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EL CABALLERO ENCANTADO Benito Pérez Galdós
Edición de Julio Rodríguez- Puértolas |
El Caballero Encantado fue escrita en el año 1909, y publicada, primero, en el periódico madrileño EL LIBERAL. Según el prologuista de la edición de 1979, El Caballero Encantado "es novela que ha provocado la inseguridad y el desconcierto en la crítica", debido al peculiar concepto del "realismo" sobre el cual Galdós ha montado su narración". La crítica a este libro fue, en su mayor parte, negativa. Quería verse en él la senilidad de un Galdós, quien, después de publicar El caballero encantado, remataría su obra más significativa: Episodios Nacionales. En otro sentido, se entronca esta novela con la obra de Cervantes. Toma, como el autor del Quijote, dos protagonistas, viajeros por las dos Castillas. La parte referida a Soria, desde Agreda a Calatañazor, pasando por Soria y Numancia, está apoyada en el Diccionario de Madoz. En todo caso, también debió recorrer en algún momento de su vida, antes de escribir el libro, esta tierra de Soria, ya que, infinidad de referencias espacio-temporales, hacen dudar de que sean extraídas, o literaturizadas, a partir de un Madoz, no muy árido, pero con las limitaciones propias de una obra planteada desde el dato, fundamentalmente. No resulta Soria y la parte de la provincia retratada, muy favorecida. Bien es cierto que por aquellas calendas de 1909 no debía aparentar esta tierra exceso de prosperidad, pero también lo es, que, otros autores, han reflejado Soria y Castilla en general, con más cariño, y, en todo caso, de forma muy parecida a otros lugares de la península. No es, Galdós, el único autor de la época que pinta a Castilla de forma más que peyorativa. Recordemos aquí a Rosalía de Castro. Especialmente duro se muestra con Matalebreras, de cuyo lugar dice "ser ignorante y farisón". Y no menos con Calatañazor: "Te lo cuento para que sepas que te saldrán enemigos en aquellas peñas y ruinas de fortalezas, donde lo menos temible es el sin fin de escorpiones y sabandijas que moran en ellas". De Boñices, lugar hoy casi deshabitado y, desde luego, sin ningún atractivo, dice: "A la entrada del pueblo, fu recibida la ilustre pareja por una lucida representación de chiquillos descalzos y andrajosos; por una corte de damas escuálidas, ataviadas con refajos corcusidos de mil remiendos ". El libro no deja de tener encanto. No en vano el autor es uno de los más representativos de la Generación del 98. No es que se trate de un libro de viajes al uso, y, además, tal vez sea necesario mirar aquella Soria desde una perspectiva distinta a como estamos acostumbrados; tal vez esta sea más real que aquella otra idílica, cantada por poetas, o por los propios e ilustres hijos de la tierra. © Isabel Goig |
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