Entre
Letras y Bodegas |
El pasado 9 de abril nos encontramos en Ines parte de los componentes de la Revista Literaria La Pluma. El día fue espléndido también en lo meteorológico. Desde el merendero junto a la viña de Ellen y Carlos, las nubes, de algodón como Platero, protegían los troncos retorcidos de las cepas de las que, dentro de unos meses, colgarán los racimos para elaborar el vino del Círculo Magenta.
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para ampliar Allí nos reencontramos unos y nos conocimos otros, en un ambiente donde sólo cabía el comentario amable sobre lo que cada cual escribe, sobre los ámbitos en los que se mueve, y la bondad de los productos que Carlos Robredo, incansable, iba sacando de la barbacoa. Nada de la pedantería y el malsano cotilleo en los que se mueven determinados círculos cuyos componentes se autodenominan intelectuales, sin soporte que lo justifique.
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para ampliar Finalizada la comida, que fue acompañada por el vino de la bodega de Ellen y Carlos Aranda, cada cual leyó aquello que había preparado para la ocasión. Teresa Frías, Carmen Guíu, Isabel Goig, Elena Robredo, Carlos Aranda, Alfonso Bengoechea, Julio Pina, Javier Millán, Javier Nicolás y Carlos Robredo. Se leyeron también relatos o poesías de colaboradores a quienes les fue imposible asistir: Susana Maroto y Pedro Navazo.
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para ampliar Después visitamos la bodega de los Aranda, en el espacio que los vecinos de Ines tienen destinado para estos hipogeos maravillosos que los sorianos, acostumbrados a ellos, tal vez no valoramos en su justa dimensión. El moderno lagar donde se trabaja el vino del Círculo Magenta, es una casa en mitad del pueblo con habitaciones en la planta de arriba para que los socios de la bodega puedan pasar en ellas unos días agradables.
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para ampliar También visitamos la vieja escuela. Es cierto lo que dice un amigo mío sobre los pueblos, cuanto más bonitos son, mejor es y se comporta la gente que los habita. Por ello, los Aranda, al igual que mi amigo Miguel Ángel Rodríguez, se han puesto manos a la obra, a embellecer el entorno para hacer más agradable la vida. Son personas que reconcilian con esta tierra. Ellos, los Aranda, han convertido la vieja escuela en un museo para recordar tiempos antiguos, con la estufa, los pupitres, los mapas y los libros en los que las generaciones anteriores se formaron. Un magnífico día convocado por Carlos Robredo y Javier Nicolás, con Carlos Aranda y Ellen como anfitriones.
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