En el extremo de la sierra de
las Cabezas, sobre un altozano, se asienta uno de los pueblos más
pintorescos de la provincia de Soria, uno de los pocos que han aumentado
su población en el último año. Gracias a su situación geográfica es
posible contemplar desde cualquiera de sus miradores tierras de La Rioja
y adivinar el discurrir del río Alhama, que nace en Suellacabras y
discurre por Magaña, Cigudosa y San Felices, para pasar a Aguilar del
Río Alhama y desembocar, ya unido al río Linares, en el Ebro, en Alfaro.
Según Eduardo Alfaro (Idoubeda Etno),
el origen del pueblo se ha asociado al castro celtíbero de el Castelar,
y que sería reocupado en época romana tardía.
No se sabe si el San Felices,
Felizes o Félix que da nombre al pueblo residió en él o en las
inmediaciones, desde luego no es el patrón del pueblo, si no el Santo
Cristo del Consuelo, según nos informó don Alfonso García Bermejo,
párroco. Hace ya muchos años visitamos en Haro (La Rioja) una ermita
titulada San Felices de Bilibio, construida sobre la muralla de un
castro. Recordamos un entorno magnífico y riscoso donde, nos dijeron,
había vivido el santo. Es posible que la tradición llegue desde allí. En
el soriano San Felices, frente a la iglesia, puede verse un edificio
rectangular con una puerta de entrada en arco de medio punto y en un
extremo una puerta moderna y un trozo blanqueado. Es lo que resta de una
ermita que tuvo dedicada el santo y que en la actualidad se destina a
centro para reunión del pueblo. En el interior han conservado, en
círculo, una pequeña pintura y en otra pared una hornacina.
A mediados del siglo XVIII,
Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, mandó hacer un censo de
todos los pueblos de la Corona de Castilla. Se trata del documento más
fiable para conocer la realidad , en nuestro caso, de todos los pueblos
de Soria. En el caso que nos ocupa, se llevó a cabo concretamente el uno
de febrero de 1751. Por aquel entonces lo escribieron San Felizes,
jurisdicción de la villa de Ágreda. Era de realengo y contaba con 85
vecinos, incluidos viudas (cada dos contaban como un vecino) y pobres.
Catorce de ellos se dedicaban a la arriería, trabajaban tres tejedores y
un albéitar-herrero, aunque el mayor número de ellos eran labradores.
Abundaban los colmenares, 733; en esa fecha contabilizaban un molino de
una piedra propiedad de Andrés Benito; 1.303 cabezas de ovino churro; y
783 de caprino, además de los machos de labor y los cerdos. Era
propiedad del Concejo la casa donde se reunían, el monte Munegro, la
fragua, una casa destinada a horno de poya y una parcela con nogales. La
bondad del terreno regado por el río Alhama producía manzanas, ciruelos,
durazneros (variedad de melocotón), guindos y nueces. En secano las
variedades propias de toda la provincia: cebada, trigo, avena, alubias,
cañamones, lentejas y berza.
Cien años más tarde, Pascual
Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico, contabiliza 86
vecinos (350 almas), y siguen dedicándose muchos de ellos a la arriería.
Se refiere a la abundancia de nogales que se explicaría por la tradición
de los nuevos matrimonios de plantar y cuidar de uno. Había escuela, que
permaneció hasta su desaparición tras el curso 86/87.
Tuvimos la suerte de visitar
la Iglesia de San Pedro Apóstol guiadas por don Alfonso. Nos advirtió el
sacerdote de la originalidad de tratarse de una iglesia de dos naves.
En la lateral, un retablo
barroco con columnas salomónicas encuadran al Cristo del Consuelo, muy
venerado por los habitantes del lugar. En el centro, otro retablo que
podría ser plateresco, también con dos columnas salomónicas, enmarcan al
patrón San Pedro Apóstol y en lo más alto, debajo de la leyenda “Tu es
Petrus”, una pequeña imagen es atribuida a San Felices.
Conservan una gran carraca
que utilizan para el oficio de tinieblas el miércoles santo y una imagen
de El Cristillo, a quien le celebran fiesta el 27 de abril. El exterior
es muy sencillo, aunque un resto románico, en forma de medio cubo,
permanece en una parte del templo, así como una pila bautismal, también
muy sencilla, al parecer de la misma época. La esbelta torre podría ser
del siglo XIX, cuando se reedificó el templo.
El pueblo, en cuesta, forma
calles estrechas con rincones y plazuelas que recuerdan la fisonomía de
pueblos de origen musulmán. Los indicadores de algunas calles, según nos
informó el sacerdote, están hechos por los niños con cristal verde de
botellines de cerveza machacados. Gracias a lo escarpado del lugar,
pueden admirarse vistas magníficas. Un panel informativo muestra señales
de donde se encuentran los hitos más representativos: crucero, castillo
islámico del siglo X, torre medieval, puente medieval, antiguo nevero y
castro celtíbero.
Precioso
pueblo, impresionante entorno, amables sus habitantes e interesantes sus
monumentos y actividades. No es extraño que el cineasta Roberto Lázaro
se haya fijado en él para su película “Sanfelices”.