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DE LA ESCUELA A LAS "AULAS" Agustín Munilla
Concejalía de
Servicios Sociales del Ayuntamiento de Soria |
Al señor Agustín Munilla, un joven de 86 años, le ha hecho el prólogo del libro que recoge sus vivencias, su hijo, Rafael Munilla Lasanta. “Mi padre, me lo ha contado tantas veces, dejó de ir a la escuela a los diez años (…) me figuro con claridad a mi padre, zagal de diez años, por la solana, por los frontales y las cuerdas de nuestro pequeño pueblo de tierras altas (…) En los sesenta, los de mi pueblo también nos vinimos a vivir a la capital. Nada ha trastocado tanto la vida de los españoles desde la guerra hasta hoy como este éxodo masivo”. Agustín Munilla es del precioso pueblo de Camporredondo, por donde un río, el Hostaza u Ostaza, según quien lo escriba, alegra las casas de piedra y da vida, antes de ir a desembocar al Cidacos, a hierbas, árboles y animalillos, entre los que, años atrás, se encontrarían los que cuidaba Agustín. A nosotras, que nos gusta tanto hablar con las personas mayores, encontrarnos con esta publicación, que don Agustín nos ha dedicado con cariño, nos parece sentarnos a escucharle, como tantas veces hemos hecho, en el poyo de la casa, caralsol, a la orilla de una fuente, o en el atrio de una pequeña iglesia rural, con otras personas que nos han dado lecciones de vida. Pequeños relatos y poesías recuerdan los ritos, tradiciones, y también la vida diaria de Camporredondo. Dura en ocasiones, esa vida, donde el tener una zambomba para Navidad era algo deseado, una zambomba que, dice Agustín, de confeccionaba con un viejo bote de conservas, un trozo de pellejo pelado de oveja, una cuerda, un alfiler y una paja de centeno. Agustín fue cartero, ser cartero rural no es ninguna tontería, antes, “Era el portador de toda noticia que viniera de fuera, el único medio de comunicación: no existía el teléfono, ni la radio, y mucho menos la televisión; por eso se sentía un tanto importante”. Recuerda Agustín el día 22 de julio, fiesta de Santa María Magdalena, patrona de Camporredondo. La hoguera, alrededor de la cual se bailaba por la noche. La enramada. Vestir el ramo. El obsequio de anís y pastas por parte del Ayuntamiento. La petición de “aleluyas”. Correr el rosco. La suculenta comida del día grande, a base de recentales, cabritillos y pollos. Nosotras, de tanto escuchar estos “ilorios”, parece que hemos vivido el mundo rural de mediados del pasado siglo. La delicada pluma de los 86 años de Agustín Munilla, narra excursiones, convivencias, experiencias en las aulas, y poemas. Este hombre lleno de vida, activo miembro de las Aulas de la Tercera Edad, hace teatro, acude a excursiones, participa en películas –secundario en “Los ojos verdes”, película basada en el relato de Gustavo Adolfo Bécquer- y da lecciones, con su forma de vivir, de ilusión y sabiduría. DOS FUENTES
Hay en mi pueblo
dos fuentes,
Parece que
porfiabais
Sobra el cloro
en vuestras aguas,
Nadie se acerca
a tomar
De cuando en
cuando yo os veo Isabel Goig |
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