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La consejera matrimonial y otras historias de mujeres contadas por ellas mismas Alfonso Bengoechea, Rosalía Urbión, Belinda Pazos, Pilar Antón y Petra Balaguer
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Escribir relatos es, en sí mismo, un arte y además difícil. Dada su relativa brevedad han de caber en ellos una historia con su planteamiento, desarrollo y desenlace. He seguido a autores que a lo largo de su vida han escrito un relato, EL RELATO. A partir de él, la siguiente producción literaria no ha sido otra cosa que el refrito. Como el cocido madrileño, o de otra región, que al principio es un plato suculento y contundente pero se va convirtiendo, con diferentes añadidos, en más sopa, ropa vieja y croquetas. Puede que al final hasta en un estudio monográfico, tal como EL RELATO, puede devenir en novela. Alfonso Bengoechea y su orquestina de féminas (que tal vez sea menos numerosa de lo que el autor nos quiere hacer creer) han escrito alrededor de una veintena de relatos que son un alarde de ingenio e imaginación. Frescos y nuevos, sin florituras lingüísticas. Según quién los firme, predomina la mala leche, la bondad, la sorpresa, el pijerío. Pero todos están unidos por el hilo conductor del más fino humor, aderezado de ironía y, en algunos de ellos, una desbordante inventiva que conduce, directamente, a lo desternillante. Los relatos de Alfonso son una terapia contra los malos rollos que producen algunos de los pecados capitales, esos que nos enseñaron en el colegio cuando éramos pequeños, a fin de impresionarnos y obligarnos a ser buenos chicos. Pasado el tiempo, nos hemos ido dando cuenta de que existen realmente. Por ejemplo, contra la lujuria ajena nada mejor que un gato. Petra Balaguer firma “No sin mi gato”, minino que proteje a su dueña contra las intenciones del mejor amigo del marido muerto de Ofelia. O para el orgullo de madre, nada mejor que leer “Abanico”, de Rosalía Urbión. O “Cirugía”, de Pilar Antón. Y entre tantos relatos, no puede faltar alguno dedicado al ferrocarril, pasión que Alfonso no puede disimular y que comparto con intensidad, “Charlas en un tren”, de Belinda Pazos, inventándose las líneas y los nombres de las estaciones.
Isabel Goig
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