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LA CHARCA DE LOS ENEBRALES
Eutiquio Cabrerizo Edita: Ediciones Tantín |
Pruebe usted a prescindir de los adjetivos en un poema, de las valoraciones que unen la historia, de los cuencos vacíos donde se ha de verter el saber. Si lo consigue estará preparado para una aventura insólita: la recreación del mundo desde otra estética, inéditas percepciones y angustiosos ensayos para saciar el afán de conocer. Preferiríamos no ser tan bruscos pero la adaptación al medio lo exige. Tome esta rama seca, larga y desnuda y protéjase con ella, porque una vez traspasado el umbral intitulado - "La Charca de los Enebrales", la luz dejará de teñir y enlazar las cosas y los seres sobre una sola cara. En un pueblo de la provincia de Burgos nace el protagonista de esta narración hacia el término de los años 50 de este siglo. Su infancia es un escrutar de arcaísmos y diferencias, de entre las cuales la pérdida de la visión condicionará todo sentido, en un ambiente rural y casi mágico. La biografía intrahistórica prosigue con el proceso educativo y su culminación en un puesto de trabajo del que un accidente devuelve al personaje princípal al orígen de su discurrír pero con toda su experiencia. La obra está anclada por medio de un hombre que relata su vida de manera sencilla, ordenada cronológicamente y sin caer en la tentadora argucia de reencarnarse en lo vivido y pretérito cuando se escribe desde el presente. Sonidos, volúmenes, aromas, complejas percepciones sensoriales y sobre todo la infinita capacidad de la palabra, tejen una malla donde la gravidez y espanto del metal y el vidrio se alternan sorpresivamente con la sensualidad de la madera y la fecundidad del barro, primero en antagónicos espasmos, luego disonancias del entendimiento y finalmente armonía del devenir. Cada cual está trágicamente aislado pero necesariamente unido por el sordo transcurrir del gran experimento general que es el mundo. Nosotros, los ensayos, tenemos la vida y la voz para intentar e inventar algo. Podría entenderse de lo dicho que la "agonía" es cuanto surge de estas tinieblas donde los ciegos se aferran a tablas de abstracciones en el gran naufragio universal. Nada más lejos, cada uno es juez de lo que en él está y se siente parte de un todo al que no aspira a dominar sino a concertar. Preciso es decir que el autor de esta novela, de contrastado valor a través del primer premio del concurso literario Tiflos en su edición de 1999, Eutiquio Cabrerizo Cabrerizo, nació en una pequeña localidad soriana, un día del mes de diciembre de 1953. Actualmente reside en la ciudad de Santander, donde goza de trabajo, y reconocimiento y estima por quienes así pueden obras. Finalmente, estimado señor, sin ánimo de alarmarle debemos advertirle de que en "La Charca de los Enebrales", se habla de usted. La roca impura y asimétrica que representa no se exfolia en espejuelos de mica blanca bañados por el antifaz homogéneo de la luz unidimensional que atrapa los rostros con un mohín bobalicón, sino en absorbentes y sutiles láminas de pizarra con tacto sedoso, aroma acre al tiempo que sereno y un eco de pisadas sobre la maleza que ondean a merced del cambiante viento mientras un átomo de calor nos llama desde la inmensidad: la fuente de lo humano. © J.A. Ferrero Blanco (del prólogo del libro) Primer capítulo de La Charca de los Enebrales Ficha del autor |
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