| 
 
       
		La Batalla de Osonilla 
		
		Hace unos días se cumplían los doscientos 
		años de la Batalla de Osonilla, que se circunscribe en el enfrentamiento 
		militar mantenido por España y el Imperio francés, presidido por 
		Napoleón, más conocido como Guerra de la Independencia, entre 1808 y 
		1814. 
		 pulsar para ampliar
 
		
		La batalla de Osonilla tuvo lugar en el 
		espacio entre el río Erice y el arroyo de la Francesa o Valdomingo, y al 
		frente de las tropas españolas –más concretamente de la 6ª División 
		creada en 1810- estuvo José Joaquín Durán Barazabal, de quien se dice 
		que nació en Cervera, suponemos que del Río Alhama, ahora perteneciente 
		a La Rioja, en 1775. 
		
		Argimiro Calama Rosellón, militar, en su 
		publicación “Historia de Soria (1808-1814)…”, se ocupó de esta 
		confrontación, a la que tituló EL COMBATE VICTORIOSO DE OSONILLA 
		(Soria). Estando el general Durán en Morón de Almazán, supo que una 
		columna de carruajes, protegida por los franceses, se había dirigido 
		hacia los pueblos de la Tierra de Berlanga, cuya villa ya había sido 
		saqueada con anterioridad, y puede leerse en cualquier tratado sobre 
		Historia de Berlanga, que las imágenes de la ermita de la Soledad fueron 
		quemadas para cocinar el rancho de los franceses. Durán mandó espiar 
		toda la operación, prepararla minuciosamente, y sorprenderles a su paso 
		por Osonilla.  
		
		El día 29 de noviembre de 1811: 
		 
		“la División soriana casi al completo de 
		sus efectivos operativos, avanzó por la cuenca del río Izana, 
		aprovechando la zona boscosa del pinar de Almazán a Tardelcuende y ocupó 
		una base de partida para en su momento lanzar el ataque, base que 
		podemos jalonar con gran probabilidad como la franja de terreno que por 
		el Oeste delimita el camino que unía Cascajosa con Tardelcuende –que 
		serviría como línea de coordinación para lanzar el ataque-, mientras una 
		unidad tipo regimiento de Caballería a través de Quintana Redonda tomaba 
		posición, desenfilaba de vistas desde el itinerario de progresión del 
		enemigo, ubicándose hacia los pueblos de Monasterio y La Revilla de 
		Calatañazor. El escenario de la acción, que se puede observar bien desde 
		el caserío de Osonilla, bien desde los puntos dominantes de los cordales 
		que circundan el compartimento por el que hoy discurre la carretera de 
		Fuentepinilla a Quintana Redonda, quedó limitado a la vaguada por la que 
		corría el Arroyo de la Francesa (o de la Francesada desde entonces), el 
		río Erices, el cerro Pardo y las suaves lomas que desde Cascajosa, 
		compartimentaban el Arroyo de Osonilla por el Este hasta rebasar el 
		caserío de este nombre”. 
		
		El convoy, pesado por el producto de la 
		rapiña, y por tanto desplazándose con lentitud, pasó por el desfiladero 
		(portillo) de Andaluz, donde los franceses temían una emboscada, pasó 
		por Fuentepinilla, y al hacer un alto para comer y descansar, Durán 
		decidió el ataque 
		“desde tres direcciones en coordinación 
		de convergencia –dos desde el cordal de Cascajosa al Este y una desde el 
		pueblo de Monasterio al Oeste, y así ordenó atacar simultáneamente en 
		una maniobra convergente precedida previamente de una marcha parcial de 
		flanco, logrando una sorpresa táctica total: la caballería de Durán 
		mandada por Amor salía de todas partes sobre los flancos del convoy 
		francés”. 
		
		El resultado del ataque fue la baja para 
		el enemigo de 600 personas, casi todos prisioneros, y la captura de lo 
		que habían rapiñado. 
		“La victoria soriana del 30 de noviembre 
		de 1811 fue trascendental, por el volumen de los efectivos implicados 
		por uno y otro bando, así como por las disposiciones tácticas adoptadas 
		por la División soriana y por los resultados alcanzados, también por la 
		incidencia sobre la moral de los combatientes…”. 
		
