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CARTAS MUERTAS
Carmelo García Encabo, Reyes Juberías
Hernández
Edita:
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"Por casualidad, siempre el maldito o bendito azar, mi trabajo me llevó hasta una pequeña aldea hace ya más de diez años, Benamira, y allí, en su improvisado consultorio médico, rescaté de un viejo saco de arpillera un fajo de cartas que junto a otros papeles arrugados esperaban el fuego de la estufa. Mi manía de revolver en los desechos ajenos (Freud me acusaría de no haber superado la fase anal) me deparó la sorpresa de una documentación que no valoré en un principio("¡Bah!, son sólo cartas")." Esta documentación que Manrique, en un principio, despreció, dio como resultado el volumen que comentamos. Dividido en cinco apartados, naturalmente la parte sustanciosa, o fundamental, es la referida a la reproducción de parte de las cartas encontradas en una saca de correos, sin repartir, sin que se sepa la causa, escritas en 1942. El tema no puede ser más sugestivo.Y si en cada texto, además del tema siempre está el asunto, en este caso encontramos tantos asuntos como cartas o extractos de ellas, hay publicados en este volumen. Así, manteniendo a veces la ortografía con que fueron escritas, el lector podrá disfrutar con ellas, viviendo, de paso, ese momento histórico e irrepetible –como todos- de nuestra pequeña historia provincial. Además, como resalta Manrique en el prólogo, se encontrará con un personaje –entre otros más anodinos- merecedor de detenimiento, como es Nemesio, exiliado durante la Guerra Civil. Sin despreciar la parte de morbo que contiene todo aquello relacionado con la vida, más o menos privada, de los demás. Con todo y ser esta la parte fundamental, resulta interesante los otros apartados: la vida rural en la posguerra, el comentario filológico llevado a cabo a partir de la lectura de las misivas, y un muy interesante apéndice donde se recogen las noticias coetáneas a la escritura de las cartas. © Celia Duañez 
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