Rafael
de la Rosa
Pintor
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El estudio del pintor
Visitamos a Rafael de la Rosa en su estudio, junto a José Mari
Carrascosa. En la carretera de Logroño de la capital soriana, el pintor
tiene su taller. Es allí donde, delante de un lienzo en blanco, comienza
a dar vida a cualquier instante del mundo rural soriano, al paso de
Antonio Machado por Soria y sus paisajes, o a los perfiles y frentes de
quien en ese momento haga de modelo. Es su taller como un templo del
Arte donde se muestran no sólo óleos, carboncillos, grafitos o
acuarelas, si no también alguna escultura que, como todo, sale de sus
manos.
Domina con fuerza, en cualquiera de sus manifestaciones artísticas, el
mundo rural soriano, tan duro y tan cercano. No en vano son muchos los
pinceles desgastados, los grafitos convertidos figuras, momentos y
costumbres de ese mundo rural que acabará desapareciendo. Hemos escogido
cuatro dibujos, a modo de muestra, que definen cada uno de ellos, y los
cuatro juntos, ese mundo.
La mujer “Limpiando anchoas”, sobre el poyo, a la puerta de la casa, ese
banco de piedra o madera, que tanto sirve para limpiar el pescado
(seguro que cerca hay una fuente), como para desplumar un pollo, tomar
el sol o la fresca, o pegar la hebra con las convecinas recordando
viejos tiempos o cuestionando la buena o mala moral de cualquiera de sus
convecinas, siempre mujeres y casi siempre la mala preferible a la
buena.
“Repitiendo camino”, la mujer, ronzal en mano, pañuelo a la cabeza, saya
y delantal, toma el camino de la huerta, por ejemplo, una y otra vez,
todos los días de su vida, necesite o no sus cuidados ese trozo de
tierra, siempre la más fértil y bien cobijada, que dará frutos para
alimentar a la familia. Los más apreciados, los repollos o grumos para
el cocido de invierno.
“Bebiendo de la bota”, el hombre, cubierto con boina, se toma un respiro
en su actividad o, sencillamente, echa un trago de esa bota bien curada,
casi negra de soportar apreturas sin que ni una sola gota caiga en otro
lugar que no sea el gaznate al que va dirigido.
Y, por último, la “Partida de cartas”, el no va más del mundo rural, una
actividad que ni debe, ni puede interrumpirse. El cinquillo, el julepe,
la brisca, el guiñote..., con alubias o centimillos (antes perrasgordas),
son las formas preferidas de pasar las tardes, en la acera o en el
portal de alguna de ellas. Los hombres en el bar o en el centro social.
Un a modo de trasnochos trashumantes.
Decenas, incluso cientos, de escenas rurales costumbristas, han salido
del lápiz, la imaginación, la experiencia y la sensibilidad del pintor
De la Rosa. Unas escenas que, tal vez, dejemos de ver en pocos años. Y
esto que ahora miramos con ojos cansinos, sin darle importancia,
nuestros nietos lo buscarán como nosotros hacemos con un trocito de
cerámica que nos transporte a épocas lejanas.
Ha llegado también a nuestras manos, nueve años después de ser editado
por Ochoa, una publicación que el Ayuntamiento de Soria encargó con
motivo del centenario de la llegada de Antonio Machado a Soria. Son
versos dibujados, tras ser captados por la sensibilidad de Rafael de la
Rosa. Y bocetos a grafito para cuadros, una vez más el mundo rural.
Entre las páginas a color, entre escenas rurales que poco tienen algunas
de bucólicas, un escrito publicado en Heraldo de Soria, el 18-3-2003,
que reproducimos por el indudable interés que, a día de hoy, tiene. Se
trata de la ubicación real del olmo al que Machado le dedicara un poema
que, más tarde, el cantante Joan Manuel Serrat hiciera más conocido, o
más popular.
soria-goig.com, 2016
El
pintor Rafael de la Rosa
En algún papel hemos leído que
el pintor soriano Rafael de la Rosa presenta, a lo largo de este mes de
septiembre, en el Palacio de la Audiencia, la que será su última
exposición. Tal vez sí, tal vez no. Estamos seguras de que nunca Rafa de
la Rosa dejará de pintar. Uno se jubila de aquello en que trabajaba para
seguir adelante en la vida, nunca de su verdadera vocación, y la de este
pintor soriano es llevar a los lienzos su particular visión del mundo
rural en particular y soriano en general.
