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LA SIERRA DEL ALBA Avelino Hernández Edita: Asociación Amigos de Avelino Hernández Soria, 2010 |
Cuando, hace más de veinte años, Avelino Hernández dejó plasmada la impresión que le causó la Sierra del Alba, en una publicación del mismo título, muchos sorianos, y otros que no lo eran, descubrieron también esa zona inmensa y sobrecogedora del norte de Soria. Podría pensarse que durante estos años aquellos pueblos se han cubierto para siempre con la maleza, y de ellos sólo queda el recuerdo. Curiosamente no ha sido así para todos. El Bretún de Avelino, el de la cigüeña y la anciana que cuidaban el camposanto, se ha convertido en un pueblo muy visitado gracias a las huellas de dinosaurios que enseña todavía Sara, con su particular forma de entender las eras geológicas. En Valdelavilla se habla inglés durante los cortos veranos de la Sierra. Sarnago lleva camino de convertirse en el más poblado de Tierras Altas, salvedad hecha de la cabecera de Comarca. Es, ya, referente cultural en la zona, donde se presentó, como cierre de actividades de un verano pleno de ellas, esta nueva edición de La Sierra del Alba. Otros en cambio –Bea, Acrijos, Valdemoro, Buimanco…- sí que, de momento, parecen perdidos para siempre. Aunque ¡quién sabe! Por otro lado, las asociaciones como PROYNERSO, y el Ayuntamiento de San Pedro Manrique, están inmersos en mostrar la Sierra, esa reserva antropológica y etnológica, a todo aquel que cada otoño quiera acercarse a algunos de sus pueblos para ver cómo se hacía el pan, o el queso, o se cataba la miel. O a exposiciones arqueológicas. En esa tarea destacan los sacerdotes de la zona y el arqueólogo Eduardo Alfaro Por empeño de la Asociación Amigos de Avelino, ve la luz una nueva edición de este libro singular. Pese a lo que decía más arriba, la Sierra del Alba sigue manteniendo todo el hechizo, la nostalgia, lo mágico, y lo tremendo a la vez, de aquella que visitara Avelino y que tan bien retratara. Las pequeñas pinceladas de humanidad son sólo eso, pero alimentan la esperanza de un futuro más próspero. Prólogo a esta edición A finales de los años 80 Avelino recorrió el sorprendente territorio en el noreste soriano donde se sitúan las sierras de Alcarama y del Alba. Descubrió así los pueblos abandonados que tanta impresión le causaron, lo que le indujo a recabar información para, no mucho tiempo después, escribir este libro. La Sierra del Alba fue publicada en 1989. Antes, en 1986, había aparecido Historia de San Kildán. Y en 1994, El día en que lloró Walt Whitman. Citamos los tres libros de Avelino Hernández porque tienen en común un tema que a él le conmovía de especial manera: los pueblos abandonados, las culturas derrotadas, desaparecidas, ya sea en la provincia de Soria, en las Islas Británicas o en Norteamérica. La trayectoria de Avelino, implicado siempre en temas políticos y sociales, le condujo a escribir literatura que destacara las desigualdades sociales. Avelino se anticipó a los tiempos desconfiando en el desarrollo depredador y acertó en valorar las culturas “perdidas” como un lugar en el que mirar para construir un futuro viable, como cita Fernando Cembranos, del Programa Culturalcampo que Avelino dirigió. La Asociación Amigos de Avelino ha creído oportuno reeditar este libro, toda vez que su edición se encuentra agotada, porque pensamos que este texto siempre tendrá vigencia y porque aún viven gentes que resistieron los últimos momentos del abandono de los pueblos de esa zona del norte de Soria. Uno de ellos, Sarnago, ha sido protagonista en La Sierra de Alcarama y El caballo de cartón, publicados recientemente por el escritor Abel Hernández, que relatan de modo espléndido su infancia en el pueblo. Y, porque, además, sus parajes son de una belleza espectacular, que impactan a todo el que los visita. La Sierra del Alba puede incluso servir de guía –si bien guía literaria- a viajeros que buscan un tipo diferente de turismo rural. El texto narra cómo el antropólogo austriaco Karl Adhel conoce en el transcurso de sus investigaciones la Sierra del Alba, territorio donde llegan a contabilizarse más de treinta pueblos abandonados en los últimos cincuenta años. Un azaroso recorrido por todos ellos le llevará a saber cómo y por qué abandonó cada uno de los pueblos la última familia o habitantes que resistió en ellos. © Teresa Ordinas |
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LA SIERRA DEL ALBA Avelino Hernández Edita: Luis Vives (Ala Delta) "Yo también he estado en la Sierra del Alba. A mi también me subyugó aquella desolación irreversible y tanta belleza agreste, abandonada. Todo está perdido. Las alimañas y la maleza virgen a la intemperie se han adueñado de los pueblos sin nombres y sin gentes... Pero yo sé que por las calles desiertas del pueblo abandonado vaga por las noches el llanto afligido de una mujer... Y los labradores que madrugaban para llegar temprano a la labor antes del amanecer - me han dicho- veían salir con el alba, de los sembrados, una mujer todavía joven que corría a ocultar en el monte el cuerpo frío del hijo muerto que llevaba en brazos. Iba llorando... Me levanto, y desde la ventana de la casa que hemos reconstruido escucho en silencio. Se siente sólo el rumor constante del viento en las encinas del monte y, en la fuente, el caer del agua. Pero yo sé que por las calles desiertas del pueblo abandonado vaga por las noches el llanto afligido de una mujer. Es la Sierra del Alba que llora porque no ha podido alimentar a sus hijos" © Avelino Hernández |
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