicios y el lujo como nacen los hongos con el exceso de humedad.
En cambio, en esta provincia, donde a
duras penas se saca lo indispensable para la vida, la previsión es
instintiva y está tan arraigada que casi constituye una virtud
congénita.
Antes se guardaban los ahorros debajo de
una piedra o de un ladrillo en una piel de gato. Hoy, gracias a la
fundación de la Caja de Ahorros y de las sucursales de los Bancos
Hispano Americano y Aragón no permanecen improductivos los ahorros y es
una prueba de la potencialidad ahorrativa de la provincia la vida de
estas entidades bancarias, además de las ya establecidas del Banco de
España y de la Banca Ridruejo.
Modestia
Compatible con el orgullo e incompatible
con la soberbia es la modestia lo mismo que con la vanidad.
La modestia es otra virtud soriana,
proviene del equilibrio de sus cualidades intelectuales y morales,
equilibrio que no logra alterarse por los cambios de fortuna y de
posición, con lo que se demuestra la reciedumbre de sus fundamentos
morales y de su dignidad.
Una característica de esta moralidad del
carácter soriano la tenemos, buscando siempre el hecho experimental de
la emigración, en el indiano soriano que no es tan ostentoso como el
gallego, como el asturiano, como el montañés o el andaluz.
No son frecuentes –aunque naturalmente se
den casos- los actos de fanfarronería, de ostentación, de alarde.
El individuo de la cadeneta de oro y de
los anillos y alfileres de gordos brillantes no es el tipo de indiano
soriano.
Son humildes con los humildes, pero son
soberbios con los soberbios.
Individualismo y colectivismo
Dos puntos nos faltan por tocar, dos
modalidades sociales del carácter soriano y que a la vez son
características de Castilla, nos referimos al individualismo y al
colectivismo.
El individualismo es una tendencia innata
–acaso ibérica- cuyo desarrollo se manifiesta en España con mayor
pujanza que en otros pueblos.
Inglaterra es la patria del
individualismo como Alemania es del socialismo, de la sumisión y
sacrificio del individuo por la colectividad.
El individualismo del inglés está
delimitado por el individualismo de otro inglés, naciendo de este
respeto un general reconocimiento de derechos y deberes.
El español es bárbaramente
individualista, no encuentra límites justos a su furor individualista,
sólo se cree asistido de derechos sin conocer deber alguno y si lo
reconoce es a la fuerza.
Esto es causa de que el capricho, la
conveniencia personal y un egoísmo o amor propio sin freno rijan nuestra
vida nacional.
El individualismo español se manifiesta
más en unas regiones que en otras; en Vascongadas y Navarra hay más
espíritu corporativo, mayor respeto a los derechos individuales y más
espíritu de unión que en Santander, en Santander que en Asturias, en
todos estos más que en Soria y en Soria mucho más que en Andalucía o
Murcia.
En el mediodía de España es imposible
atar a dos personas para una obra común y persistente.
En medio de este marcado individualismo
hay una forma mixta de socialización que es el colectivismo.
Colectivismo, según Costa en la
introducción de su magna obra “Colectivismo agrario”, es la posesión en
común de una propiedad cuyos frutos son repartidos o aprovechados
individual y particularmente por los vecinos o condueños de esa
propiedad, constituyendo esos frutos propiedad individual y privada.
Es una forma mixta de la propiedad
comunista e individualista y es la forma corriente de la propiedad
comunal de los pueblos en sus montes y baldíos, aprovechando
directamente sus frutos en aprovechamientos de pastos y leñas o en
reparto vecinal de suertes de maderas.
Hay otra forma de propiedad municipal que
son los bienes de propios, los frutos de estos bienes, generalmente
montes, pasan al Municipio para atender a las cargas municipales,
librando o aliviando a los vecinos de repartos vecinales y del pago de
servicios de médico, farmacéutico, veterinario, herrero, barbero, etc.
En esta forma se revela el espíritu
colectivista y municipal de nuestros campesinos que bien dirigido y
orientado con medidas provechosas de gobierno podría traer una era de
bienestar económico y de armonía social a nuestra provincia.
© José Tudela de la Orden
Soria, 3 de septiembre de 1922
Trabajo premiado en el concurso organizado en 1922 por la revista
NUMANCIA
Publicado en “La Voz de Soria”, del 7-9-1922 al 12-10-1923
Publicado en la Revista “Numancia-Buenos Aires”, 1928.
José Tudela en
Páginas de Etnología
|