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SORIA Gerardo Diego (*) Colección "El viento del Sur" |
Soria ha tenido cantores, su paisaje quedó grabado en la retina de hombres andariegos, que, por una u otra razón, recalaban en esta tierra; después, en la distancia que ya se sabe todo lo agranda- esos cantores plasmaron para siempre la impresión que esta tierra les había causado. Gerardo Diego fue uno de ellos, tal vez, junto con Antonio Machado, los dos más representativos, no tanto por las páginas que dedicaron a Soria, sino por su renombre. Si Machado captó más bien el alma soriana, sin olvidar por ello el envoltorio y sustento propiciador de ese modo de ser, Gerardo Diego hizo más hincapié en ese sustrato. Digamos que fue más amable. Machado contaba de grises alcores, mientras Diego poetizaba sobre el rubor de la rosa, pocas, en realidad, por estas tierras. Gerardo Diego nace en Santander, en 1896 y llega a Soria en 1920, como Catedrático de Literatura en el instituto Antonio Machado. El libro que comentamos, en rústica, dedicado "A mis amigos de Soria", agotado muchos antes de que cumplieran en estas fechas- el medio siglo de su edición, es una buena muestra de ello. El libro está dividido en cinco apartados. En el primero de ellos (1922-1923) Galería de estampas y efusiones, se detiene el poeta en la capital de Soria "Total, precisa, exacta. Soria: bien te aprendí". El segundo bloque (1923-1924), Nuevo cuaderno de Soria, continua el autor reflejando una Soria más urbana: las plazuelas, la estación, los trenes, y los retratos de tres ilustres sorianos: Mariano Iñiguez, Mariano Granados y Pepe Tudela. En el tercero, escrito entre los años 1929 y 1947, residiendo ya en su Santander natal "Desde el cántabro mar/también, como vosotros, subí a Soria a soñar"- , Gerardo Diego va recordando su clase, la vista desde el castillo, homenajea a Bécquer y a Dámaso Santos. Los dos siguientes apartados son referidos a la provincia: Cancionerillo de Salduero lugar donde residió -, escrito entre 1941 y 1943; y Tierras de Soria (1929-1947). Tal vez sea, el de Tierras de Soria, el más entrañable. El dedicado a las pinturas de San Baudelio de Berlanga, en alusión al robo cometido en ellas, que no fue tal, ya que legalmente fueron vendidas por los propietarios, vecinos de Casillas de Berlanga, es una pincelada, apenas acabada, de lirismo redondo. Falta incluir en el libro el delicioso poema dedicado a los gatos de Caltojar; ignoramos los motivos, pero creemos que, junto con el de San Baudelio, es de los más ilustrativos de la sensibilidad del poeta. Finaliza el libro con un poema, compuesto en 1946, y titulado El intruso, en el que el autor se pregunta por los motivos de su obstinación en cantar a Soria: "¿Por qué, dime, te obstinas/en cantar la ciudad que ya no es tuya?". © Isabel Goig Gerardo Diego en SENDEROS IMAGINADOS
(*) El libro que
aquí comentamos está agotado, pero podéis encontrar una edición muy completa de Soria
sucedida (1977) en Plaza y Janés. |
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