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El
lugar de Bordecorex, agregado al Ayuntamiento de Caltojar, perteneció a
la comunidad de Villa y Tierra de Berlanga, con cuya villa compartiría
los avatares de la Historia. Discurre por su término el río Bordecorex
que cambia el nombre por el de Torete, en Jodra de Cardos. Este pequeño
río, nacido en la “loma del Cerrajón”, término de Conquezuela, fue en su
tiempo –y suponemos que lo seguirá siendo- muy cangrejero. Escribe
Pascual Madoz, que en término de Bordecorex, y cuando él escribió su
“Diccionario…”, 1845-1850, el Torete movía un molino que sólo molía en
invierno, por cuestión de agua. Las fortalezas islámicas del valle de
este río, serían arrasadas por Fernando I, de León, en su campaña de
1060.
El edificio más
importante de Bordecorex en su iglesia tardo románica y gótica, dedicada
a San Miguel Arcángel, que sufrió algún revés en su estructura y está
siendo restaurada. La cabecera es del siglo XIII –según la Enciclopedia
del Románico, editada por la Fundación Santa María la Real- con el
“presbiterio cubierto con bóveda de cañón apuntado sobre impostas con
perfil de listel y chaflán que continúan las del ábside…”. La nave, de
mampostería, podría ser obra gótica.”En el muro meridional se abre la
portada, protegida por un pórtico renacentista, y compuesta de arco
netamente apuntado compuesto por grandes dovelas…”.
Hoy
vamos a fijarnos en otro edificio más moderno, y en su interior. Nos
detendremos en la Escuela, y lo haremos gracias a las facilidades y
generosidad de los habitantes de ese pequeño pueblo, con su alcalde a la
cabeza, que han hecho posible con la puesta en funcionamiento, el que
nosotras podamos visitarla y mhi fotografiarla para traerla a
nuestras páginas. La Escuela del Ayer, es el resultado de un trabajo
bien hecho, del esfuerzo y la complicidad de todos los habitantes, que
han recogido y restaurado los elementos que componían la escuela rural
en los primeros setenta años del siglo XX, formando con ellos un
conjunto museístico de gran valor pedagógico y etnográfico.
De la escuela de
Bordecorex, dice Madoz que es de “instrucción primaria, concurrida por
unos 14 alumnos de ambos sexos, a cargo de un maestro que a la vez es
sacristán”.
Nos fijaremos
primero, siguiendo las fotos de mhi, en equipamiento de esta
escuela que, con toda seguridad, era el mismo en cualquier
establecimiento rural de la provincia, y aún del mundo rural en general,
para detenernos después, siguiendo siempre el mismo material gráfico, en
los libros y materiales pedagógicos utilizados para la formación de los
alumnos.
El
edificio de la Escuela de Bordecorex es de buena calidad, de piedra,
pero no era así en todos los pueblos. La constancia de los sorianos
durante generaciones, para que sus hijos adquirieran una educación,
aunque fuera elemental, hizo que, cuando las autoridades no apoyaban ese
empeño, ellos mismos, mediante hacendera, rehabilitaran algún edificio
propiedad del Común, para instalar en él la escuela. A veces, este
empeño les llevó, como en Segoviela, a construirla nueva. Una escuela
que después había que dotar de maestro y se hacía, generalmente, a
medias entre el Ayuntamiento y los vecinos, quienes aportaban el grano
necesario para el maestro y su familia, por ejemplo es frecuente leer
“maestro dotado con 30 fanegas de trigo”, en cualquiera de los casos de
nuestra provincia.
Otro
gasto, que sufragaban en comunidad, era el de la calefacción, la estufa
de leña, que como podemos imaginar, consumía gran cantidad de
combustible durante los inviernos extremos, y que era aportado por todos
los vecinos. Como era necesario encenderla, conocemos casos de maestros
que, obligados por el frío y ante la escasez de casi todo, utilizaron
documentos más o menos importantes, para poder hacer que la leña
ardiera. De esta leña, o de carbón, se obtenían ascuas para el brasero
del maestro, que se colocaba debajo de su mesa, mientras que la estufa
se procuraba estuviera en el mismo centro.
Frente
a la mesa del maestro se colocaban los pupitres, donde los alumnos se
sentaban de dos en dos, en asientos abatibles, en el caso de Bordecorex,
porque en otras escuelas más pobres, se acoplaban las mesas que hacían
los propios padres, aunque, tarde o temprano, conseguían los pupitres.
