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EL BURGO DE OSMA Y SU CATEDRAL Ángel Almazán de Gracia
Editorial Sotabur |
Bajo el pie forzado de una guía turística, Angel Almazán ha destilado aquí el trabajo sosegado de muchos años, fruto, como decimos, de la pasión, no de la ocasión ni del "hacer por hacer". Y se nota. Se confiesa el autor a lo largo de estas páginas un enamorado de la ciudad episcopal. Él que no es creyente ortodoxo, aunque se mueve - este libro es clara muestra- dentro de una intensa espiritualidad. Obra - es importante- escrita con pasión y, todavía más raro, con "intención". Aletea por estas páginas la sombra ominosa de la intolerancia y la prepotencia, en este caso la del cabildo catedralicio que, con deportivos afanes dignos de mejor causa, se ha dedicado a sabotear sistemáticamente la labor del autor negándole todo lo negable. Quizá el lector sepa que está prohibido hacer fotos dentro de la catedral. Seguro que ignora que también lo está reproducirlas sin permiso del susodicho cabildo. Tanto es así que la parte iconográfica de este libro, ha tenido que recurrir a grabados del siglo pasado para ilustrar casi todo lo referente al interior de la catedral. En la década finisecular de Internet y la aldea global que nuestros mosenes sigan pretendiendo curiosas exclusivas sobre los "derechos de imagen" de algo que debiera ser, al menos, patrimonio de todos los cristianos (y de los demás a juzgar las generosas cantidades que la autonomía vienen invirtiendo en la catedral) es chocante. El autor ha querido, sin desdeñar el consejo o la orientación circunstancial y los aspectos más lúdicos, a los que se supone ha de ser sensible un viajero, sacar también a flote los contenidos ocultos de la historia y de la pequeña geografía, para que el visitante, sobre todo si, efectivamente, es "curioso e inquieto" pueda llevarse una imagen completa y fidedigna de la ciudad episcopal. Esto para decir que, evidentemente, se ha pasado como sobre ascuas sobre los aspectos más anecdóticos y los lugares comunes al uso. Pocos tópicos encontrará aquí el lector y hasta puede sucederle que, poco a poco, vaya descubriendo un Burgo de Osma completamente desconocido, pero no menos real que el que suele mostrársele al viajero en un primer vistazo, sin profundizar lo suficiente. Hoy que se escribe deprisa, sin amor, como por obligación, es agradable leer y releer este libro bien redactado, sin apresuramientos, que destila erudición y profundiza acertadamente en los datos. Hay aquí "voluntad de estilo" y aspiraciones a posteridad. © Andrés de Acosta Ficha del autor |
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