		Argimiro Alcalama Rosellón. “Historia de 
		Soria (1808-1814): sociedad y vida, fastos y gesta, desastres y 
		expolios”. 2004. Página 250. 
		
		Antes de esa batalla, Osonilla tenía su 
		lugar en la Historia, y aunque no tenga relación con la lid, diremos 
		que, según Lopearráez, Tomo III, pág. 224, de su “Historia de la 
		Diócesis de Osma”, Osonilla fue de señorío desde 1286, por la donación 
		que hizo el rey Sancho IV al alcalde de Soria Pedro Martín de Soria, de 
		ese lugar, en agradecimiento de haberle presentado la espada Colada, que 
		fue del Cid y de un rey de Aragón. Dado en Toledo, 24-12-1286, 
		confirmada por su hijo, Fernando IV, en 1302: “… por hacer bien e merced 
		a Pedro Martín de Soria, nuestro alcalde, e por el servicio que nos fizo 
		señaladamente porque nos dio a Colada Espada que fue del Cid e del Rey 
		de Aragón, dámosle Osonilla, aldea que fue de Soria, con los pobladores 
		que hi oy son e serán de aquí adelante (…) e con otras cosas anejas al 
		señorío de ella”. 
		
		Encontramos este señorío, en el Catastro 
		del marqués de la Ensenada (s. XVIII), en poder de Juan Fernando de 
		Uriarte, de Vitoria, por marido de María Luisa Cereceda y Billanueva. 
		Los Cereceda fueron importantes mesteños, cuya raíz se encuentra en 
		Tierras Altas de Soria, y podrían haber sido propietarios de pastos en 
		la zona, si tenemos en cuenta que pasa por delante del caserío de 
		Osonilla una vía pecuaria. 
		
		Con el tiempo pasaron a ser propietarios 
		los barones de Velli, título concedido en 1580, en Flandes, a don Felipe 
		de Quintín Noyelles, señor de Billy, rehabilitado en 1917 por don Juan 
		de Nárdiz y Oruña. Según el elenco de grandezas de 1993, era entonces 
		barón don Enrique Nárdiz y Bernaldo de Quirós. 
		 pulsar para ampliar
 
		
		Como decíamos al principio, el pasado mes 
		de noviembre se cumplieron doscientos años de la batalla. Dos románticos 
		sorianos, Miguel Angel Rodríguez y Angel Luis Martínez, quienes ya han 
		dejado buenas muestras de su quehacer artístico en Pedrajas, decidieron 
		conmemorar este hecho histórico, y diseñaron una escultura en hierro, 
		donde pueden verse a dos soldados, uno español y otro francés, 
		estrechándose las manos. La han titulado “Paz en Osonilla”. En la parte 
		trasera del monumento, Javier Pérez, “Ferrus”, ha ilustrado el mapa de 
		la batalla. Por otro lado, el alcalde de Tardelcuende, Ricardo Corredor, 
		siempre presto a apoyar cualquier iniciativa que engrandezca su pueblo 
		–véase si no el empeño por revivir la actividad resinera-, se entusiasmó 
		con la idea y, junto con los pueblos de Cascajosa y Osonilla, agrupados 
		a su Ayuntamiento, y cuyos representantes se encontraban presentes, 
		financiaron la idea. Francisco Barranco, gran conocedor de la historia 
		de Tardelcuende, explicó la batalla y puso la nota histórica y literaria 
		de la jornada. 
		
		Un atractivo más para este pueblo 
		pinariego, donde vieron la luz dos ilustres sorianos, Juan Antonio Gaya 
		Nuño y Bienvenido Calvo, y que ha sabido valorizar sus recursos 
		naturales y, también, los culturales. 
		 ampliar foto del web del Ayuntamiento de Tardelcuende
 
		© 
      	soria-goig.com |