En la presentación del catálogo
de esta exposición, Jesús Bárez Iglesias, concejal de Cultura del
Ayuntamiento de Soria, escribe:
El pincel y la paleta de
Rafael de la Rosa siguen siendo fieles a la temática que, desde sus
primeras obras, se ha ido convirtiendo en el núcleo de su particular
universo creativo: las tierras de Soria y sus gentes. Esas tierras
fuertes, preferentemente rojizas o de tonos otoñales, que son algo
más que mero paisaje. Tal vez el escenario de una injusta tragedia,
un campo de batalla en el que, pese a lo desequilibrado de las
fuerzas en contienda, aún resisten los personajes de un mundo que no
se resigna a desaparecer (…).
Eso es precisamente lo que
lleva haciendo muchos años Rafael de la Rosa con los pinceles, y otras
con la pluma. Aunque a uno y a otras les resulte decepcionante el
comprobar que nada se puede hacer frente a la incuria de las
administraciones y la propia de los sorianos.
Muchos son los críticos que se
han ocupado de la obra de De la Rosa. Por ejemplo, REVISTART (Revista de
las Artes), escribe:
A sus cuadros hay que
asomarse lentamente, sin prisas, para sentir la verdadera y amplia
perspectiva que contienen, observar el abanico de colores iluminados
y gozar con la sensación de calma que emanan. Los planteamientos de
estética, dibujo, espacio y color equilibrado contribuyen a una
forma bella de ver el mundo. La quietud, el movimiento, la luz y la
sombra crean en los lienzos del pintor un universo, lleno de
vibraciones positivas, en el que queda atrapada de forma sutil la
magia de cada momento, con una atmósfera siempre viva y lejana de
estos tiempos de
informatización enlatada”.
May Villa, crítico de Arte,
afirma que los personajes del pintor “transmiten en sus gestos toda la
profundidad de su ser, de su manera de sentir, y que la belleza se
encuentra también en las cosas humildes”.
También el soriano de
Quintanilla de Tres Barrios, afincado en Cataluña, Leopoldo Torre,
escritor, ha dejado algo para el pintor:
De la Rosa pertenece a ese
grupo escaso de artistas que pintan realidades humanas sentenciadas
a desaparecer, pintura rica en color, en planteamiento y en dibujo;
un dibujo magistral que le hace olvidar las muletas empleadas en
muchos “ismos”. Es la suya una paleta muy cálida, capaz de connotar
los detalles mínimos y dar aliento a las figuras, que irradia el
contenido armonioso, que compacta el orden y establece el argumento.
Esas tonalidades que vivifican los elementos y enriquecen los temas
que son fruto de una pintura elaborada, pulcra y universal que
denota los utensilios, las actividades, la naturaleza y hasta los
rostros que retratan humanidad a raudales. Es tanto el empeño, que
consigue insuflar vida a los personajes.
Son muchos, expertos y personas
a quienes el pincel de Rafael les llega al alma, quienes escriben para
este pintor soriano. El caso es que recorrer sus exposiciones supone
hacerlo por un mundo que a nosotras nos es querido, como el rural. Aquí
una hilandera, allá un carretero, algo más alejado un río, o una
muchacha junto a un caldero de cobre, o un fraile leyendo en el camino
que conduce a San Saturio.
El currículo de Rafael de la
Rosa es muy extenso, incluso cuando se extracta. Exposiciones
individuales y colectivas en Soria, Logroño, Segovia, Bilbao, Barcelona,
Zaragoza, Burgos, Salamanca, Palencia, Cuba, Méjico... Sus obras pueden
verse en el patio de columnas del Ayuntamiento de Soria y en la
exposición permanente dedicada a Machado, en la Galería de Arte del
Ayuntamiento de Burgos, en la de la Junta de Castilla y León en
Valladolid... Es pintor de la Dieta Mediterránea desde 2007. Soriano del
año, Soriano saludable..., en fin, no acabaríamos.
Sí, hay que decir algo más que
no sean puntos sucesivos. Ha escrito y publicado cuatro libros,
relacionados, cómo no, con la Pintura. Historia Rural del Arte.
Hablando con los pinceles. Sensaciones para el alma. Y
Pintura Machadiana.
Rafael
de la Rosa
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