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CAMINAR SORIA Caja Rural de Soria |
Como González Sainz, también agradezco que las fotos vengan sin música, eso da lugar a que cada uno ponga la suya –si quiere-. Cuando abro un libro de fotos de César Sanz me viene a la mente música sinfónica y universal con el volumen bajo, nunca algo folklórico, ni voz, no sabría explicar el porqué. “Ver lo que está ahí, ante nuestras narices, no es tan fácil, y menos ponerse de acuerdo sobre lo que es. Por eso nunca serán muchos los ratos que dediquemos a observar con detenimiento el silencio de las fotografías, a oír el goteo de nuestra memoria en la luz de las superficies y los rostros, de las perspectivas y los espacios”. “Traer las cosas (señalar la belleza)”, J.A. González Sainz. Una lleva muchos años caminando Soria, paseándola, tratando de verla en distintos matices, diferentes luces, y llega el fotógrafo y capta concreteces a las que una nunca le hubiera otorgado belleza alguna, y tenues delicadezas que han pasado desapercibidas. Y se da cuenta de que Soria es esa fuentecilla que cada año acaba medio destrozada en las fiestas de San Juan, y la ardilla familiar y ya domesticada. Las sombras de los soportales y las hermanas clarisas, medio avergonzadas por verse retratadas. Tanto despotricar contra la barbarie del ladrillo, y resulta que aún quedan casas modernistas para fotografiar y claroscuros por donde paseaban los galgos de los hidalgos. Cosas sencillas, como el taller de zapatería –ya no está- y chocantes, como el número 22 en ladrillo ¿de Talavera? entre las arquivoltas de una iglesia románica. Y más sombras, y el puente de madera medio desvencijado en el que no se fija nadie más que el fotógrafo, que encuentra, en esos tablones sobre el agua con reflejos, la belleza justa para ser inmortalizada. Nieve y contraluces, el hombre del paraguas, la mendiga, la musulmana con su velo y la anciana solitaria y sonriente, con el bastón entre las manos, rodeada de flores rojas. Todo eso y mucho más es “Caminar Soria”, de César Sanz Marcos, el Fotógrafo. “Ir de acá para allá en Soria es, además de acabar frente al río de Castilla, mirar al cielo, ese techo azul intenso contra el que se apoyan las estatuas, contra el que se delimitan las esculturas de formas angulosas, contra el que se definen los nidos de las cigüeñas y se recortan las viejas casonas, contra el que los más nimios objetos y formas toman cuerpo, contra el que se crecen los nuevos edificios o se anudan las farolas bajo un mar de nubes”. Carme Muñoz Gimeno: “Los pasos del fotógrafo”. Isabel Goig |
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