Hemos vuelto a Valloria, en esta ocasión para ver el Museo del
Juego Tradicional y la recuperación del horno comunal, obras ambas
que ya nos anunciaron en nuestra última visita, unos dos años
atrás.
En junio la flora de toda Soria es un alarde de la naturaleza.
En Valloria, por donde discurre el río Cidacos y el arroyo del
Valle, la vegetación de ribera adorna este precioso pueblo de la
Sierra del Alba, a más de mil doscientos metros de altitud, y le da
un aire como de paraíso, por fortuna todavía no perdido.
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Hubo un tiempo no muy lejano, anteayer como quien dice, en el
que las plazas bullían de chavalería; las puertas de las casas de
señoras jugando a los naipes; las tabernas de hombres dándole al
dominó; y los montes de pastores entreteniendo sus ocios jugando a
la calva o a la gurria. Algunos de estos entretenimientos se siguen
practicando, pero los más pequeños miran las tabas, o las chapas, o
las canicas, que guardan la madre o la abuela y no ven un juego, no
saben ni por donde empezar. Muchos de esos sencillos instrumentos,
confeccionados por los propios muchachos, según la imaginación o
habilidad de cada cual, han pasado a convertirse en objetos de
museo.
En Valloria le han dedicado un espacio exclusivamente para
esos juguetes. Un lugar donde se puede contemplar aquello que formó
parte de la infancia y también del entretenimiento de los mayores.
Es un espacio luminoso, donde se muestra un mundo casi perdido, pero
sin nostalgia, con la alegría de haberlo vivido y haber formado
parte de las vidas de cada cual.
Son los paneles explicativos los encargados de dividir los
espacios correspondientes a cada tipo de juego: de hinque, de
habilidad y destreza, de lanzar..., los más apacibles, generalmente
practicados por las niñas, y los más arriesgados, que eran propios
de los niños. También pueden verse los de pastores, como la calva;
de niños pequeños, como las cunas.
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A la entrada del pueblo, entre el puente que conduce a la
unión del arroyo Valle con el río Cidacos, y el acceso al caserío,
han colocado una escultura para avisar de la existencia del museo y,
junto a ella, un espacio con los objetos necesarios para el juego de
la calva, por si alguien quiere recordar viejos tiempos.
Los juegos que se muestran en el Museo de Valloria no son
exclusivos de Soria. Se practicaban en todo el mundo rural y se
fueron transmitiendo a lo largo de los siglos. En cerámicas griegas
aparecen personajes míticos jugando a las tabas. Algunos
historiadores afirman que los juegos llamados de cielo, colache,
etc., fueron introducidos por los romanos sirviendo de base para su
práctica las calzadas romanas. Otros, como la gurria, han servido de
base para el juego del golf.
La idea del Museo del Juego Tradicional de Tierras Altas va
más allá de un simple depósito de objetos casi inservibles, para
convertirse en un espacio etnográfico de gran valor para revivir y
estudiar las formas de vida de un mundo que, poco a poco, va
desapareciendo.
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El proyecto y posterior puesta en marcha se debe a la
Mancomunidad de Tierras Altas, Proynerso, y el Ayuntamiento de Las
Aldehuelas, al que pertenece Valloria, con la colaboración de la
Junta de Castilla y León y el Ministerio del Medio Ambiente y Medio
Rural y Marino, además de los fondos de la Unión Europea, tal y como
reza en el cartel de entrada al Museo.
©
soria-goig.com,
2015
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