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EL AZUL Jaime del Huerto Edita: el autor |
DEDICATORIA A los paseos por La Arboleda; a los bancos de La Arboleda - ahora ya no quedan -; a las noches de Luna llena; los charcos de la calle; los fuegos que hacíamos para quemar tantas estupideces; a Garfunkel, sobre todo por aquel disco inolvidable que Pablo perdió cuando venía de Madrid con su moto jugando a adelantar el viento; a la Plaza Mayor de Madrid y a cuantos han soñado en ella - me acuerdo de una tarde en que te pregunté si estudiabas inglés y de repente desapareció la estatua aquella del caballo y el rey y ...-; a María y sus flacas mujeres en blanco y negro, sus cartas manchadas de vino y sus universos particulares; a Mari Tere y la distancia -¿queda muy lejos Salamanca?-; a José Mari y la filosofía; al suelo de saco de la buhardilla y a un cuadro de entonces con dos mujeres sentadas: una de azul, otra de rojo; a otro cuadro en que se veía un hombre viejo acurrucado junto a un árbol, no, dos, como manos abiertas; al espejo roto que había entrando a mano derecha; a la chica aquella de pelo colorado y voz a la francesa que... verdad que nunca olvidaremos San Pascual, los cuatro, Pink Floyd, el baile de la Plaza...; a Pura y sus sonrisa; a Barcelona y a Roberto, que me enseñó a comprenderla mientras vendíamos corbatas, discos y pantalones; a los claveles de Las Ramblas, que me enseñaron a amarla; a Neus y a Inés, tan diferentes, tan catalanas, tan importantes en aquellos momentos; a Josep, que me hablaba de Ibiza mientras se vaciaba la botella de yerbas ibicencas; a Jaume Sisa, que nunca conocí, pero de quien sé tantas cosas, recuerdas, porque tú me contabas estoy y lo otro caminando junto a la Catadral; a Miguel; a Chelo, que tantas cosas sabe de este libro; a aquella película que se llamaba Luna de Papel, me parece, que vimos tantas veces y que luego comentábamos casi llorando, como tontos; a Pablo Neruda e Isadora Duncan, aunque se hayan muerto, es cierto que se fueron?, quién baila, entonces, cada noche al borde de las olas, quién grita hasta el delirio y proclama la magia de los cuerpos?; a Felipe, que sigue pensando cada año en revivir la Peña El Entusiasmo; al papel de flores rojas, anaranjadas y blancas que tenía antes en mi habitación; a Janis Joplin, que también dijeron que murió, pero que nos cantaba canciones maravillosas por las tardes y que un día se dejó fotografiar contigo, tú llevabas puestos los auriculares y como no me oías yo te gritaba: un poco más a la derecha para que salgan esos libros y tú como si nada, sí, también Janis es parte de esta historia; y qué decir de la ventana de tu casa, cuando la luz se apague me estará esperando abajo, y de cuando llamabas o no llamabas a la puerta, y del libro. No encontré rosas para mi madre... y de tantas, tantas otras cosas. Pero sobre todo, este libro es para tí y para tí, para tí también, para vosotros, que hicistéis - que hacéis - nacer aquellos sentimientos y luego estas palabras. © Jaime del Huerto Algunos Dibujos y Poesías del libro Ficha del autor |
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