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SORIA CURIOSA

Joaquín Alcalde Rodríguez

Edita: El Mundo Diario de Soria
Maqueta e imprime: Ochoa Impresores
SORIA, 2013

 

INTRODUCCIÓN

No es la primera vez que al presentar una obra de este perfil se hace alusión a la escasa bibliografía existente sobre costumbrismo, referida a la capital, que, sin pretender ser excluyentes, queda reducida en la práctica a la obra del autor de esta nueva publicación que ahora ve la luz.

Bajo el título de Soria curiosa se presenta un nuevo trabajo, en la línea de los hasta ahora editados, que viene no sólo a enriquecer la producción del autor sino también a dejar constancia de circunstancias, costumbres, hechos y momentos del acontecer diario de la vida de la pequeña capital de provincia que, en muchos aspectos, sigue conservando el marcado ambiente localista de siempre pero, no por ello, menos entrañable y querido por los sorianos.

En esta ocasión el autor ha pretendido profundizar un poco más en su conocido propósito y, sin que falte la crítica, sacar a la luz pública situaciones inéditas, experiencias personales vividas o de las que ha sido testigo, que de otra modo difícilmente llegarían a saberse, complementadas con determinadas panorámicas y comportamientos de la sociedad soriana que él, buen conocedor de la realidad que nos rodea, ha venido observando a lo largo de su dilatada trayectoria en distintas facetas y ámbitos de la vida local. Además ha añadido retazos de algunas de las tradiciones locales que, si bien siguen conservándose, aunque notablemente devaluadas, resultan en buena parte novedad para un amplio sector de la sociedad soriana, junto a algún otro trabajo suyo, que no por conocido, encaja perfectamente en este nuevo volumen, el quinto que dedica al costumbrismo.

La obra, por lo demás, está estructurada en capítulos, independientes entre sí, referidos a un periodo amplio de la historia contemporánea de la ciudad, que contextualizados ayudarán a conocer un poco más el día a día de un acontecer que por más que se quiera ignorar forma parte de lo que somos. Por eso, quien se aproxime a esta Soria curiosa y se decida a entrar en ella, puede hacerlo sin necesidad de tener que seguir necesariamente la secuencia con que figuran en el índice las historias que se cuentan, relacionadas sin ningún criterio que lo justifique, que es tanto como decir, de manera aleatoria. Consciente el autor, eso sí, de que la obra lejos de ser limitativa no es más que el fiel reflejo de unas cuantas historias, asimismo tomadas al azar, de las muchas que podrían contarse, porque, aunque resulte obvio decirlo, la dinámica de la vida cotidiana da para bastante más de lo que se esconde detrás de los grandes titulares con que pueda encontrarse uno en  los medios cada día.

 

PRÓLOGO 

Tras la doble entrega de Soria, ayer (2004 y 2005), De la Saca a las Bailas: ni usos ni costumbres (2007) y Soria de ayer y de hoy (2008) llega a tus manos, lector, esta Soria curiosa que contiene un total de veintisiete piezas, estampas o capítulos, que tanto puedes leer de arriba abajo como de abajo arriba, de la primera a la última o de esta a aquella, pues su organización responde a la intención precisa del autor que no es otra que la aleatoriedad. No hay secuencia cronológica alguna, ni relación de causa o efecto, ni criterio que justifique el azar con que han sido elegidas e insertadas en las páginas que desde ahora les corresponden. Y sin embargo, pese a la complicidad que de este extremo pareciera demandar el autor, podría encontrarse en la lectura continuada de los títulos una razón de ser, un suceder previsto, una lógica inexorable, implacable e inflexible, la de leer una página tras otra sin que nada te distraiga, ni te doblegue, ni te aparte de saber qué hay detrás de “la fuerza de la rutina”, de “las bajadillas del Duero”, del “fielato que nunca fue fielato”, ni “del barco de recreo en el Duero”. La curiosidad te llevará a sonreír con las “sorianadas” y la historia del “zapatero, pequeño y regordete”, con la “copa de agua y el vaso de anís” o con la “permanencia inerte en la superficie”. Y reirás, quizás, con el “talegazo del Obispo”, con la “B” de Berganza o con las inauguraciones imposibles.

Aleatorio, fortuito o casual. Quizás sí. Quizás el azar inspiró a nuestro autor a sumar una tras otra estas veintisiete piezas sin buscar nada a cambio, salvo que, de una forma u otra, el lector leyera lo que el recuerdo de su vivencia le había permitido escribir.

Pero, llegado hasta aquí en la lectura, entre sonrisa y sonrisa, habrá quedado asimismo dibujada en nuestro rostro la mueca del engaño tras ciertas “visitas de cortesía”, de la desolación al palpar el desconocimiento histórico de nuestros mandatarios o de la indignación cuando compruebas el triste fin del Cerro de los Moros, de la Plaza del Campo o del heroico Castillo.

Esta Soria curiosa de Joaquín Alcalde poco se parece a las Noticias curiosas de Soria que entre el 2 de agosto de 1939 y el 17 de febrero de 1940 publicara en El Avisador Numantino don Santiago Gómez Santacruz, “el cura de todos los curas”. No, no se parece en nada, pero a quien firma este humilde prólogo le anima comprobar que aún hay en la prensa soriana, y en los anaqueles de las librerías, paisanos que sienten, sufren, se emocionan y escriben de las cosas que suceden en Soria.

Sepa el lector que tiene en sus manos un libro de “prosa ágil y sencilla”; que “recupera los hábitos, tipos y costumbres” de una Soria en la que parece que nunca pasa nada; que nos transmite, también, “sus visiones, sus sonidos y sus olores cotidianos”; y que, lejos de ser un erudito tratado del “ser” y “sentir” del soriano, es una indagación introspectiva en su propio recuerdo y en su memoria. Así, más o menos, lo entendieron César Millán y Pablo R. Lago, prologuistas que me precedieron en el feliz encargo de abrir de par en par la obra de Joaquín Alcalde.

Con todo, me gustaría decirte lector que aunque el propio autor clasifique su obra de “costumbrista” lo que aquí encontrarás es mucho más que eso. Toparás con confesiones de autores tan prestigiosos como Carmen Posadas y nuestro José Ángel González Sainz; con significativas notas etnográficas sobre “el voto a la Candelaria” y “la bendición de la campos”; y con dos piezas, al menos dos, a las que los historiadores recurriremos por obligación: “El ladrillo de San Lázaro” y “Refugios antiaéreos”, colocadas, no por qué sí, al final del libro.

Sea pues esta Soria curiosa leída como el juicio de cada cuál le dé a entender, por más que una buena manera sea empezar por el principio. Y dicho esto, no quiero olvidar felicitar al autor y agradecerle, creo que en nombre de todos los sorianos actuales y futuros, su notoria dedicación al arte de contar y guardar la Historia de este pueblo.

Juan A. Gómez-Barrera  

 

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