© Santiago Bayón Vera
Sobre la tierra no había caminos: han sido hechos por el gran número
de transeúntes Lu Xun
Las cañadas representan, o pueden llegar a representar con una
utilización adecuada, un factor de diversificación en el paisaje que
contrasta con la vegetación circundante. En las llanuras cerealistas
son bandas de amenidad que mantienen pastizales, vegetación
arbustiva o arbórea con suelos más evolucionados, en general nunca
roturados y bien abonados en comparación con los de los terrenos
adyacentes. En las zonas forestales la cañada, por el contrario,
suele ser un camino de pasto abierto, despejado para el paso de los
animales.
En muchos casos, en especial cuando la cañada atraviesa terrenos muy
deforestados por su dedicación agrícola exclusiva, sería adecuada
una labor de reforestación con vegetación autóctona (matorral y
árboles), favorecedora de la diversidad de hábitat.
Otro aspecto destacado a escala territorial amplia sobre la
repercusión de las vías pecuarias en la conservación de la
naturaleza es el hecho de que forman parte de un conjunto de
paisajes pastorales, típicos de la España mediterránea, y para cuyo
mantenimiento han sido en épocas pasadas una pieza esencial. Tal
como afirma González Bernáldez al referirse precisamente a la
pervivencia del pastoralismo: “El paisaje constituye en estos
momentos el primer recurso natural para la Unión Europea y otras
áreas desarrolladas del mundo”.
Las cañadas contribuyen a la conservación de las dehesas, los
pastizales de montaña y, por representar un importante apoyo a la
actividad económica, también a la utilización del suelo en los
territorios más abruptos de clima mediterráneo con sus singulares
características de policultivo y terrazas, típicas de las
cordilleras levantinas. Los desplazamientos trasterminantes o de
trashumancia corta en las sierras de Teruel y Castellón son, en la
actualidad, casi la única actividad que favorece la ocupación de las
numerosas “masadas” allí existentes. El conjunto de tipos de paisaje
citados gozan, en general de gran aprecio por su singularidad en el
contexto europeo y su protección y cuidado puede influir muy
positivamente en el desarrollo económico y en los flujos
demográficos.
En España contamos con una muy buena representación de paisajes
pastorales, singulares en Europa por su valor tanto estético como
naturalistico. Su importancia para las aves migratorias ha sido
destacada en muchas ocasiones, además de su repercusión positiva en
la estrategia europea para la conservación de especies. Las vías
pecuarias forman parte de un mismo entramado de paisajes pastorales
en el que se incluyen las dehesas y los distintos tipos de
pastizales en zonas de páramos y montañas.
©
Santiago Bayón Vera
Revista SARNAGO nº8
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