Desde que Emilio Ruiz publicara en el primer SAAS sus Estudios Económicos de la Provincia de Soria (1965) ha llovido ciertamente mucho y en consonancia mucho han cambiado las circunstancias de esta provincia de nuestros pecados.

Uno, a estas alturas, no deja de pasmarse por la capacidad que tiene esta tierra para despreciar lo propio y alabar lo ajeno. Y viene esto al caso no por un nemo propheta in patria de circunstancias sino por el contraste elocuente entre esta obra sólida y bien tramada, fruto de una capacidad de observación y de estudio hiperbólica, y las pantagruélicas cantidades de chorradas que sobre la re económica soriana vienen vertiendo algunos, especialmente los expertos y expertas de pacotilla que algunos traen de higos a brevas para explicarnos qué nos pasa o qué debemos hacer...

Sin duda uno de nuestros males es este papanatismo de beocia admiración por lo que tiene el marchamo de lo capitalino, como si de fuera pudieran venir a solucionar nuestros problemas. Unos problemas que, como puede verse en este libro, son muy graves, de una profundidad estructural,casi diría yo que geológica y que subsisten pese a la cotidiana prestidigitación de la clase política.

La realidad es tozuda, y en cuanto a indicativos económicos o poblacionales, de una terquedad desoladora. Son inercias mayúsculas que toda la cháchara de los medios de comunicación o toda la palabrería de los políticos son incapaces de alterar ni un grado.

Los políticos han debido de darse cuenta, y en eso son verdaderos maestros, que es mucho más fácil disfrazar la realidad y "venderla" que transformarla aunque sea un poco.

Y no es que no pueda transformarse, pero para ello lo primero es reconocer lo que pasa y luego ponerse manos a la obra. Aquí nunca hemos terminado con la primera fase.

En los años sesenta, en aquel primer volumen de Emilio Ruiz, se recogían datos estadísticos de las provincias castellanas, incluidas Santander y Logroño. Esta última, aunque no en tan grave medida como Soria, presentaba índices preocupantes de marginación y despoblación. La tendencia duró en los setenta, y no presagiaba nada bueno. Deberá juzgar el lector con sus propios datos el cambio espectacular subsiguiente a la obtención de la autonomía uniprovincial que ha llevado a la vecina comunidad riojana a encabezar los índices de prosperidad de España durante varios años. Este "milagro" es precisamente el que aquí no se produce, sino que todo continúa agravándose durante los 80 y 90. Para comprender cómo hemos llegado aquí hay que leer este libro, sobre cuya importancia y oportunidad es difícil exagerar.