Esos escritorios, en ocasiones, tenían la tapa abatible, que servía para
que los más traviesos escondieran debajo el tebeo –cuando existiera- o
la rana u otros bichejos para molestar durante las clases. Por la parte
de arriba, casi siempre garabateado, había un hueco para el tintero y
otro, más largo, para colocar los lapiceros.
En
la Escuela del Ayer, de Bordecorex, encontramos un armario repleto de
libros. Las paredes estaban ocupadas, en lugar preferente, y después de
la Guerra Civil, por el crucifijo –en la República no aparecía- la foto
de Franco y la de José Antonio. Y los mapas, físicos y políticos, esas
maravillas gráficas que tantas veces servirían para que los alumnos
soñaran y utilizados de frontal para las fotos de los niños, bien
limpios y repeinados, con el libro abierto sobre la mesa, ya en tiempos
algo más florecientes económicamente, y no para todos.
En
Bordecorex encontramos también un pequeño piano, sobre el que algún
maestro enseñaría rudimentos de música a sus alumnos. Y un tallímetro,
en el que, curso tras curso, se iría comprobando los avances físicos de
los educandos. El tablón de edictos serviría para que los muchachos se
fueran instruyendo en los derechos y obligaciones de los habitantes del
lugar.
Elementos
didácticos
Tal
como vemos en las fotografías de mhi, tomadas en la Escuela del
Ayer, de Bordecorex, las asignaturas que se impartían en los años
sesenta eran: Lectura, Escritura, Dibujo, Cálculo, Religión, Geografía e
Historia, Lengua, Matemáticas, Formación del espíritu nacional,
Educación Física, Ciencias Naturales, Trabajos manuales y Formación del
hogar (sólo para mujeres). Junto a las calificaciones aparecían
puntuados los deberes, la conducta, la puntualidad y el aseo.
En las fotos aparecen
también algunos de los libros utilizados para la enseñanza de estas
materias.
Conservamos
un pequeño folleto titulado “El Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes a los alumnos de los institutos y escuelas nacionales en el
14 de abril de 1934”. Se trataba de un obsequio que, suponemos,
conmemorativo del tercer año de la II República. En él se podía leer
“España”, de Emilio Castelar; “Romance del Infantes Arnaldos”; “El
Amazonas y el Plata”, de José Enrique Rodó; “Cantiga”, de Gil y Vicente;
“La Palabra”, de Juan Maragall; “Cosas del Cid”, de Rubén Darío; “El
deleite hace las obras”, de fray Luis de Granada; el prólogo de los
“Trabajos de Persiles y Segismunda”, último escrito de Cervantes; y “La
margarita”, de Rosalía de Castro. Nada sospechoso.
Pues bien, según
copias que reproducimos de tres números del periódico Labor, cuando
triunfó el golpe de estado franquista, algunos de estos autores fueron
prohibidos, entre ellos dos sorianos: Heliodoro Carpintero y Gervasio
Manrique, llegando al absurdo de prohibir la lectura de “Platero y yo”,
de Juan Ramón Jiménez.
Conservamos también
el original de una libreta de las prácticas escolares realizadas por una
maestra, durante el curso 1963-64, que corresponden a las iniciales F.C.,
el treinta por ciento de esa libreta está dedicado a la asignatura del
Religión: el Padrenuestro, el hijo pródigo, la Cuaresma… y la Creación,
entre otros trabajos del mismo tema.
En
las fotos de mhi, pueden verse más ejemplos del mismo cariz. En
uno de los libros utilizados para educar a los alumnos, puede leerse:
“El Alzamiento Nacional fue necesario, espontáneo y justo (…) secundado
de una manera entusiasta y decidida por la inmensa mayoría del pueblo
español”. En otro indican que el día 1 de octubre es el del Caudillo a
quien “debemos gratitud, respeto, obediencia y cariño”. En otra unidad
didáctica aparece un mapa de España antes de 1936 con símbolos de
iglesias ardiendo, cruces y banderas rotas y, en el centro, la hoz y el
martillo. En un trabajo de Geografía con fecha 3 de abril de 1962, en la
parte de arriba de la página, aparece un dibujo con la leyenda: “La
victoria de Franco salvó a España”.
Todo ello podemos
ahora verlo en esta escuela de Bordecorex, donde se han conservado,
expuesto y escenificado para su conocimiento, todos los elementos
conservados, empezando por el propio edificio, gracias al esfuerzo de
todos los vecinos de este pueblo.
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soria-goig.com
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fotos: MHI
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