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LAS BANDAS DE MÚSICA DE EL BURGO DE OSMA José Vicente Frías Balsa SORIA, 2011 |
OBERTURA La Banda Municipal de Música ha estado este año 2010 de celebraciones a costa del centenario largo que ha cumplido desde que fuera creada a finales de octubre de 1906, lo que sin quererlo, al menos cuando se pensó en la programación a desarrollar, la convierten en la más antigua de las contadas de este tipo que en la actualidad existen en la provincia. En este rosario de celebraciones no podía faltar una obra bibliográfica que recogiera el vasto acontecer de una de las agrupaciones más queridas por los burgenses y ayudara a conocer mejor la realidad de una sociedad que ha sabido adaptarse a las corrientes modernas impuestas por el mundo globalizado. Qué duda cabe que sin la Banda Municipal difícilmente podría entenderse la historia de una Villa cargada de historia, de tradición y de cultura. José Vicente de Frías Balsa ha logrado este propósito en el libro que acaba de alumbrar. Nadie mejor que él para acometer semejante empresa, acostumbrado como está –porque en ello lleva trabajando toda la vida– a moverse y hurgar en infinidad de archivos, legajos, expedientes y documentaciones y, por tanto, a desenvolverse como pez en el agua en el complejo mundo de la investigación. Por eso esta obra sobre la Banda de Música de su querida Villa, que lleva en el alma, no es un trabajo más. Al contrario, me consta que ha puesto en el empeño todo su saber e ilusión, y una buena dosis de paciencia, lo que le ha permitido penetrar en las entrañas de la veterana agrupación musical para ofrecernos uno de sus grandes trabajos –uno más en su dilatada y brillante trayectoria profesional–, del que conociéndole se esfuerza por no hacer alarde, cierto que hasta donde le es posible, de la verdadera dimensión que tiene y lo que representa para aproximarse a conocer la realidad de El Burgo los últimos ciento y pico años. Porque José Vicente de Frías –el Balsa para sus amigos de la Villa, que son muchos– conoce como buen burgense los intrincados vericuetos de la vida de El Burgo y de sus gentes hasta constituir una referencia de primer orden avalada por su dilatada y prolífica trayectoria que le consagra, con probable seguridad, como uno de los más cualificados eruditos vivos con que cuenta la provincia de Soria y la historiografía soriana hasta ser un auténtico lujo del que hubiera sido, en el mejor de los casos, un despropósito haber prescindido a la hora de abordar un proyecto de la envergadura del que nos ocupa. Por lo demás, el libro sobre “Las Bandas de Música de El Burgo de Osma” es una verdadera joya bibliográfica que se proyecta bastante más allá del contenido que pueda sugerir el título. Pues apoyándose en el rigor de los datos históricos que ha rescatado de archivos y hemerotecas, José Vicente de Frías, ha aprovechado la oportunidad para construir una crónica festiva y, en muchos casos, social, y hasta el árbol genealógico de buena parte de la sociedad burgense fruto de la riqueza contenida en las abundantes notas con que ha ilustrado el texto, a nuestro juicio puede que uno de los grandes valores, si no el que más, de la publicación. Con este hilo argumental, el autor, ofrece infinidad de datos que arrancan con la aparición de la que tiene la consideración de primera Banda Municipal y llegan hasta nuestros días. A través de una estructura muy definida, y de fácil acceso y comprensión para el lector, investigador o simple curioso, José Vicente de Frías deja constancia detallada de las agrupaciones musicales o de índole semejante que han ido surgiendo en El Burgo a través de los años, como asimismo de los avatares, incluida la desaparición, por los que ha pasado la Banda Municipal –en los años de la Guerra Civil y durante un tiempo, Banda de Música de FET y de las JONS–, y de profusión de datos relacionados con la composición de las plantillas y sus directores, uniformidad, instrumentos, remuneración de los músicos, y, por abreviar, de muchísimas de sus actuaciones –si es que no todas– en las celebraciones festivas, tanto da que hayan sido civiles, religiosas, políticas, sociales, taurinas o deportivas, además de en las grandes citas de la Villa, conformando un listado que, intencionadamente y por innecesario, se omite a fin de no abrumar a quien se pueda sentir interesado por la obra. Del mismo modo que ofrece abundante información acerca de la presencia de otras formaciones foráneas –es el caso de las bandas militares, muy de boga en tiempos pretéritos en las fiestas mayores de las villas y ciudades– que, por la más variada casuística, fueron requeridas por las respectivas corporaciones municipales en momento puntuales. Estamos, en definitiva, ante una gran obra, producto de un trabajo riguroso de José Vicente de Frías Balsa –al que no podemos por menos que agradecer su esfuerzo y dedicación–, que viene a enriquecer la de por sí vasta bibliografía sobre El Burgo de Osma sin que deba faltar en la colección de cualquier burgense que se precie, estudiosos o, simplemente, interesados por las cosas de la villa episcopal.
Joaquín Alcalde
Epílogo Una banda de música, en principio, no es otra cosa que una agrupación de instrumentos de viento y de percusión. Pero una asociación musical de este tipo, y de cualquier otro, está compuesta por hombres y mujeres, con su propia historia y circunstancias cada uno de ellos. Además, una banda de música es testigo, y no mudo precisamente, de todos los acontecimientos de relieve que se ocasionan en el lugar del que depende. Fiestas religiosas; eventos taurinos; pasacalles; bailes de todo tipo, populares y de raigambre local; en fin, todos aquellos festejos en los que participa el pueblo, u otros, más solemnes, a los que la banda municipal es convocada por el hecho de serlo. La historia de cualquier institución, formación o, como el caso que nos ocupa, la de la Banda de Música de El Burgo de Osma, es el relato, a poder ser documentado, de las vicisitudes y acontecimientos de la formación o institución a historiar. Se puede ir más allá, que es lo que ha hecho José Vicente Frías Balsa en este estudio, y es relacionar los acontecimientos de la banda con la propia historia de El Burgo de Osma. Es lo que se espera de un investigador minucioso, rozando la perfección, como es él. Así que se puede decir, sin temor a equivocarse, que lo que está es, aunque todo lo que sea no esté, que lo dudo. La historia comienza en 1825, mucho antes de la fundación de la banda, con el fin de situar al lector en quiénes amenizaban sus fiestas y acompañaban sus procesiones cuando la institución historiada no existía. Era la Orquesta del Hospicio la requerida para capeas, con motivo del nacimiento de Alfonso XIII, y otros eventos. Hasta 1906 no se encuentra la primera referencia a la creación de una Orquesta Municipal. Dos años después actuó con motivo de la visita de la infanta Isabel de Borbón, popularmente conocida como “la Chata”, al girar esta visita a la villa episcopal. En esta publicación el lector encontrará un importante anecdotario disfrazado de Historia, o al revés, como la desaparición de un cornetín. O los negocios generados por la Banda de Música, por ejemplo el kiosco del paseo del Carmen. O el más desagradable de la subasta de los instrumentos cuando, en el año 1918, la agrupación llegó a desaparecer. Muy interesante resulta el repaso a los medios de comunicación de la época, en especial el Eco de Uxama. La formación de las distintas corporaciones municipales, en cuanto a la relación que sus miembros han de tener, necesariamente, con una institución que depende de ellos directamente. Baste decir, finalmente, para reforzar la opinión de que esta Historia de la Banda de Música de El Burgo de Osma, es mucho más que eso, que sólo el primer capítulo de ella se complementa con ciento cuarenta y cinco llamadas, o pies de página.
Isabel Goig |
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