Hasta el más pequeño y
apurado de los pueblos de estas tierras de Soria han tenido un
pasado más o menos importante. No es el caso de Maján, en cuanto a
pequeño y apurado, pues goza de cuatro mil hectáreas, mitad monte
para leña y caza y otro tanto para trigo, cebada y girasol. Pero ha
padecido las penurias de la despoblación más sangrante, aquella que
se desliza por el gráfico de población como un tobogán endemoniado,
rápido y letal. Cuando, hace unos cien, ochenta, setenta años, las
merinas discurrían por la cañada que divide al pueblo, los
habitantes brincaban de trescientos, a día de hoy, aunque el INE
contabilice veinte, en realidad sólo tres casas permanecen abiertas
a excepción de los meses de julio y agosto.
La población se mantuvo
durante siglos, desde que se llevó a cabo el catastro del marqués de
la Ensenada, a mediado del siglo XVIII, cuando el vecindario lo
componían 58 vecinos, cifra que se multiplicaba por cuatro, más doce
habitantes que se supone no estaban censados pero ejercían su
trabajo en Maján. Colmenas, 2400 cabezas de lanar, 110 vacuno,
pollinos, yeguas, en fin, una comunidad coherente capaz de vivir con
sus propios recursos.
A día de hoy, el señor
Florencio recuerda con cariño que hubo escuela, dos, niños y niñas,
que hubo fonda que a la vez era bar y tienda, que trabajaba la
esposa del señor Adrián, donde los trashumantes paraban para hacer
compras y comer la huevada, hartos ya de vereda, de tasajo y de
migas, antes de llegar a las Tierras Altas.
De aquella mediana
grandeza pasada resta, en un altozano, una gran iglesia adovocada a
la Purísima Concepción, de la que nada hemos de añadir al trabajo
publicado por Carles de la Escalada.
Maján
y su iglesia de la Purísima Concepción,
Carles de
Escalada
Sí diremos algo del
crucero que recibe al visitante, una cruz griega algo torcida por el
asentamiento del terreo por el que se filtra agua, o se ha movido a
causa de actividades agrarias. Podría tratarse de un lugar desde
donde bendecir los campos, pero eso nos parece más propio del pairón
ubicado sobre un altozano, que albergaba en su interior una pequeña
imagen de la virgen del Pilar, robada como tantas y tantos cosas de
estas tierras. Nos inclinamos por que la cruz de entrada pueda
indicar límite de poblaciones o de obispados (Osma-Sigüenza), o
ambas situaciones.
Es conocida en Soria la
leyenda de El puchero de la verdad, recogida por el padre
Florentino Zamora Lucas, de autor desconocido. Es una leyenda sobre
el derecho de pastos que tenían los de Maján y que un pueblo
limítrofe no respetó tratando de comprar a las autoridades de
Almazán con regalos, hasta que estas autoridades comprobaron que era
cierto lo del privilegio de Maján sobre el cobro por derecho de
pastos, y se deshicieron del puchero con miel con el que habían
tratado de comprarles los del pueblo vecino para así evitarse el
pago del impuesto.
Maján y el puchero de la verdad - caminoSoria.com
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