Novela, que no colección de cuentos, considera el autor soriano nacido en Ólvega, su último libro, La casa del corazón, editado por el Centro Soriano de Estudios Tradicionales en su colección Cosas de Soria y presentado el pasado mes de junio en su sede de La Rubia.

Manuel Villar Raso, profesor en Granada después de haberlo sido en numerosas universidades extranjeras, comenzó a publicar hace más de 25 años (su primera novela, Mar ligeramente azul, fue ya finalista del Nadal en 1976) y estuvo a punto de ganar el premio Planeta con sus "Comandos Vascos", que fue plagiado por el ganador, antecedente de un uso vergonzoso que ha ido difundiéndose cada vez más en los ambientes literarios, por desgracia.

Con prólogo de Avelino Hernández Lucas, La casa del corazón es una colección de estampas que narran la vida de un niño olvegueño de la posguerra, con algunos episodios bastante fuertes y otros teñidos de poesía y nostalgia. Villar Raso se ha apartado ocasionalmente de la temática africana, que parece ser la que ha venido preocupándole en los últimos años, para cumplir con una vieja deuda.

En efecto, desde Las españas perdidas, donde narraba la aventura de Djuder Pachá y los moriscos españoles trasterrados al norte de Africa, Manuel ha regresado una y otra vez, en lo literario y en lo personal (es un gran viajero) a sus queridas rutas africanas. Recordemos Donde ríen las arenas, Las ciudades perdidas de Mauritania, El color de los sueños y esta última La mujer de Burkina.

Con La casa del corazón no es sólo Ólvega, sino toda la Soria fronteriza con el Moncayo y Aragón la que asienta un status literario indiscutible y, por extensión, toda la provincia, aunque es cierto que nuestro autor venía publicando cuentos de temática olvegueña, sobre todo en la revista ABANCO/COSAS DE SORIA.

Traductor de Whitman, Villar Raso confiesa las influencias de Hemingway y Faulkner entre otros.

José Vicente Pascual en el IDEAL DE GRANADA, le llamaba hace unos días "el mejor de nuestros novelistas vivos" (él lo decía con respecto a Granada, pero podría decirse también aquí) y añadía:

"Hace año y medio publicó su magistral El color de los sueños en la editorial Planeta, empresa que mantiene hacia Villar una sanísima mala conciencia desde que un tal Zaragoza copió diligentemente sus Comandos Vascos, para convertirla en el curioso premio que cada año regala don José Manuel Lara a quien le apetece, no en vano el dinero es suyo. Cosas más raras se han visto. No tan raro es que Villar, siguiendo la costumbre y usos de los grandes de la narrativa, decida publicar en una editorial minúscula y soriana sus memorias de la infancia, La casa del corazón, novela que obsequia la mejor prosa castellana de las últimas décadas. Puede que esté exagerando, pero esto no seria raro sino simplemente un exceso de pasión por la obra apasionada de un hombre apasionado por la vida (...) obtiene el galardón "Casino de Mieres", premio literario de muy honda tradición y prestigio, y limpio y muy decente, tan decente como para que Villar se haya hecho con él. Si el "Casino de Mieres" fuese un certamen amañado se lo habrían concedido a Lucía Etxebarría y su última novela, la que piensa titular, creo Sexo, tortillas y más sexo y la mitad de la población de Coslada son hombres, si lo sabré yo.

El pasado 8 de junio, en La Rubia, literalmente no cabíamos en las reducidas dimensiones del local y arropado por el cariño del público, entre el que abundaban vecinos de Ólvega, periodistas e incluso alguna que otra "autoridad", el autor explicó las circunstancias de la génesis de este libro y su propósito.

Aunque tal y cómo aclaró no es una traslación literal de lo que era la Ólvega de la posguerra, sino un testimonio en todo caso literario, recreado narrativamente, lo cierto es que Ólvega y Soria por extensión le deben un reconocimiento a este escritor que, como dice Avelino en el prólogo, ha construido una obra contundente, "que va directamente al cuajo de la sensibilidad, que ni tiempo tiene de reaccionar, noqueada".